Demonios

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Narrador POV

A pesar de que no diría en voz alta, Karila sentía todos los días la angustia de no tener a Normani cerca, y motivada por esa falta ella se agarró de la única oportunidad que su cuerpo y mentalidad encontró de deshacerse de pensar en aquella sensación mala todos los días y por eso Lauren se había vuelto más que un pequeño pretexto para sacarla de la órbita enloquecida que era su vida desde el momento en que se hizo lo suficientemente madura, años atrás, para entender que no era una joven normal que podía vivir su vida naturalmente.
Su inseguridad de días atrás cuando estaba en aquel medio de negaciones para no entregarse a una posibilidad se había vuelto brumosa, se sentía bien en tener la presencia de alguien, y aunque no le gustaba pensarlo y asumir el hecho, se sentía bien con la presencia de la historiadora citando banalidades y siendo inadecuada en todos los momentos en que veía un momento para serlo.
Le gustó el hecho de que ella entiende cuándo parar y alejarse, y la manera en la que insiste en no decirle nada que su ego necesitaba oír.
La princesa era movida por excentricidades, su postura arisca en situaciones que necesitaban seriedad era opuesta cuando ella no tenía nada que pensar que no fuera en la eminencia de la presencia de la historiadora, tal vez tener miedo de ser atrapada con otra mujer dentro de su casa fuera menos aterrorizante de pensar en la muerte la mayor parte de su tiempo, e incluso si no pudiera asumir, que la mujer le gusta lo suficiente para olvidar un poco sus problemas, ya que siempre ha odiado lo inesperado.
Lo inesperado que Lauren le mostraba gradualmente parecía más tentador que el inesperado de su propia vida conflictiva.
El poder de convencimiento de Lauren se estaba perfeccionando con el tiempo, pero aún no era tan concluyente, el hecho de estar durmiendo en su habitación aquella noche la molestó, la noche anterior estaban juntas, en aquella Karila alegó con un poco de incertidumbre que parecía muy cansada para pasar la noche juntas, no es que dentro de ella no quería, al menos, la presencia de
Lauren al dormir, era sólo un miedo intrínseco que iban demasiado rápido en direcciones que no podía reconocer.
En medio de un insomnio completamente perturbador, Lauren salió de su cuarto frotando sus párpados con las palmas, colocando sus anteojos sobre la nariz y regulando los vástagos para ver mejor los corredores poco iluminados con luces bajas en sus tonos anaranjados dejando en sí una sensación trepidante, una unión tan tentadora de temor a lo inesperado, y desafío por estar en un lugar que pareciera en su todo tan grandioso.
Incluso después de tanto tiempo, aún no podía creer que estuviera en El Cairo, en una mansión tan decorada con la magnitud esplendorosa de lo mejor de Egipto, durmiendo en sábanas tan suaves y bien cuidadas, siendo tan bien tratada por mujeres en sus hijabs de colores, después de haber estado la noche pasada con la última princesa viva del país, la imposibilidad de las situaciones tropezaba en su conciencia tan violentamente que a veces temía despertar en Connecticut, mirar su reloj de noche y descubrir que necesitaba despertar para sus clases de doctorado.
Era increíble aún más cuando se acordaba que casi fue asesinada por la princesa.
Las amenazas que había sufrido el primer día todavía le traían sensaciones escalofriantes, el hombre muerto fingidamente, Normani tratando de librar su culo de toda confusión, las amenazas en los pasillos, Karila agarrándola por el cuello como si pudiera matarla.
Recuerdando que la mujer de negro entró valiente en su habitación a susurrarle mentiras la hizo sonreír tristemente, por lo que quería verla antes de
despertar de ese sueño.
Todo parecía caminar bien a un buen fin, no es que dejaría de pensar que la princesa corría peligro, pero estaba tan optimista que la ayudaría a salir de aquella situación, que nada la hacía menos inconsecuente y valiente que antes.
Pisando en sus zapatos simples de tejidos que le recordaban a unas pantuflas elegantes, se movió sobre la alfombra que cubría cada rincón del pasillo, el silencio profundo y continuo la hizo caminar sosteniendo su celular, lo usaría si necesitaba un poco más de luz, pero el hilo de su reflejo en la sala de estudios la hizo girarse y mirar por la ranura abierta.
Tomó su teléfono para asegurarse de la hora:
Casi las cuatro de la mañana.
Ursel parecía cansada, casi durmiéndose con sus codos apoyados en la mesa, las manos sobre los papeles desordenados en su escritorio, su notebook estaba abierto reflejando la luz que salía por la puerta, era la única iluminación en toda la habitación.
Lauren no la quería asustar, pero su bondad era tremenda en su deseo de decirle a su compañera de trabajo que fuera a dormir en un lugar más cómodo, los hallazgos en El Kab iban por buen camino, volverían pronto, o no entendía por qué la mujer estaba tan cansada a punto de pasar a madrugada en aquella sala de estudios.
-Ursel-.
Lauren la llamó por lo bajo, intentando no asustarla cuando entró en el ambiente casi en las puntas de sus pies.
La mujer movió la cabeza confusa y rápidamente, moviendo la mano para cubrir el ordenador y cerrar con una freneticidad tan rápida que Lauren hizo una mueca en la oscuridad cuando la fuente de luz del ambiente fue tan violentamente apagada.
-Oh, Dios mío, Lauren,
¡Me asustaste!-.
La mayor dijo mientras movía su mano a una linterna sobre la mesa y la encendió con facilidad, apuntando a la cara de Lauren que frunció el ceño y cerró los ojos, tomando su mano izquierda para cubrir la luz brillante dirigida a ella.
-Lo siento, sólo quería llamarte para que vayas a tu habitación, pareces cansada...
Te esfuerzas demasiado-.
Lauren comentó inocentemente preocupada, sus ojos tratando de desviarse de la claridad dirigida a su cara.
Ursel movió la linterna en otra dirección cuando se levantó, sintiendo sus musculos adoloridas. Sus manos reunieron los papeles rápidamente y las colocó de todos modos dentro de su carpeta.
