𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞́𝐬

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Apenas Jungwon llegó a la universidad, sintió un escalofrío recorrer su espalda, con el miedo latente de que Jay lo miraría con asco, o le diría algo que no sería capaz de soportar. Se sentía cansado, y su rostro lo denotaba. Las ojeras mostraban las horas de sueño que las pesadillas le habían quitado. Habían vuelto las sombras en sus sueños, y las asquerosas manos de él... todo lo que vivió reducido a pesadillas que le quitaron su noche de tranquilidad.

Caminaba por el césped de la universidad, cruzando el campus de par en par para llegar a su clase, cuando unas manos agarraron fuertemente su cintura. Lanzó un grito pero la mano le tapó la boca, no permitiendo que nadie lo escuchase.

—Shhh... soy yo —la voz de Jay logró que una ola de alivio recorriera su cuerpo. —Necesito que hablemos, ahora —pidió.

—Casi me matas del susto, Jay —dijo Jungwon rodando los ojos —Tenemos clases, no puedes faltar, llevas cuatro días aquí. —dijo frunciendo el ceño.

—Diré que me sentía mal, el cambio de aire, ya sabes —dijo guiñando un ojo —Ahora...vamos. —le agarró la mano con fuerza y casi lo arrastró fuera del campus.

Caminaron algunas cuadras, mientras Jungwon se preguntaban hacia donde iban, Jay aún debatía mentalmente que decirle. Llegaron a un gran edificio, donde el alto entró, sin soltarle la mano. La rubia recepcionista lo saludó con amabilidad. Jungwon sonrió débilmente.

—¿A dónde vamos? —preguntó confuso al subir al ascensor.

—A mi apartamento —contestó Jay con tono seco.

Jungwon no dijo nada al respecto, pero lo miró de reojo a Jay, quien miraba hacia el frente sin soltarle la mano. Sonrió, ver el hermoso rostro de Jay era algo impagable.

¡Dios, cuanto lo había extrañado!

Tenía unas enormes ganas de lanzarse a sus brazos, besarlo y no dejarlo ir jamás, pero se quedó quieto en su lugar hasta que el ascensor abrió las puertas. Bajaron, Jay sacó sus llaves y abrió. Jungwon observó el acogedor apartamento en que se hospedaba. Lucía ordenado y amplio, además el vivía solo por lo que tenía gran espacio. Jay cerró la puerta con llave, y volteó para verlo a los ojos.

—Siéntate —ordenó. Jungwon se sentó en el sofá, Jay fue por un vaso de jugo para ambos. Jungwon bebió, algo intimidado por la actitud tosca del muchacho. Ambos terminaron de tomar jugo y se miraron.

Jay fue a sentarse junto a él, se miraron unos segundos. —Yo quería... —comenzó Jay algo nervioso —Dios, esto es difícil.

—Solo dilo. —dijo Jungwon, esperando lo peor.

—Wonie perdóname —Jungwon frunció el ceño por la sorpresa —Yo... no supe cómo reaccionar, me sentía mal conmigo mismo, debí haberte protegido y... —comenzó a costarle hablar. —Wonie te amo tanto que solo pensar lo que pasaste solo, todo lo que te guardaste —Jay le tomó la mano y lo miró, sus miradas casi quemaban. —Mi amor, perdóname... te prometo, que desde ahora, nunca te dejaré solo y te protegeré de todo, te lo juro —sonaba desesperado, herido y lleno de ansias, solo quería demostrarle que el daría la vida por el si fuese necesario.

—Yo... —sus ojos se cristalizaron, y Jungwon se acercó y lo abrazó con fuerza. Ambos sintieron que eso era lo que necesitaban, estar cerca del otro, sin palabras de por medio, sin nada más que sentirse uno al otro. —Te amo con toda mi vida, como nunca había amado... y yo quiero ser capaz de... quiero poder ayudarte a sanar esas heridas, enterraremos ese pasado para no dejarlo salir otra vez... —besó su frente y lo abrazó otra vez.

—Jay no tengo nada que perdonarte... tú debes perdonarme por dejarte —susurró Jungwon mirándolo a los ojos. Sus rostros estaban a centímetros. —Yo también te amo mi vida, y no quiero dejarte nunca más...

𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐔𝐑𝐅𝐀𝐂𝐄 ꩜ 𝐉𝐀𝐘𝐖𝐎𝐍 ᰔᩚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora