𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨́𝐬

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Jay esa mañana se levantó de mejor ánimo. Yuqi y él habían ido a un Starbucks a charlar, y le pareció alguien agradable y fácil de tratar.

Cuando le preguntó acerca de sus novias, omitió el nombre de Jungwon, solo dijo: —Un caballero no tiene memoria. Así que se llenó de optimismo, y marchó a clases con una sonrisa. Había intentando bloquear totalmente a Jungwon de su mente, así no terminaría totalmente deprimido en su ya tercer día de clases.

Se arregló un poco, se puso su perfume favorito y salió. Ahora le parecía más fácil llegar.

Era divertido, Jungwon había estado sugestionado por nada, según él. Al no encontrarse con Jay el segundo día, creyó que el tipo que Yuqi había descrito no era más que una mera coincidencia. No sabía lo equivocado que estaba.

Ese día llegó más temprano, y se sentó adelante en la clase. Su móvil estaba reproduciendo ENHYPEN, se sintió algo extraño. Jay, en cualquier canción, venía a su cabeza. Todo lo que hablase de amor, de un beso o solo de una pareja, lo hacía recordar a su chico favorito. Suspiró, al percatarse que lo necesitaba tanto le dolía. Y se odiaba a sí mismo sabiendo que antes jamás le había puesto atención, más que para llamarlo su mejor amigo.

Jay era mucho más que eso, él era mil veces más.

El profesor llegó. Tenía que comprobar que estuvieran todos, porque habían hecho pequeños cambios de clase. Jungwon espero su nombre, era uno de los últimos. Pero, un nombre que no estaba anteriormente, lo congeló de pies a cabeza.

—Park Jongseong. —anunció el profesor.

—Presente. —la voz grave lo tenía al borde del desmayo.

No, eso no había sido una alucinación. Era Jay, y estaba exactamente en la misma clase que él.

—Yang Jungwon —dijo el profesor, pero al notar que nadie respondía volvió a comprobar. —Yang Jungwon

—Presente —contestó balbuceando.

Jay estaba sonriéndole a una compañera, pero al escuchar la pequeña voz de Jungwon, sintió que la sangre se le esfumaba, al igual que el aire.

No era posible. No podía ser que fuera un coincidencia, no, no lo era. Su voz, era imposible de confundir. Era su voz, aquella suave y melodiosa voz que había deseado con tantas ansias escuchar. Él estaba ahí.

Jungwon se atrevió por fin a voltear, intentó pasar desapercibido, pero un mal cálculo logró solamente que su mirada chocara con un par de ojos almendrados que conocía desde hace muchísimo tiempo.

Era él, lo estaba observando. Lo vio voltear bruscamente. Pero lo había visto, su mirada estaba ahí, era él, hermoso y perfecto. Lo único que ahora lograba ver, era su cabello largo, el estaba levemente recostado en la mesa.

No podía creerlo. ¿Era Jungwon o una mala pasada de su imaginación? No, no podía ser una alucinación tan real. Sentía que la clase se le hacía eterna. ¿Qué le diría? No sabía, solo tenía claro que correría hacia el apenas terminara la maldita clase. El salón era inclinado, es decir, el profesor estaba en lo más bajo, y los puestos iban por filas que subían y lo dejaba como una especie de mini teatro. Y el tenía toda la vista de Jungwon abajo. Necesitaba hablarle, sentía que la desesperación y las ansias lo carcomían.

Estaba congelado, pero a la vez tan ansioso de correr hacia él, aunque no tuviera idea el porqué de todo, necesitaba solo verlo de cerca, recordar que todo había sido real. Recordó entonces que Jungwon una vez le había contado que su padre vivía en Nueva York. ¡Cómo no lo había pensado!

Había sido un imbécil. Fuera de Corea, era casi obvio que se iría a U.S.A. con su padre. Se sintió un completo tarado.

Jungwon no quería que la hora llegara. Quería que la maldita clase jamás terminara. Tenía miedo, sabía que iba a correr y que se escondería y probablemente se ocultara de Jay hasta que pudiese. Aunque sabía que era una misión casi imposible.

𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐔𝐑𝐅𝐀𝐂𝐄 ꩜ 𝐉𝐀𝐘𝐖𝐎𝐍 ᰔᩚ Where stories live. Discover now