-Estaba trabajando en los nuevos hallazgos, no se podría traducir algo nuevo esta noche en el libro de Karila-.
Habló con dificultad, estaba claro que los papeles no eran bienvenidos para que Lauren los leyera.
La historiadora de arte vio aquella acción extraña, pero no dijo nada, creyendo que era sólo por el susto.
-No me molestas con eso, haces mucho, descansa un poco-.
Lauren insistió.
La más vieja capturó su notebook y la cartera y parecía más aliviada cuando estaba totalmente cerca de Lauren.
-¿Qué haces despierta ahora?-.
Ursel preguntó con la mirada intrigada.
-Insomnio-.
Lauren se encogió de hombros.
-¿Algo que pasa para que te aflijas de esa manera?-.
Ursel inquirió nuevamente, la sencillez con la que preguntó aquello no levantaba sospechosa alguna.
-Creo que sólo es falta de sueño, pensé en leer un poco y te vi aquí-.
Lauren apuntó la sala a su alrededor.
La voluntad no era estar sola, ni tampoco leer, quería subir al piso superior y quedarse con la princesa, pero sabía que aquella noche la decisión era explícitas de que no debía.
Ursel la observó profundamente en silencio antes de tocarle el hombro con la mano libre y confortarla.
-Eres demasiado joven para eso-.
No era nada lo que Lauren esperaba oír, quedó totalmente confundida con lo que dijo, pero Ursel sonrió levemente y salió de la sala, llevando consigo su linterna apresurada.
¿Pensó que tal vez su insomnio era algo de edad? Lauren se sentó en la silla y aun así esperó un tiempo, antes de conectar la pequeña lámpara y poner las hojas de traducción sobre la mesa, invirtiendo en la lectura sumergiéndose en un universo paralelo al suyo.
"Hoy podía ser como cualquier mañana, pero algo le había sucedido a la princesa para que su humor se mostrase irritable.
El señor Shaer no está en casa, necesitaba resolver problemas de su empresa, mientras que Karila Aistarabaw I estaba sola, y ella aparenta que no se siente en el jardín sola, leyendo libros de historia del arte para profundizar su calma, cuando termina sus oraciones se alimenta con cuidado y en silencio, conversa con su asistente más cercana sobre cómo están los días, y parecen mantener bonitos vínculos, como algo más que una hermandad."
Lauren pausó la lectura y volvió a pensar en Normani.
¿Cómo estaba?
Su corazón palpitó ansioso por intentar descubrir eso de inmediato, por la zona horaria de Marruecos tendría una hora menos, tres de la mañana, sabía que nunca encontraría a Normani.
¿Respondería a su móvil?
Fue aislada completamente para ser protegida por la princesa de Marruecos.
Algo le hizo enviar un mensaje directamente:
"Hey Normani es Lauren, lo siento por todo lo que ha venido sucediendo en los últimos días, espero que estés bien, Karila también parece que se siente dela misma manera ya que es demasiado difícil de sobrellevar las cosas, saber de las acciones recientes me da la certeza de la confianza en ti, no creo que ella es una mala mujer, sólo necesita protegerte".
Lauren se sintió tonta cuando leyó lo que envió, sabía que no sería recibida por el destino, y aun así se avergonzó de aquella tontería, colocando el celular de lado.
¿Qué pensaba?
¿Qué tendría una respuesta?
A pesar de ello estaba convencida de que no sería contestada, era triste cuando la pantalla del móvil no le mostraba una notificación de respuesta.
No había respuesta y parecía tan vacío que se mordió el labio inferior cerrando los ojos y apoyando la mejilla contra la mesa helada, mirando por la puerta entreabierta en la oscuridad, su postura endurecida y rígida al descansar sobre la mesa y observar el movimiento de Hadd cansado en el pasillo, que era cada segundo que Lauren salía de su propia habitación, tratando de permanecer en el puesto de observación sin ser pesado.
Pero quería protegerla sobre cualquier cosa.
La historiadora lo miró perdidamente, estaba tan oscuro, pero el traje negro tenía sus detalles dorados, y éstos brillaban con las luces bajas del pasillo, la mujer pensó profundamente sobre su vida, sobre qué pesos todos cargaban desde el momento en que decidieron en el momento ápice de la explosión de batalla que serían leales a Karila y a nadie más.
¿Qué hacía que resistieran valientemente para sacrificarse por completo la vida de una mujer? ¿Entendían que mantenían la esperanza viva?
¿La esperanza de una nación entera que aún anhelaba por alguien que pensara en ellos como prioridad por encima de cualquier anulación a una fuerza opuesta?
Lauren movió su rostro de la mesa y apoyó la mano en su mejilla observando su movimiento, estaba con el cuerpo rígido en la pared.
Ella recientemente se dedicó a estudiar política, leyendo todo lo que podía para construir en sí un análisis crítico que fuera más allá de sus sentimientos.
Se enfocó exclusivamente en todos los escenarios crepitantes de Egipto hasta ese punto.
Las noticias internacionales lo citó como un período sin simplicidades desde los últimos días de Mubarak en 2011, el estallido de la primavera árabe y el caos más sangrienta que había pasado con la región, sé lo que pensaban, finalmente había una efusiva esperanza de democracia tras tantas protestas.
En el año 2013, Al Sisi tomó el poder del país con un golpe de estado extremadamente sangriento a toda oposición religiosa cuando el entonces presidente del país Mohamed Mursi fue depuesto, calló a miles de voces, y volvió a la situación como un momento de política libre para las ilusiones y dictatorías a cada actitud.
Se trataba de una intervención más violenta surgida de la revuelta del hecho de que se empobrecieran cada día por la economía y la desigualdad tan inconsecuente del país, o por un momento de necesidad en que la voz, se escuchó en la plaza central de Tahrir, donde estaba la bandera egipcia alzada en sus tres tonos, mientras que los soldados del gobierno llevaron rifles para mantener el orden.
Orden.
