La Caza

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Irónicamente aquella noche hacía más frío que en las otras noches que anteriores, tal vez fuera la necesidad de la comodidad del calor que otro cuerpo al suyo podía proporcionarle.
Puro factor de casualidad.
Con tendencias distantes, Lauren dormía profundamente, con su cara entre las almohadas cubriéndose en una oscuridad aún mayor de la que necesitaba.
Karila en su tienda había despertado en el insomnio medio, sus pesados ojos marrones se perdieron en las hojas de su gran libro de interés.
Intentaba no pensar demasiado que acabo leyendo.
Sin embargo, algo le llamó la atención, la canción de sonidos graves cantando con tanto amor, que su movimiento desde la cama era lento, el endurecimiento de la bata de seda y metiendo en su abrigo que estaba cerca de su cama.
Hacía tanto frío que no evitó capturar una bufanda y vestirse con más paños para caminar entre los corredores a media luz siendo guiada por los sonidos.
Asumió que era las 5 de la mañana, el sol aún no había nacido en el horizonte, la oscuridad hacia el exterior se vio interrumpido por el fuego abrasivo al fuego, pero tenía estos, cinco hombres que trabajaban para ellos en las excavaciones, todos los musulmanes postrados de rodillas sobre sus alfombras y orando bajo, en medio del sonido bajo de algún aparato de música.
El Ramadán dio indicaciones claras, estaba
empezando.
La princesa se movió, abrazando su propio cuerpo y moviendo la bufanda del cuello para usar como velo, en respeto cubrió su cabello.
Era raro no hacer lo que estaban haciendo, despertar a las cinco para hacer un suministro antes de la primera oración del día, la oración conocida como fayr .
El ramadán consistía en 30 días exactos, un mes completamente dedicado a desintoxicarse espiritualmente.
En efecto, todos los musulmanes adultos son instruidos a seguir el ayuno diario, a hacer las oraciones a la hora correcta, a adoptar la abstinencia de placeres carnales, fumar o beber, a reprimir deseos malos con el otro, así que el mes se aprovecha para someterse, para el perdón de los pecados cometidos, haciendo una comida antes del amanecer y dejar de comer durante todo el día hasta la noche para venir y comenzar el Iftar con una comida ligera para romper el sueño rápido y bueno en la noche, una rutina que se extendía y no despertaba quejas.
El sentimiento que el Ramadán trae a los musulmanes viene mucho de una emoción emocional, que une no sólo a los adultos, como a los niños.
Sonaba como un juego de acción de gracias que hacían los estadounidenses cada noche para tener el momento de romper el ayuno, las familias se reunieron para la comida después de un largo día sin comer, la prosperidad y la unidad que se ve en esta época del año toca a todos, sean musulmanes normales, de la simple población, como ministros y jefes de estado que se sienten más bondases a punto de renunciar a sus propios lujos para mirar al pueblo con más afecto.
Karila tenía la costumbre de darle comida a los necesitados en zonas de riesgo, fue, sin duda, la única vez en el año que ella y Al Sisi realizaron las mismas funciones con la misma intención.
Por su propia redención, la princesa supo aquella mañana que en conmemoración al Ramadán, Al Sisi estaba decidido a abrir el puesto de Egipto que bloqueaba a los refugiados de la franja de Gaza, zona fronteriza con Palestina.
Él tenía la intención de ayudar al pueblo a que entrara.
Era notable que el mes del Ramadán tenía intenciones de calma.
Al creer que estas acciones le darían el perdón, la princesa no cuestionaba su postura.
Apreció en silencio, sintiéndose tan desplazada e incómoda al no estar de rodillas al suelo, haciendo una íntima oración.
No estaba acostumbrada a la ausencia, nunca lo estaría.
Esperó en silencio a que los hombres terminaran su oración Fajr, y cuando vio que estaban moviéndose sobre las alfombras, fue a su tienda y vio como salía la madrugada serena que pronto hizo al cielo ponerse naranja en una línea suave, como advirtiendo el día venía.
Uno de los hombres que cantaba una baja canción, con barba prominente y mirada respetuosa se sorprendió al ver a Karila acercarse.
Cantó con nostalgia.
-Alteza-.
Saludó con los ojos hacia abajo, levantándose del suelo para mirarla.
Karila movió la cabeza en un acento educado.
-La canción del canto es hermoso,
¿Fue hecha por usted?-.
Le preguntó en árabe, mirando las orejas en sus ojos cansados, tenía un paño azul en el cuello, su edad notablemente remitido a alrededor de 50 años.
Él habló en voz baja, sus ojos parecían llenos de anhelo.
Así como la música que cantaba, y ella podía bien definir los fragmentos como algo tan profundo, un cántico llorado por el alma.
"Pues dime cuando volverás, mis noches no son las mismas, mis días no son los mismos, vivo esperando que vuelvas y me devuelvas la vida nuevamente, pues no vivo y no estoy sintiendo, si me permito sentir esto entonces me perderé en el dolor.''
-Verdaderamente hermoso, siento mucho su pérdida-.
La princesa lo elogió intrigada.
Cuando lo oyó cantando desde su tienda, no comprendía con certeza que la cantaba hacia los cielos, entre sus oraciones, destinando su bondad a su mujer fallecida.
