𝐭𝐫𝐞𝐬

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Jay observó a la maestra Kim entrar. Llevaba una ajustada falda que le llegaba un poco arriba de la rodilla, una blusa algo escotada que se ajustaba a su curvilíneo cuerpo, el cabello tomado en un moño algo desordenado, sus lentes, y brillo labial en sus carnosos labios. Sonrió, hoy sería el primer paso.

—Bien chicos, saquen sus libretas, comenzaremos con algo de ecuaciones—Jay no escuchaba mucho lo que decía, miraba su trasero moverse al compás de sus caderas cuando caminaba, imaginó lo bien que se sentiría tocarlo y sonrió.

Sunghoon le dio un codazo, moviendo las cejas. Jay sonrió satisfecho, ya sabía qué hacer. Se dedicó a molestar a Sunghoon, quien lo regañó un montón de veces, no puso atención y no contestó las preguntas.

—¡Park Jongseong! Se acabó, hoy te quedas hasta las cuatro en castigo, te espero en mi oficina ¿escuchaste? —Jay asintió, pareciendo arrepentido, pero cuando nadie más le puso atención y la profesora Kim lo fulminó con la mirada, él le guiñó un ojo, haciendo que la profesora Kim se sonrojara.

Sonrió satisfecho, hasta que sonó el timbre de salida.

—Te veo mañana, disfruta el castigo —dijo Sunghoon lanzándole una mirada divertida a Jay.

—Claro, te veo —dijo Jay sonriendo.

—Park Jongseong, camina conmigo por favor —dijo la profesora seriamente, Jay asintió. Caminó tras de ella, mirando descaradamente su trasero. Sonrió, si todo resultaba bien, quizás hoy cumpliría la apuesta.

Miró en su mochila si llevaba preservativos, las emergencias siempre lo requerían. Sonrió, allí estaban. Si su plan resultaba favorable, hoy la tendría en sus brazos, en el peor de los casos, debía esperar unos días.

Llegó a su oficina, era amplio y acogedor, tenía las paredes pintadas de blanco, le daba luminosidad al lugar. Colgaban cuadros de artistas famosos, había una estantería llena de libros, la mayoría matemáticos.

Había un escritorio en el que había una foto de la profesora y una niña pequeña... ¿Tendría una hija? Lo averiguaría, quizás eso podía complicarle las cosas.

—Toma asiento —dijo ella seriamente. Se quitó la chaqueta, pues la oficina realmente estaba algo calurosa. Se sentó en el asiento, un poco inclinada, mientras revisaba algo en su laptop. Jay miró su escote y sonrió.

—Profesora, por favor, no sea tan severa —pidió Jay evitando reírse.

—Te he hablado muchas veces para que te comportes. —dijo ella seriamente —Y nada pasa, ¿Qué está mal contigo Kim?

—Dígame Jay —dijo él mientras se echaba en la silla y cruzaba sus piernas.

—Bueno, Jay ¿Pasa algo? —preguntó ella —No tienes malas calificaciones, pero tu comportamiento me sofoca.

—¿Mi comportamiento? —preguntó Jay —¿Yo la sofoco? —sus palabras iban claramente en doble sentido, la profesora se avergonzó un poco.

—Claro que tu comportamiento me aburre, eres muy terco —dijo ella. — ahora, saca tu cuaderno de matemática —ordenó. Él asintió, el plan iría lento para que resultara, tenía una hora para hacerlo, y lo haría, estaba seguro.

—Bien —dijo él.

Ella le habló de unos ejercicios y mientras él lo realizaba, ella lo miraba de reojo. Nunca se había sentido tan nerviosa e incómoda con un alumno, mucho menos uno doce años menor que ella. Incluso había sobrevivido a los acosos de los universitarios.

—No entiendo esto —dijo Jay. La señorita Kim estaba parada viendo por la ventana, se acercó al lado de Jay y se agachó un poco para ver de qué se trataba.

𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐔𝐑𝐅𝐀𝐂𝐄 ꩜ 𝐉𝐀𝐘𝐖𝐎𝐍 ᰔᩚ Where stories live. Discover now