El contraste perfecto de la orden mantenida por la fuerza, no había carteles antagónicos a Al Sisi en el centro de El Cairo, en ningún centímetro cerca de la plaza, los egipcios diariamente estaban obligados a cerrar sus ojos, tragar a seco y olvidar completamente lo que sucedió en aquel lugar en 2011 y 2013, en las revueltas del pueblo contra los dictadores del pasado que dieron espacio a un dictador cínico que sabía actuar y portar como un hombre teatralmente sereno.
Así como era amado, era también masiva y silenciosamente odiado.
No es que su amor lo mantuvo en el poder, las cosas no funcionan así, pero el hecho de que él destruyó desde raíz a todos los de la oposición del gobierno, dejaron claro que Al Sisi era un hombre que no estaba dispuesto a perder el poder, van contra él ser un legítimo musulman egipcio que le puede proporcionar dos extremos: la cárcel o la muerte.
Hay muchos egipcios que podían postularse peor que Mubarak, el dictador más abominado y famoso de toda la historia política egipcia por diseminaciones internacionales, ya que se quedó 30 años en el gobierno y sólo salió por presiones internacionales, incluida esta de Estados Unidos. Lauren había leído poco sobre el hombre en las referencias de Faruk como la historia de Karila, pero era un hecho que el ex dictador no había hecho ningún movimiento en amenaza a la princesa, aunque la fama de su esposa, Suzanne Mubarak no era nada buena.
Hamid murió el mismo año en que Al Sisi tomó el poder de Egipto en 2013.
No era sólo una coincidencia para Lauren, y ella sabía que tampoco fue coincidencia para Karila cuando su red tan competente de guardias y posibles investigadores encontraron las semejanzas y acciones en todos los casos.
En los libros de Faruk, la muerte de los padres de Karila se debía a una emboscada siniestra y poderosa, en época en que Mubarak aún estaba en el poder, mediados de 2001, pero el hombre no parecía preocuparse por la familia real, no había indicios de que había antagonismos entre la familia Aistarabaw y Mubarak, que sólo dejó en claro que la red de personas que querían la cabeza de Karila era enorme.
Con Mursi, ni hubo ningún ataque directo, tal vez por ser demasiado religioso y por respeto a la princesa...
Postura que para Lauren no estaba mal en citar que cualquiera de esos hombres eran buenos, independientemente de su apoyo a la princesa o no, sólo se dejó en claro que tenía más autosuficiencia en no temerle.
Mubarak y Mursi no le temían a Karila, porque el primer hombre ya había tenido de 30 años en el poder, él no llamaba a eso una amenaza, políticamente no le importaban las amenazas, Mursi se enfocó demasiado en un apoyo casi sencillo antiguo al padre de Karila con la Hermandad Musulmana para que fuera atacada gratuitamente, pero Al Sisi...
Bueno, actualmente todo tenía demasiado sentido para ignorar el hecho de que Al Sisi y Karila se odiaban por completo.
Y allí estaba Hadd, tan valeroso recostado en la pared viviendo para un propósito mayor, Lauren sentía en sí que Karila sabía todas las responsabilidades que cargaba, las consecuencias que su simbolismo moral representaba, si la odiaban o temían, se creían que era una mujer asesina, el mundo ya hacía cuestión de su presencia, muchos querían que ella prosperara.
Y estos muchos ya no estaban en la conciencia de Lauren, tampoco en la de Karila, porque ambas no tenían noción de números, pero éstos crecían, en las periferias, en los cantos más inmundos y baldíos, en medio de los descuidados, en rumores y en las ruedas empobrecidas de hombres y mujeres temblando en medio de la miseria, así como en el círculo del poder y de la soberanía conflictiva en el país.
En la Ciudad de los muertos o en Higienópolis, algo grande estaba siendo contemplado a suceder, el temor de Al Sisi no era banal.
El brillo triste y agresivamente colocado en los ojos de millones en la desgracia plena de aquel país, aún resistió por un hilo único, aun así fácilmente rompible, pero que intentaba prosperar en cada alma que tenía poco que pedir a su Allah, y ellos lo
pedían...
En el caso de que se trate de una persona que no sea de su familia, no de un religioso ni siquiera de un dictador...
Las esperanzas iban por primera vez en las manos de una mujer, Karila Aistarabaw I, la última princesa de Egipto.
No tenía ni idea de la magnitud de las expectativas locas para sobrevivir y prosperar que acababa de re-emerge debido al sencillo hecho de que resistise a la tiranía que siempre había perseguido su vida.
Contemplando el amanecer, Karila reposaba los codos sobre los tejidos confortables y lujosos, recostando sus senos en la cobija, las manos apoyándose en su frente, respirando profundamente en silencio.
No se oía nada más allá que su respiración, sintiendo la aguja perforar metódicamente los centímetros que debían llenar hasta entonces 39 tatuajes en su espalda.
La joven de 16 años tenía un pliegue realmente concentrado al sentarse tan cerca de Karila, contemplando la espalda desnuda de la princesa que no decía nada, sus actitudes eran respetuosas, desde el momento en que se puso los guantes en las manos y envolvía el fino soporte de cristal que se fijaba a una aguja fina.
No hay nada como pequeñas máquinas ruidosas y llenas de modernidad, la práctica handpoked era anciana y vino de los antiguos egipcios influencias de épocas faraónicas, comenzó a influir en otras culturas, como los métodos antiguos y lentos.
El hecho fue que tomó más tiempo, mientras que la tinta de color negro del tinte ligaba a la planta de inermis Lawsonia, una planta tan diversa en la región egipcia, era metódicamente colocada por la punta de una sola aguja, mezclando el negro poder del simbolismo al que los tatuajes cargaban consigo, a la sangre tan roja de Karila.
Ella no sentía dolor, ya se había acostumbrado a él de todas las maneras más literales como para sentirlo.
Como sus tatuajes eran flores que se completaban, y eran un espiral delicadamente metódico de laberintos bellísimos, por ser un método tan minucioso, tardaban cerca de 5 horas para que todos los detalles fueran compuestos con un bastón de cristal de aguja única, comparando la facilidad de varias agujas por segundo con máquinas modernas.
