Lo siento...

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6:10 pm

Aquino, por alguna razón le dolía mucho la parte derecha de su abdomen, se sentía horrible, le ardía, y le dolía.

Le habían disparado al castaño.

Pudo sentir como su camisa blanca era manchada por su propia sangre,  no tenía fuerzas.

Pudo el mismo mirarse por última vez por el reflejo de el poste de la parada del bus, se observo, y sin más, cayó al suelo.

Estaba mojado, adolorido, y con mucho frío, estaba completamente despistado, no creía que moriría así, pero al parecer si se puede morir de tal manera. 

Antes de perder la conciencia, reflexiono un poco, queria dar pelea, pero termino aceptando aquella bala que ahora estaba dentro de el.

  "La muerte te da un cálido abrazo cuando la vez" eso era lo que retumbaba en su cabeza, ya que cuando era pequeño le contaba su padre historia así.

Aparte pudo observan a la figura que le había disparado, aquello, simplemente sonrió, y decidió golpear a el chico para luego tomar sus pertenencias, y huía de aquella escena.

Aquel chico, Diego Aquino, que alguna vez tenía ojos brillantes como el caramelo, yacía en el suelo con una mirada vacía.

Odiaba sentir aquel dolor en su cuerpo, más soportar la carga que le iba a ser a su madre si desaparecía de este mundo.

Cerro sus ojos con culpa, para adentrarse a su destino, La Muerte.

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6:30 pm

Una mujer manejaba de manera brusca por aquella autopista que iba en dirección al hospital.

Le habían llamado para informarle que su hijo de 16 años había recibido un disparo en el abdomen.

Mientras aguantaba las lágrimas, le vinieron muchas ideas a la cabeza, quería llorar, quería gritar, quería desaparecer de aquel mundo y pensar que aquella llamada era una simple broma, pero por la voz de la persona que estaba al otro lado del celular, no parecía una simple broma.

Salio de sus pensamientos de manera repentina, ya que se dió cuenta del semáforo.

Freno de una manera agresiva, casi chocaban.

Tampoco se permitirá perder a alguien más, se encontraba con su hija pequeña dormida en la parte de atrás del coche.

Vamos Carmen, no puedes hacerle esto a Mictia—pensó la mujer aguantado las lágrimas y apretando el volante, pero una pequeña voz la saco de sus pensamientos.

—¿Mami?—hablo la pequeña niña que estaba abrazando su peluche de gato.

—¿Que pasa cariño?—pregunto la mujer con una sonrisa.

—¿Porque manejas tan rápido?–pregunto la niña mientras miraba preocupada a su madre.

La mujer no quería preocupar a su hija Menor, no quería que la menor  sintiera lo mismo que ella.

Miedo.

—Tu hermano está en el hospital, pero todo estará bien tranquila—respondió mientras que soltaba pequeñas lágrimas.

—¿Pero mami, porque lloras?—pregunto la infante.

—Nada cariño, solo tengo algo en el  ojo—contesto la mujer para secarse las lágrimas, y miro al frente, se dió cuenta de que el semáforo ya estaba en verde y siguió manejando.

¡Chico fantasma!Where stories live. Discover now