Capítulo 47 ♪

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Solamente la persona que más ames en el mundo puede hacerte tanto daño. El corazón no se rompe por cualquiera, se rompe por quien late.

Una parte de mí no terminaba de entender ni de creer que todo esto fuera real.

Mientras que la otra sabía que no importaba cuánto me hubiera abrazado mi madre toda la noche, no sentí nada.

Ninguna palabra y ningún un abrazo me llenaban el alma, porque la tenía rota.

Y por lo que falté al instituto fue porque en serio estaba enferma. Desperté con gripe al día siguiente y, si bien no estaba tan mal, preferí quedarme en mi casa.

Para el miércoles ya me sentía bien, es decir, hablando de la gripe, porque todavía me dolía siquiera respirar.

Por la noche, mientras me secaba el cabello, mi madre entró con un vaso de agua, para mi medicamento.

En serio estaba enferma.

Sin preguntar, tomó la toalla y un cepillo, luego se sentó detrás de mí para terminar de secarlo ella misma.

Yo bebí el agua con las dos pastillas que tomo antes de dormir.

—No tienes que ir mañana si no quieres —dijo.

—No quiero ir —señalé—, pero no me voy a quedar aquí siempre.

Recogió mi cabello, colocó una mano en mi espalda, donde está mi corazón, y se recargó en mi hombro.

—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja.

—... Me dijiste que se ponía peor, en ese momento no te quise creer.

Besó mi hombro.

—Nosotros no te podemos proteger de todo eso, mi amor, pero no nos escondas nada. Dinos lo que te duele y lo pasaremos contigo.

Lo que me duele. Sé bien lo que me duele, es solo que está por todos lados como si no supiera de dónde viene.

—Mamá... —hablé—, tú sabes que no importaba lo que me pusieran enfrente, yo lo hacía y lo hacía bien... —estoy hablando de todas esas clases a las que nunca quise ir, pero lo hacía y me volvía de las mejores—, y la única cosa que quería no la pude hacer... —todavía tenía lágrimas para llorar.

—Te suplico que no hables así —me abrazó y eso solo me hizo llorar más.

Nada de lo que hice por ella fue suficiente. Yo no fui suficiente.


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⏮ ⏯ ⏭

Al final no fui al instituto al día siguiente, eso ya fue más por mí, porque estaba bien, únicamente hablando del resfriado.

De todas maneras, Ámbar me envió todas las tareas que tenía que hacer.

Ella sabía que estaba faltando por enfermedad, no por otra cosa, además, bastó para que no viniera a mi casa.

No es que no quisiera verla, sino que no quería hablar más de Cecilia.

Por la tarde, me encontraba haciendo las tareas de hoy y vi de reojo a mi papá al acercarse a la puerta, se asomó al pasillo, entró y cerró con cuidado, sin hacer ruido.

—¿Qué pasó...? —con una seña, me indicó que guardara silencio.

—Si le dices a tu mamá, me va a regañar —extendió una mano hacia mí, sujetando una bolsa de papel.

Dejé mis cosas a un lado, la tomé y la abrí.

Lo miré.

—Es el que me pedías —se retiró la bufanda—, cuando estabas así de chiquita —bajó la mano hacia el suelo, un tanto, aludiendo a mi altura como a los diez años.

Miss. Delincuente | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora