Entras a un trabajo en una librería, pero, apenas en el primer día ves un libro algo extraño, pues no tiene autor, este se titula "el bosque de los demonios" no le tomas mucha importancia hasta que te comienzan a pasar cosas extrañas, y, de un día a...
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26: El demonio del oso,... y un chico extraño
— ¡Vamos Dan, tienes que levantarte, vamos vamos! — Una voz resonó en los oídos del nombrado quien se encontraba dormido.
Ante esa alarma se tapo los oídos y se levantó al instante encontrándose con uno de los trabajadores.
— Ya vamos a empezar con la segunda fase. — Ante esa información el menor se talló los ojos y los abrió más con sorpresa, lo último que vio era como el mayor salía de la habitación.
— <<Cierto... estoy en esta fase militar...>> — Este recordó de forma vaga antes de suspirar con cansancio.
Tomó su uniforme que estaba en su cama y se levantó al baño.
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Un chapoteo fue todo lo que escuchaste, a la vez que sentiste como por séptima vez una punzada en tu cuello, pero era súper raro, veías todo negro, como si estuvieras desmayada pero sentías todo lo que pasaba.
De repente, sentiste otra punzada pero esta fue más fuerte, pues te hizo despertar, aún veías todo negro y con desesperación te diste cuenta que tenías una venda en los ojos, trataste de quitártela hasta que unas gruesas y grandes manos te tomaron de las muñecas y lo impidieron.
Esas mismas manos te pegaron a un cuerpo ancho y grande, el mismo que sentiste, sentiste miedo al imaginarte que era aquel demonio entonces trataste de alejarte, pero este puso sus manos en tu espalda de forma que las inmovilizó a ti y a todo su cuerpo debido a su fuerza mayor a la tuya.
— No te muevas... — Entonces escuchaste una voz gruesa y molesta susurrarte en el cuello, soltaste un leve quejido de dolor. — Tu aroma es.... Exquisito... ¿donde estuviste todo este tiempo que no encontraba? —
— N-Nghh! — Soltaste de nuevo un quejido al sentir muchas punzadas insoportables en tu cuello, lo miraste de reojo dándote cuenta que este sangraba. — <<¿Q-Que...? ¿¡Estoy sangrando!?>> —
Pensaste abriendo más tus ojos de la sorpresa, como pudiste intentaste mirar al responsable pero lo único que viste fueron unos colmillos apuntó de clavarse en tu cuello, pusiste tu cuerpo tenso y apretaste tus puños.
— N-No, espera... ¡no lo ha- nghh! — No acabaste de hablar cuando esos filosos colmillos se clavaron de nuevo en tu cuello de forma que te sacó más sangre.
Aquel demonio puso una mano en tu cuello y te inmovilizó, estabas perdiendo el aire y la consciencia pues todo el suelo estaba lleno de tu sangre la cual goteaba por tu cuerpo antes de caerse.
