Día 10. Bancarrota

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El dolor en su brazo le quemaba y le era insoportable. Ahí en la mesa del comedor, se sobaba su extremidad lo más suave que podía, mientras inhalaba y exhalaba, controlando su respiración, buscando así parar el mal rato de su cuerpo por sí solo. Cerraba los ojos fuertemente al evitar gemir o gritar y así no despertar a sus hijos. Eran las cuatro de la mañana y desde la una comenzó su martirio, el cual, por desgracia, no parecía ceder.

Awesomo miraba a Kyle a una distancia prudente. A través de sus escáneres pudo dilucidar la zona de la molestia, pero no tenía permitido hacer nada porque el humano le dijo de manera explícita que no lo hiciera. Ni siquiera llamar al 911.

—¿Se encuentra bien, señor? —cuestionó, acercándose de a poco—. Sus niveles de adrenalina subieron un 102%.

Kyle rió amargamente. Estaba casi hecho un ovillo en esa silla dura de madera. Sudaba frío y ya estaba pálido igual que una hoja de papel. Creía que en cualquier momento se desmayaría debido a ese padecimiento.

—Ja, ja, define "bien", Awesomo —respondió, sarcástico. Recargando su mejilla en el mantel.

—Claro. Según la RAE, es aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por-

—Gracias, pero no era a lo que me refería —puso sus ojos en blanco al interrumpirlo y los cerró. En esa posición no podía sentir tanto dolor como al estar erguido.

—Según datos científicos escuchar música le ayudará a relajarse. Le prepararé un té mientras tanto, señor —comentó caminando lento hacia la cocina. En su radio personal comenzó a escucharse esa playlist desconocida que, la verdad, era la primera vez que escuchaba.

Con dificultad entornó los ojos y volvió a revisar su celular, solo checando de nuevo los mensajes que le envió a Kenny semanas atrás. Este aún no le respondía, probablemente todavía no regresaba de Bali; pero en el chat le pedía de forma urgente verlo y hablar sobre el extraño robot que le regaló. Tenía ciertas corazonadas que quería aclarar, saber si estaba en lo cierto o no. Aunque, también, qué dichoso el rubio por permitirse ese tipo de vacaciones durante tanto tiempo, él desearía lo mismo si le sobrara el dinero y el tiempo de vida...

En especial lo primero.

Cuando le hablaron del banco el otro día, básicamente le dijeron que sus ahorros estaban por terminarse. Además, para el colmo de su existencia, el seguro médico ya no podía cubrir el costo de las medicinas que, literalmente, valían un ojo de la cara; las únicas que le servían para esa clase de dolores nocturnos.

Su vida ahora pendía de un hilo, pero a él eso no le importaba, lo que le preocupaba era mantener a sus pequeños bien y con todas sus necesidades cubiertas antes de irse para siempre. Sin embargo, lo que más temía se lo dijo Tolkien aquella mañana:

—Amigo, hemos tenido dificultades. Tu esposa quiere eximirse de las responsabilidades y te deja a cargo de los niños...

Kyle no respondió al momento, se quedó sin palabras. Salió abruptamente de la habitación donde sus hijos y él estaban jugando videojuegos. Cerró la puerta tras de sí antes de que Tolkien prosiguiera.

—Además, conociendo tu situación —dejó escapar el aire por la nariz, visiblemente afectado. Kyle sintió que se le iba el alma al oírlo, Tolkien no era de los que mostraba ese tipo de reacciones—, servicios infantiles no tardará en hacerles una visita...

—No, Tolkien, por favor. No me los pueden quitar todavía —bisbiseó, evitando que se le quebrara la voz.

—Lo lamento, intenté convencer al juez, pero no pude hacer mucho. De verdad lo siento.

Cerró de nuevo los ojos al sentir otra punzada de dolor, esta vez en su otro brazo. Sentía como si alguien le martillaba el hueso una y otra y otra vez, buscando romperlo desde adentro. Por el shock se cayó de la silla, sin poder levantarse. Temblaba en el piso frío de mosaicos, percibiendo cómo su cuerpo se tornaba caliente y frío al mismo tiempo; quemándole y sofocando sus pensamientos. Sentía que moría, agonizaba.

—"Mira, Awesomo, grábame esta canción. A Kyle le gustaba mucho".

«Esa voz... es Cartman, pero ¿por qué? ¿Qué estás haciendo aquí? —pensó anonadado, sin poder vislumbrar de dónde provenía el sonido de su voz».

A través de su vista borrosa logró ver al robot que se acercaba hasta él. No pudo hacer más porque su mundo quedó en completa oscuridad.

La canción se reprodujo en su mente, igual que en una videocasetera vieja.

Time is fleeting

See what it brings

Recordó todas aquellas tardes que pasaron juntos, los miles de besos que se dieron, así como las promesas incumplidas de ambos. Esa canción le recordaba no sólo cómo era su relación con Cartman, sino también lo que alguna vez pudo haber sido o lo que habría podido ser, si las cosas no hubieran resultado de ese modo.

We know we'll be ghosts again

[...]

A place to hide the tears that you cried

Everybody says goodbye

Tenía tiempo que no la escuchaba, desde que abandonó la ciudad de Denver y aquel departamento lleno de dolorosas y felices memorias.

Faith is sleeping

Lovers in the end

Whisper we'll be ghosts again

Escucharla ahora... ¿significaba que era su fin?

Heaven's dreaming

De a poco el estado de inconsciencia lo invadía.

Thoughtless thoughts, my friends

Solo quería volver a verlo, creer que esta gris realidad era un simple sueño. Mas sabía que no lo era y eso era lo que más le daba rabia en lo profundo de su corazón.

We know we'll be ghosts again.

AWESOM-O (CARTYLE)Where stories live. Discover now