-No lo sienta, alteza.
Estoy agradecido por ello, como cada año para el Ramadán-.
Parecía haber renunciado a lo que tenía, lo que le daba curiosidad por alguien que no trataba con ella, en su mente llegaba a entender lo que ella sentía, le oraba por Allah ofreciéndole una canción a su mujer fallecida que le traía una ansiedad extraña desde la boca del estómago.
No tuvo tanto contacto con las personas a su alrededor en toda su vida.
La sociedad tenía problemas y lo sabía y trataba de ayudar con lo que podía, pero no convivía de verdad con la gente hacía algunos años.
Cuando lo hacía era sólo por atender sus pretensiones.
-¿Se siente feliz cuando lo hace por ella?-.
Karila preguntó con sus brazos cruzados y apretados para contener el viento frío que iba y venía.
Él sonrió levemente y asintió.
-Me encanta ella,
¿Sabe?
Le ofrezco todo mi amor y me siento bien, alteza-.
Suspiró en paz consigo mismo, tenía que mirar hacia otro lado, pero estaba presente allí, viva.
-¿Me permite preguntarle sobre su muerte premeditada o fatídica?-.
El hombre estaba absorto, no pensaba en que la curiosidad de Karila viniera desde lamaldad, entendía que era tal vez una curiosidad genuina ya que también tenía nociones de que ella había perdido a su marido.
Dividían del mismo dolor.
-Algo fatídico, es tan inhumano pensar que alguien tiene fuerza para premeditar matar a alguien, principalmente siendo mi dulce Saba...-.
Respondió tarde. Karila se tragó en seco, sintiendo su cuerpo ansioso.
-¿Y tiene a alguien?
¿Se permitió unirse a otra persona de nuevo?-.
Su voz casi no salía.
El hombre negó.
-Es algo mucho más grande que yo, no puedo involucrarme con otra persona y dejar este sentimiento a un lado, me da incluso culpa tratando de librarme de ella, la encuentro antes del juicio final, me perdono y me voy a paraíso para vivir bien...
Era buena, una mujer de corazón en donde el cielo será su casa...-.
Su pasión era implícita en cada palabra de la ex mujer muerta.
Karila asintió, incómoda con tantos buenos sentimientos aunque estuviera en pedazos también.
-Alteza, si me permite a decirle...
No hay dolor que puede pasar en el amor de Allah, que veo en tus ojos que parece tan lejano y perdido, por eso no tuvimos nuestra comida ahora, dejamos todo listo para usted y empezar el ayuno pero no participó en la oración con nosotros, no estremezca su fe, Alá será misericordioso con tus pecados, aún es tiempo-.
El hombre habló con pasión religiosa.
Karila se estremeció, no había pensado seriamente en aquello desde el momento en que apareció allí la noche pasada, en el momento en que libró la cara, que hizo cosas sin pensar.
Que besó a otra mujer.
Su fé tan estremecida no la hizo sentir culpable.
-Es demasiado tarde para mí, mis pecados pesarán-.
Habló con voz baja, con los ojos marrones en la cara de sorpresa del caballero.
-Usted tendrá tres días, la apostasía no será solución porque Allah tema
¿Ha perdido un ser querido?
La gente habla de su descontento a través de Egipto, pero el miedo no entenderá que está nuestro salvador de corazón y que eres bondadosa como pocos lo son, si ayuda a su hermano, Allah será misericordioso-.
Parecía tan seguro de lo que decía por la forma en que hablaba que la hacía sentir incómoda al tan transparente con alguien que apenas conocía a menos de vista.
Sabía que sería perseguida por la población musulmana muy tradicionalista que asume la apostasía, su vida no sería la misma.
-Resguardaré mi decisión, gracias por el consejo-.
Eligió mentir que decir no.
El caballero parecía un poco desorientado, pero convencido de su propia verdad y lo que siguió, si aun con su esposa muerta con sus propios excesos seguía sonriendo, no podía imaginar lo que haría en caso a estar en una apostata.
Karila sabía que necesitaba mantenerlo callado.
-Tengo que volver a mi descanso, Salam-.
El hombre saludó y se inclinó con respeto.
-Salam, Allahu Akbar-.
El hombre declaró, Karila se trasladó con sus pensamientos perdidos.
"Dios es más grande".
Al pisar los corredores de las tiendas, la princesa se libró del pañuelo sobre los cabellos y caminó hacia su cuarto.
Estaba pensativa sobre todo lo que oyó, sus convicciones se estremecían, pero ella se negaba a rehacerlos, engullía con fuerza e intentaba entender lo que sucedía consigo misma.
Ya no podía seguir, pero estaba en un callejón sin parar porque no podía actuar fuera del itinerario. Era aún más ofensivo reflejar que podía estar pensando en usar la religión, que por años fue su único refugio en medio del dolor, era una coartada para su protección mientras no alcanzase sus propios objetivos.
¿Sería suficientemente discreta?
¿Por qué ya no había hecho lo suficiente para ser discreta?
Parpadeando repetidas veces de manera confusa entró en su propia tienda y allí se mantuvo, incluso en medio del insomnio y el sueño que no vino.

Hidden  (Camren Gip)Where stories live. Discover now