One Shot 16: Ese 16 de febrero.

21 2 0
                                    


La primera vez que coincidimos fue en Roma

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

La primera vez que coincidimos fue en Roma.

Yo me encontraba en esa ciudad para visitar la tumba de mis abuelos, a los cuales les había prometido visitar en cada aniversario.

Fue una mañana, aproximadamente a las nueve. Tomé la decisión de caminar hasta tomar una parada de autobuses. Me senté en la banca a esperar junto a los demás, y de repente un auto fino color marrón lo escupió como un pedazo de chicle sin sabor.

Los que se encontraban a mi alrededor ni se inmutaron. Yo me preocupé por el extraño, así que me levanté lentamente mientras lo miraba. No podía hacerme de la vista gorda. Era evidente que estaba borracho, golpeado e incapaz de ponerse de pie.

Para cuando lo tuve a unos dos metros de mí, lo escuché murmurar;

—Vete si no quieres problemas.

Entonces me acerqué más para agacharme y poder verlo mejor. Tenía hermosos ojos color verde y el labio partido, tanto, que le escurría de la boca hasta el mentón y el cuello.

—Quiero ayudar...

—Vete o te arrepentirás —me amenazó.

Fue la intensidad de sus ojos lo que me hizo quedarme. Intentaba ayudarlo a ponerse de pie mientras murmuraba lo mal que me iría por ponerle una mano encima. Que si acaso quería robarle debía esperar hasta que sus padres le transfirieran porque había dejado todo en las apuestas.

Supe que el hombre era un desgraciado. En todo el sentido de la palabra. Tuve pena por él incluso cuando vi el autobús irse sin mí. Me quedé para sentarlo sobre la banca. Este se durmió cual bebé, pero antes me dio las llaves junto a una tarjeta dorada. No supe qué era porque estaba en italiano, hasta que saqué mi teléfono para hacer la traducción instantánea.

"Abre la puerta a un nuevo mundo especialmente diseñado para ti

Hotel Colón y Asociados."

No quería dejarlo en esa banca solo tambaleando en su poca suerte, así que temiendo no tener el dinero suficiente para regresar a casa de mi tía, pagué un taxi hasta el hotel.

Quedé impresionado al ver en donde nos encontrábamos. Una parte de la ciudad de Roma que jamás había visto, completamente lujosa y moderna.

Al intentar bajarlo del taxi el portero de inmediato intervino.

—¡Señor Colón! —exclamó preocupado—. Es la tercera vez en la semana, señor. ¿No tiene un poco de compasión por usted?

Mientras le hablaba me di cuenta que este hombre que había "salvado" era alguien realmente importante. Era demasiada coincidencia su apellido con el de la tarjeta y la modestia del portero.

El señor Colón, hombre del cual no sabía nombre exacto, y que realmente aparentaba unos veinticuatro años, balbuceando, solo movía la mano para que avanzáramos.

Así Es Lo Nuestro -One Shots (JOERICK)Where stories live. Discover now