𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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El dolor de cabeza por una mala noche comenzaba a aparecer apenas abrió los ojos, como si hubiese tenido una terrible resaca. Suspiró pesadamente, mientras unos rayos de sol se colaban por la ventana. Aun así, hacía frío. No quería levantarse, era un día como cualquier otro ahora que volvía a despertar en Corea.

Tomó el celular y revisó su correo electrónico.
Jungwon le había escrito, sonrió automáticamente.

''Espero que hayas llegado muy bien, apenas subiste al avión a Corea comencé a extrañarte. ¿Cómo están todos allá? Envíale saludos a los chicos... y recuerda, no hagas alguna estupidez, lo prometiste. Te amo Hyung''

Jay sonrió, y contestó de inmediato, asegurándole que no haría nada tonto, y que lo extrañaba con toda su vida. Y prometió mandarle los saludos a los chicos.

Tomó una ducha, se vistió y fue a dar una vuelta. Había un sol maravilloso, pero aún así se puso uno de sus polerones con capucha. Salió de su casa, y caminó sin una dirección muy clara. Quería estar con Jungwon, pero aún así sabía que las cosas se complicarían mucho apenas él llegara. Intentó hacer algo de fricción con sus manos frías, afuera estaba bastante frío. Miró a su alrededor, no había mucha gente, pero aún así se sentía muy bien estar ahí.

Extrañaba su hogar, la tranquilidad de Corea, comparada con la ajetreada vida de Nueva York.

Aunque faltaba algo, y ese algo llegaría en unas tres semanas. No quedaba demasiado, pero para él, era bastante. Mientras pensaba en él, ocurrió lo que más temía. Su vista perdida en el horizonte divisó una figura humana que se acercaba, con unas bolsas. Fijó más su mirada, quizás sería uno de sus vecinos, y así era, pero no uno de los que hubiese deseado. Sintió una quemazón recorrerle el cuerpo, la ira se apoderaba de él. Seungjong caminaba despreocupado por la acera.

Contrólate se dijo a sí mismo. Pero le era casi imposible, sobre todo cuando el malnacido le dirigió la palabra.

—¡Park has vuelto! ¿Qué tal Nueva York? —su voz le parecía desagradable, sintió ganas de matarlo, golpearlo contra el pavimento y matarlo.

Ayúdame... se dirigió a Dios otra vez. Y otra idea vino a su cabeza. Si Seungjong sospechaba que él sabía algo de Jungwon escaparía. Tenía que idear bien el plan, así que intento parecer lo más calmado posible.

—¡Ajetreado! —dijo intentando sonreír —¡Nada comparado con Corea!

—Te creo —dijo el hombre con una sonrisa, que a Jay le pareció totalmente irónica —¡Es bueno verte muchacho!

Jay asintió sonriendo, y el hombre entró a la que alguna vez fue la casa de Jungwon. Avanzó a paso rápido a algún lugar que le despejara la mente. Su parque favorito estaba a la vista, corrió hasta allí, sintió la brisa cosquillearle el rostro, algo de alivio se apoderaba de él, pero rápidamente volvió el maldito sentimiento de ira y odio, sus ojos se llenaron de lágrimas. Llegó hasta allí, y se acercó a un árbol, donde se sostuvo y tomó un respiro.

Miró el suelo, dejando las lágrimas caer. Quiero asesinarlo... solo quiero verlo muerto. Su mente estaba fuera de sí, y lo entendía. Lo odiaba, le tenía asco, quería vengarse. Ni siquiera la muerte le parecía suficiente castigo. Miles de recuerdos amargos llegaron a su mente.

Flashback

—Te amo pequeño —Jungwon lo miró sonriendo y lo besó. Jay comenzó a quitarte la camisa, cuando en su hombro, vio una cicatriz de la que nunca antes se había percatado. —¿Qué te pasó ahí? —lo miró dudar, y sus ojos cristalizarse. Entendió de inmediato. El bastardo le había hecho eso —¿Tienes otras? —preguntó intentando controlar la ira. Jungwon asintió.

𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐔𝐑𝐅𝐀𝐂𝐄 ꩜ 𝐉𝐀𝐘𝐖𝐎𝐍 ᰔᩚ Where stories live. Discover now