Karila se hidrataba con agua y se quedó inmóvil, la mayoría de la hora, siempre comenzando en la madrugada, como para disfrutar del sol en silencio. Conseguir avistar el sol siempre fue señal de que estaba allí, viva.
Y por cinco horas se mantuvo en la misma posición, hasta oír el bajo llamamiento de la joven, que dijo en árabe que había terminado, limpió los restos de tinta y sangre y cubrió la piel del recién tatuaje con una pomada hidrante que tenía como uno de los principales compuestos, aceite de girasol.
Sus manos delicadas cubiertas con el guante, aplicaron el vendaje para cubrir el lugar por algunas horas y se levantó, volviendo a apuntar los ojos al suelo en respeto, cuando Karila se movió de donde estaba acomodada y se alineó moviendo la abaya para cubrir el espacio de su cuerpo, mirando a la joven enseguida.
Agradeció y percibió la expresión de la joven iluminarse con el hecho.
En el momento de la muerte de su madre y sus hijos, magnitud al cual ella sabía íntimamente que no pertenecía a sí misma.
Al observarla salir de su cuarto, Karila caminó hacia el espejo que estaba cerca de su baño, sus ojos se movieron por su cuerpo cuando se volvió de espaldas al espejo y observó con una realización mórbida los trazos recorriendo toda su espalda hasta el nuevo curativo cubriendo las dos nuevas partes de aquel dibujo, estaban cerca de su costilla izquierda.
Volvió a cubrirse después del análisis rápido y capturó el hijab dejándolo sobre sus hombros por si necesitaba colocarlo sobre sus cabellos con prisa. Sus dedos recorrieron los guantes que necesitaba vestir y se miró en el espejo, esperando unos minutos para que Sarosh subiera para ayudarla a vestirse debidamente.
Se puso media larga de tejido grueso, con los botones de oro con detalles que adornaban bien lo que ella siempre vestía incluso solo para estar en su casa.
Estaba acostumbrada a comportarse como una reina, no había que esperar a una princesa de rábano adicional, con oro y todas las ventajas estaban en su hábito de años, la ayudaban a vestirse y arreglarse, la forma en que se hizo cargo de su salud, de su vanidad con su cabello, con las uñas y piel, en sus momentos de exigencias estéticas se reservaba a un momento íntimo sin llamar la atención de los visitantes, para que no se dieran cuenta de que ella necesitaba mucho para estar de la manera que se portaba todos los días, la gracia real en el mundo era que, se mostró con una princesa sin exponer que en su espalda tenía millones de dispositivos y ayuda humana para mostrar todos para verla cuestionando sus posibilidades humanamente posible.
La gentil gracia estaba en lo inalcanzable, nada parecía fuera del lugar, sosteniendo las gracias divinas de las monarquías, y los pesos históricos que venían como los tejidos caros de sus ropas.
En todas partes del mundo representaba el poder
de una nobleza que aún vive y con el oro radiante llevar deudas y responsabilidades históricas poco práctico porque la democracia necesita mantenerse.
Al salir de su cuarto casi a las once de la mañana, Karila se movió a su sala de reuniones, deseaba tener su desayuno allí, aunque fuera necesario cultivar su presencia con los historiadores en el piso abajo, ella todavía tenía otras necesidades en aquel momento que exigían de sí una sobriedad mayor que quedarse sólo para oir las bromas mientras todo sucedía fuera de los muros de su mansión.
Hace unos meses y estos ya estaban a punto de completar los cuatro meses en que tenía los historiadores allí, su rutina personal había cambiado completamente, sus horarios de desayuno y almuerzo, así como la cena eran diferentes, el pueblo egipcio era totalmente diferente a la versión de los huevos con tocino y panqueques por la mañana, lo que mostraba su comprensión al occidente y su buena voluntad en adaptarse a estar con los estadounidenses en una rutina de ellos, dentro de la cultura egipcia.
Karila siempre hizo el mayor esfuerzo que podía para adaptarse a su ambiente, sin dejar de recordar el suyo...
Era típico ver la mesa del desayuno largo y abundante, compartía el espacio típicamente egipcio con tostadas, tortitas y miel, jaleas, e incluso tocino, algo nada típico en su casa porque había crecido con musulmanes, no comían carne de cerdo en Egipto, y los huevos eran raro comerlos.
Ella colocaba la cultura americana dentro de su casa, aunque no era su hábito, pero era para agradar a sus visitantes.
Y ellos sabían que no podían reclamarle a aquella anfitriona, era la mejor que podían tener.
Se sentó en su silla en la sala de reuniones y encendió su portátil, escribiendo un rápido mensaje para la princesa de Marruecos.
"Dayna, espero que hasta el momento estés teniendo un buen día.
Quiero hablar de Normani, ayer no me enviaste mensaje alguno sobre ella actualizándome sobre su situación después de una semana en completo silencio,
¿Todo está bien?
¿Lograste conversar con ella?
Espero tu respuesta, necesito concluir algunos asuntos importantes aquí en El Cairo.
KA"
La princesa esperaba que la respuesta fuese online, como de costumbre, pero su celular sonó repetidas veces y ella atendió, extrañamente intrigada con la necesidad de una conexión, su mente siempre proyectando para lo peor con Normani, haciendo que su pecho doliera por algunos segundos.
-¿Dayna?-.
Inquirió exaltada.
-Karila, siento no haber respondido en estos últimos días, ella se mantuvo silenciosa por algún tiempo, no quería preocuparte-.
La princesa de Marruecos habló rápidamente, llenando a Karila de alivio a punto de respirar profundamente y recostarse en su silla con una tranquilidad mayor, confiaba en Dayna, eran cómplices hace mucho tiempo, estaba todo bien.
-Me quedo tranquila con eso,
¿Todavía se resiste en hablar, o ha logrado cierto progreso?-.
-Habló conmigo un poco, dijo que sentía subestimada con su actual forma física, pero se quedó tranquila, entendió lo que dije y volvió a dormir, está más tranquila ahora que antes, no te preocupes-.
Dayna contaba su relato muy bien.
Lo que hizo que Karila apoyara su mano en el rostro, molesta de que Normani se sintiera inferior.
-Dile que no subestime su forma física, es tan increíble y siempre ha estado todos estos años cuidando de mí, que se preocupe por su bienestar y al igual que yo necesito hacerlo-.
Su verdad era aquella.
La princesa de Marruecos no consiguió responder de inmediato, no cuando visiblemente contaba una mentira.
-Normani tiene mucho tiempo para descansar ahora para poder enviarla a los Estados Unidos, y va a ser inalcanzable para todos-.
Su sugerencia era pretensiosa y nada dosificada.
-Si ella se siente bien para irse ahora, que lo haga, me entristece no poder verla nuevamente, pero dile de mi parte cuánto lo siento por eso, además dile que hice transferencias monetarias para que tenga una buena vida donde sea que quiera estar en fruto de su lealtad y amistad conmigo, y profundamente entiendo si no quiere nunca más hablar conmigo-.
Karila susurró sintiendo sus mejillas calientes.
No había manera de hacer algo más allá que eso, pero era muy feliz de que Normani estaba bien en un futuro diferente a la que había sido condenada por algún tiempo solo para protegerla.
-Sé que por algún tiempo seré tu portavoz con Normani porque nunca más podrás verla, entonces llevo eso como gran responsabilidad-.
Dayna aseguró minuciosamente contenida.
-Estoy agradecida por ello-.
Karila exponía fervientemente honesta.
-No me agradezcas-.
La marroquí respondió.
-Antes de colgar, necesito algo-.
La princesa egipcia se movió de su lugar y capturó una de las carpetas en su cajón, colocando la misma sobre la mesa, hojeándola.
Dayna estaba ansiosa por colgar, no quería mantener esa llamada por mucho tiempo porque su recién ansiedad la haría durar poco en medio de aquellas mentiras y preguntas demasiado específicas, entonces ella se desconcentraba y volvía al momento.
-Quiero una dirección,
¿Puedes responder por mensaje?-.
Le pidió en caso de que pudieran escucharlas.
-Por supuesto, colgaré y te responderé en segundos.
¿Hasta pronto?-.
Dayana respondió cortante, apresurada por irse.
-Gracias, hasta pronto Dayna, gracias por lo que haces por mí-.
Volvió a agradecer, la princesa marroquí apenas logró retrucar el agradecimiento y colgó.
Mientras Karila volvió a hojear la carpeta y escribir lo que quería.
"Volvieron con fuerza total la fiebre de mutilaciones genitales, necesito la dirección del Clérigo que apoyaba a El Marikh.''
Sus aspiraciones eran personales, no solía tratar personalmente con la gente, pero en aquel momento tenía que tomar las riendas y seguir sin Normani que estaba inalcanzable y no podía proporcionar ayuda, porque podía imaginar que hasta la odiaba a aquel punto.
"Región periférica de Dar El Salam, es un lugar complicado de acceder con tu flota de Corvettes sin llamar la atención."
Karila sonrió por el mensaje anotando la dirección en una nota personal en sus papeles.
"Tengo los medios, no te preocupes en cuanto a eso, gracias por la información, necesito averiguar eso cuanto antes."
Se movió de la mesa con los papeles en las manos y tocó el móvil, llevándolo al oído llamando a Akil avisándole que necesitaba conversar con él y a Hadd en unos minutos.
En el momento en que se acercó a ella, puso la carpeta de papeles en su habitación y descendió para darles una mirada a sus visitantes que estaban en la sala, observando al bajar por las escaleras a Mahara y a Lauren conversando en el patio principal, Ali estaba en el regazo de la historiadora, intentando capturar arduamente las gafas en su cara.
La princesa arqueó una ceja en silencio al observar la escena, pero no dijo nada cuando vio a Ursel y a Gold caminando juntos en su dirección, parecían radiantes.
-Buenos días, parecen animados,
¿Hay alguna novedad?
¿Qué pasa?-.
Preguntó observando la risa fácil de Ursel que asintió tan deprisa por la pregunta.
-Hemos logrado encontrar algunos fragmentos en El Kab que pueden llevarnos a una búsqueda más grandiosa, sólo esta semana conseguimos verificar lo que exactamente es, el director de antigüedades del gobierno estaba animado por teléfono, ¿No le importaría si vemos eso, alteza-.
Ursel preguntó con duda.
Karila negó, estaba claro que no se ponía en contra, sabía que el director de antigüedades siempre fiscalizaría los nuevos descubrimientos, había cosas inexplicables que sólo ocurrían en Egipto, existían prohibiciones de divulgación internacional en ciertos hallazgos, mucho de eso por el escepticismo que envolvía ciertas ocurrencias sin sentido.
-¿Pero qué encontraron?-.
Tenía curiosidad.
Gold sonrió, tratando de doblarse para mostrar todo por la pantalla de su móvil a la princesa, que dudaba de acercarse y observar.
-Son indicios de jeroglíficos, si encontramos más de eso, podemos trazar la línea temporal con más certeza, pero está muy claro que queda entre una de las inscripciones más antiguas de la humanidad, cerca de 4000 años, Lauren cree que puede llegar fácilmente a 5000 años, pero necesitamos más evidencias, entonces debemos volver en algún tiempo breve para no perder el sentido de adecuación-.
Fue rápido en explicar, mostrando las imágenes de fotos en alta resolución.
Karila se mostró maravillada.
Era la primera expedición a la que daba apoyo y descubrían algo tan especial como aquello.
-Eso es algo inédito en estas expediciones, son dibujos únicos y dice mucho sobre el sistema de la escritura antigua-.
Ursel habló observando con ellos.
-Enhorabuena, eso es brillante, sigan siguiendo los rastros, será increíble estar con ustedes en eso.
El ministerio de antigüedades no debe privarles eso, sin duda habrá apoyo internacional-.
Karila elogió sabiendo que no había demasiado en ese hecho, que debía mantenerse en secreto.
-¿Dónde están el resto de ustedes?
¿Tomaron el desayuno?-.
Karila preguntó brevemente, observándolos a ambos.
-Sí, están esparcidos por aquí, algunos en los jardines, otros todavía tomando café, lecturas y en sus momentos de calma-.
Ursel habló dando un acento educado.
Karila asintió, analizando todo, la paz parecía a reinar en su casa.
-Tengo compromisos todos estos días, espero que no sienta mi falta si no me encuentran comiendo con ustedes-.
Karila le advirtió dando un leve acento de despedida, ellos entendían, aunque le costara una mirada más profunda de Ursel en ella.
Karila se movió hacia el garaje donde quedaban sus autos y esperó en silencio, observando Hadd y Akil entrar en el ambiente, aún era raro para ella lidiar con hombres en aquella situación íntima al conversar sobre sus pretensiones, aunque fuesen confiables, sentía la falta de Normani.
-Necesito una buena ruta a la dirección de esta tarde, las cinco suenan como un magnífico momento para salir de casa, necesito averiguar sobre una situación y es un hombre que no vendría a mi casa en cualquier forma porque estoy seguro quién soy y sobre mi fama-.
Les avisó a Akil entregándole la dirección a los hombres, llamó a Hadd porque tenía interés en invitar a Lauren a que acompañara en esa situación, y él entendía ese hecho, porque desde hace un tiempo no recibía órdenes de Karila ya que era el guardia de Lauren desde lo sucedido con Al Sisi.
-Alteza, esa región es bastante aislada, para entrar allí sin llamar la atención necesitamos otros coches que no sean de lujo para evitar cualquier actividad sospechosa indebida-.
Hadd avisó con el ceño fruncido mirando al papel. La princesa asintió como si eso no fuera un gran hecho.
-Tienen para encontrar un coche viejo y blindado hasta las cinco, El Cairo es extenso, tienen muchas opciones-.
Hadd parecía escéptico, mientras que Akil estaba intercalando su mirada con el experto guardia que sabía perfectamente bien sobre cada rincón de Egipto, y en Karila que parecía divertirse visiblemente con el hecho de que aquello sonaba como imposible.
-Su Alteza, sinceramente, no veo cómo alguien en Egipto blindaría un coche viejo, si tiene suficiente poder financiero
¿Por qué no blinda un asiento 133 o Fiat 124?
Y así protegerlos en un BMW, Porsche o Audi coches deportivos y de lujo-
Hadd parecía casi desesperado.
-No acerca de coches, Hadd.
Su trabajo es sólo encontrar lo que pedí, ni es tan difícil, ya han tenido misiones peores, y tienes a Akil para cederte su apoyo necesario. Ya he trazado lo que quiero, encuentren un coche-.
Advirtió no dejando más apertura para quejas.
El hombre se quedó en silencio observándolo.
-Quiero salir en el helicóptero por lo que no pueden dejar una fácil apertura para que persigan o destrocen el coche, además, el viejo coche blindado debe ser lo suficientemente seguro como para soportar cualquier adversidad, porque hoy no quiero compañía, sólo tú, Akil y la historiadora.
Cuando tengamos que salir de la región, ahí quiero mi escolta en al menos cinco cuadras de distancia de la dirección.
Nada puede fallar o no tendremos ni siquiera 24 horas para contar más historias-.
Avisó mostrándose confiada en la situación, no estaba dispuesta a dar para atrás, así como no podía evitar resolver una situación que huía del control, y le costaría mucho ignorar como ya tuvo que ignorar tantas injusticias que en años pudo ver y nada podía hacer.
-Sí, Alteza-.
Él confirmó con una breve reverencia mientras ella asintió satisfecha.
Sabía que el hombre vivía de preocupaciones, siempre fue así desde que se convirtió en viuda a los ojos de la sociedad, una pobre o una loca sanguinaria, pero cada día podían escoger qué personalidad creer.
Hadd también tenía familia, pero él nunca prometió volver, porque sabía que la batalla de los revides era la manera en que la princesa seguía viva, y él sabía bien que si quería a sus hijas cerca, su futuro dependería de Karila, no sólo por protegerlas, pero era su admiración por la princesa de Egipto como todos sus funcionarios lo hacían.
Dentro de sí, Hadd no tiene miedo, sin miedo pero siempre admirado por tener un buen corazón egipcio tratando de cultivar en sí la esperanza de que iba a prosperar, aunque le costara su manos, piernas, brazos, o su propia vida.
Karila previsto que sería buen momento para ir a Heliópolis esquivando cualquier indicio de militar de Al Sisi, porque sabía no tenía sentido comer afuera. Le pidió a Sarosh que la ayudara con una bolsa con ropa para quedarse el resto del día afuera, la mujer lo hizo de pronto, arreglando todas las vestiduras que podían ser plegables dentro de la bolsa de cuero, y extendiéndose en perchas a las que no debía meterse.
La princesa la dejó guardando sus cosas correctamente y fue al segundo piso en la sala de reuniones y avanzando hacia la estantería con sus esculturas y fotografías, abriendo la puerta mágica donde los antiofídicos estaban alineados por nivel de concentración.
Junto a ellos, las botellas transparentes con veneno de Naja Haje,capturó una de las botellas, poniendo una en su escritorio antes de que se oyera un golpe en la puerta.
Al escucharlo, cerró todo colocando la botella en el cajón superior ocultándolo a toda prisa antes de levantar su barbilla.
-Alteza, soy yo, Lauren-.
La voz reconocible la hizo moverse.
-Entra-.
La historiadora entró en la sala, cerrando la puerta detrás de sí con cuidado.
Sus pasos se movieron lentamente para acercarse a la princesa que esperó su movimiento inmóvil.
-¿Qué pasó para que me buscaras?-.
La princesa se cuestionó dudosa.
Lauren se encogió de hombros.
-Nada en especial, sólo percibí cierta aflicción de Hadd y entendí que al parecer debe dejarme libre por todo un día, encontré un asunto curioso, aunque yo pueda entender que no debe ser de mi interés-.
Señaló, colocando sus manos en los bolsillos frontales de su pantalón, sintiendo la mirada de la princesa en cada uno de sus movimientos.
-En otras circunstancias realmente no sería de su incumbencia, pero hoy...
Tal vez lo sea-.
Susurró Karila, caminando con sus manos entrelazadas detrás, haciendo furtivamente sus pasos alrededor de Lauren y lentamente historiador sintió su presencia de cerca y se sintió curiosa porque al parecer estaba lista para ser intimidante si la princesa era cruel.
-¿Y puedo ser útil?-.
Preguntó curvando una sonrisa de canto en malicia.
La princesa percibió a donde dirigía sus intenciones y negó con la cabeza repetidas veces, moviéndose para alejarse, dejando el rastro de su perfume lo suficiente para que Lauren tocara sutilmente su muñeca manteniéndose cerca.
La mujer miró el acto con verdadero sobresalto el nivel de atrevimiento al que Lauren se estaba sometiendo siempre al estar a solas.
-¿Entonces realmente no puedo ser útil?-.
Lauren preguntó de nuevo ignorando toda la carga en la mirada marrón que princesa insistió para jugar con sus ojos.
-Tengo algo que hacer esta tarde, y deseo tu presencia-.
Karila habló observando la expresión de Lauren suavizarse a una animada.
-¿Lo quieres?-.
La historiadora cuestionó demostrando su excesiva vanidad que fácilmente era afectada por cualquier indicio que Karila dejara.
-No seas tan literal, señorita Jauregui, eso evita ciertas frustraciones,
¿Lo sabías?-.
La princesa dio énfasis ironizando y encogiéndose de hombros distraídamente a lo que Lauren se rio, alzando sus manos al aire en rendición.
Pero su risa pronto se desvaneció cuando percibió que Karila no la miraba con el mismo humor deliberado, estaba seria y eso la dejaba inquieta.
-Sabes, eso no tiene nada que ver con el asunto aquí, pero anoche quedaste tan cansada que te dormiste-.
Lauren comentó tan bajito, aun sabiendo que estaban a solas pero temía que todas las paredes tuvieran oídos.
-Trata de curar tus acciones repentinas, Sra Jauregui, esto es perjudicial para tu salud...-.
La princesa ocultó una dulce voz.
Era notable que estaban en una burbuja terriblemente osada que nadie conseguía mantener cierto control incisivo sobre ella.
-Ahora me convertí en la señorita Jauregui otra vez, alteza...
¿Dónde está el que olvidaríamos las etiquetas? ¿Se quedó en tu cama?-.
Lauren no media las palabras, siempre fue así, si quería habla de algo, lo hacía y listo.
Y aunque Karila había entrecerrado la mirada en una advertencia concreta de que estaba haciendo algo mal, aun así la princesa le permitió acercarse un poco más, suficiente para acariciar sus hilos castaños y colocarlos detrás de su oreja con cuidado, curvándose para besarle la mejilla con demora que hizo del toque que ambas manos en el rostro de la mujer condenaran su autoconfianza.
Lauren podía oír la respiración actante en su oído, sintiendo la mirada indecente bajando por su cuerpo cuando la princesa se movió con una habilidad inesperada y desvinculó el apretón para volver a posicionarse detrás de su mesa, sintiendo la mirada de Lauren como si fuera una cazadora experimentada en busca de su presa.
-Contrólate, tiene que salir ahora e irás a mi edificio en Heliópolis, estarás descansando con tus compañeros de trabajo unas horas más tarde, irás tranquilamente con mi escolta convencional, pensarán que soy yo, eso despistará a cualquier, mis guardias te dejarán en el Four Seasons, y te llevarán hasta mi para que podamos ir a mi objetivo sin molestias-.
Avisó recobrando su practicidad, mientras Lauren apoyó ambas manos en la mesa.
-Iré a tu edificio, y seré llevado hasta ti.
Puedo imaginar un primer encuentro delirante-.
Ironizó haciendo que Karila se riese de su sugerencia.
-No esperes encontrar rosas en sábanas de seda, señorita Jauregui-.
El estado de ánimo Karila estaba en su ápice ácido al no hacer una provocación en todo momento, lo estaban todo el tiempo, parecía cada vez más emocionante para ambas.
-¿Y en la sábana de seda?
En realidad, no me importan las rosas-.
Se aseguró en doblarse un poco más allá de la mesa, por lo que Karila arqueó una ceja por su movimiento.
-Eres sin duda la persona más depravada e inmoral que he visto en toda mi vida-.
Karila dijo con la sonriendo.
-Alteza, todas las cosas que dijiste dolieron mucho-.
Puso su mano derecha sobre su pecho, fingiendo que estaba ofendida aunque su aspecto mostraba que estaba divertida por aquel momento.
Y costaba mucho incluso para Karila pensar en eso, pero observar sus actitudes le agradaba tanto que se convertía realmente en una distracción que ella apreciaba mucho.
El hecho de que Lauren sea una mujer inconsecuente, bien resuelta, que no tenía miedo de nada o nadie, que estaba allí completamente entera sin dejar exponer una pizca de recelo con desprecios venidos de sí misma, decía mucho sobre lo atractiva que se convertía ante sus ojos y cuanto tanto tiempo vino a ser su mayor recelo.
Le gustó el hecho de que Lauren sabía que era totalmente inconveniente consigo debido a sus concesiones tan naturales...
El punto era que ya no se irritaba, pero trató profundamente en actuar diferente.
-Vaya, no puedo quedarme aquí mucho tiempo-.
Karila le animó a moverse.
Lauren chasqueó su lengua, levantando las manos en rendición y se movió para alejarse hacia la puerta, su mirada oscilante estaba sobre su hombro como si provocara que caminara tan lento.
La princesa siguió su cuerpo, con la intención de guiarla hacia fuera, pero Lauren esperó, quedando a su lado con mirada acercándose con satisfacción, no se movió inesperadamente para robarle un beso porque respetaba las voluntades de Karila, sabía que era una mujer muy convincente cuando quería algo y respetaba su espacio y la manera que ella llevaba aquel afecto casual
No estaba en sus costumbres, y ya se sentía halagada lo suficientemente para cuestionar cómo y cuándo Karila empezaría aquellos encuentros.
-Te veo más tarde-.
Lauren se despidió moviéndose para abrir la puerta y salir de la sala de reuniones, pero Karila la mantuvo por algún tiempo.
-Ten cuidado cuando salgas-.
Su voz era grave, pero no ocultó su preocupación. Lauren sonrió levemente.
-Sí, señora-.
Y si fue por el pasillo, mirando sobre su hombro casualmente para averiguar si nadie la atrapaba saliendo de la sala de reuniones.
Sus pisadas largas recorrían las escaleras hasta el final, entrando en el patio iluminado, observando que no había nada de importante en la conversación de sus compañeros de trabajo que la obligara a esperar un veredicto en la tarde entera dentro de la mansión.
Se sentía bien escuchar a Karila decirle que deseaba su presencia.
Y ella la tendría.
Karila fue escoltada en el helicóptero a su edificio empresarial en Heliópolis.
La construcción que muchas empresas subvencionados en la ciudad tenían sus oficinas mientras Karila celebró una sala de reuniones y un ático si ellos necesitan un lugar para ir en caso de precaución, que era un hecho que mantiene algo de tierra en todo el país, no se limitaba solamente a El Cairo como Alejandría, Asuán y Hurghada.
Las propiedades que estaban a nombre de Hamid, fueron trasladadas a la princesa de Egipto después de su muerte, y fuera de la lealtad algunas estaban en el nombre de Normani para mayor seguridad, siempre considerándola como una persona de confianza y como una hermana para Karila.
Estas propiedades, sin embargo, no se limitaban a solamente África, tenía residencia en Irán, dos casas en Estados Unidos, y un apartamento en Londres.
Las cuestiones financieras nunca habían sido un problema, no en ese punto.
Ella no se quedaría allí toda la noche, en algún momento se encontraría con Lauren para resolver sus asuntos personales, pero necesitaban administrar el tiempo para que las sospechas no fueran levantadas, despistar quien la perseguía por cada centímetro de la ciudad era siempre una tarea difícil, exigía todo el esfuerzo de su equipo, una súper operación armada de escoltas e inteligencia. Lo que siempre le dio ventajas y sacó las locuras de sus mangas, era la competencia de aquellos que obedecieran sus órdenes, o en un pasado reciente, órdenes de Normani.
Ahora estaba sola, todavía tenía Hadd como líder táctico y de seguridad, pero necesitaban a alguien que dejara las páginas manchadas dejando su vida e hiciera algo ambicioso, no tenía a nadie para sustituir a Normani en ese aspecto, no podía confiar un cualquiera para trazar perfiles y buscar blancos.
La princesa decidió dedicar su propia investigación de la tarde y leer acerca de los nombres que Normani le había dejado por meses, al darse cuenta de que el tiempo no era momento para eso, se quedó durante unos minutos reflexivos sobre la visita de los historiadores y que habían cambiado su rutina.
Se quedaba más tiempo conversando o resolviendo problemas correlacionados a ellos, que dedicándose a buscar insanos que a cada segundo circundan más cerca para matarla.
No sabía si aquello tenía aspecto positivo o no, por un lado evitaba que matara a tantos desgraciados, por otro, dejaba que éstos quedaran vivos y listos para capturar la primera oportunidad que ella dejara para colocarla a siete palmos de la tierra.
Pensar que la querían muerta la dejaba extrañamente tranquila.
Mantener su respiración tenía un precio, y ya ha pagado por ello, era cada pedazo de su alma a cambio de lo que podría ser llamada una vida, no había manera de llorar con ella.
En la mansión Aistarabaw, Lauren se arreglaba para salir al final de la tarde, se dedicó a leer más de las traducciones que tenía, y el poco contacto que tuvo con Ursel le extrañaba, trabajaba en silencio en lugar de conversar sobre los proyectos de volver a El Kab en un futuro próximo, pero no sólo pensaba en ello, estaba más preocupada por pensar en Karila en la espera de cualquier banalidad.
Su cuerpo tenso caminó lento por los pasillos de la mansión, mirando el sol tan naranja aun entrando por las grietas del lugar, mostrando que estaba yéndose.
Miró por encima de su hombro, sabiendo que tenía que ser rápida, antes de irse le había advertido a Gold tenía un dolor de cabeza y quería que Sarosh llevara su comida a su habitación.
Su instructor y profesor de años no sospechaba nada, su estancia estaba ajena a cualquier cosa sospechosa y aseguró que le avisaría de su estado a sus colegas.
Sarosh ya había sido previamente advertida de que Lauren y Karila no estarían para la cena, sólo sus compañeros de trabajo necesitaban pensar que ella dormía en su habitación, y para que la excusa fuera consistente ella caminaba apresurada, sintiendo la mano de Hadd en su hombro para guiarla por los jardines al fondo hasta entrar en el garaje y avistar a Akil.
-¿Está todo bien?-.
Preguntó cuando la vio apretar el pañuelo que sostenía en las manos para usar como hijab en el centro de la ciudad.
No parecía estar en la órbita natural, sus ojos verdes miraban curiosos los dos coches blindados estacionados lado a lado con las puertas abiertas.
-Sí, sólo quería garantizar que no me vieran-.
Habló.
Akil asintió, cediéndole su mano para ayudarle a entrar en el auto sobre sus tacones.
-Está todo bien, pero considero valiente que por unos minutos saldrás por la ciudad dentro de este coche sosteniendo la imagen de Karila, van a pensar que eres ella, los mayores focos estarán en ti,
¿No tienes miedo?-.
Él parecía cuestionarse de manera que quería que desistiera de seguir aquel plan.
Lauren lo miró perdidamente, su piel porcelana resplandecía delirante, estaba maquillada, elegante, con los ojos marcados y las pestañas largas.
-Serán pocos minutos, y no serán comparados a lo que tiene soportar en su vida, además, confío en ti-.
Afirmó enérgicamente, mirándolo a la cara.
El hombre asintió, sus ojos parecían brillar en cuidado.
No era como si la vida no hiciera los lazos más fuertes, la proximidad de Lauren con su hermana hizo que disfrutar de la presencia de la historiadora, así como la forma en que pensaba en que era la amante de Karila, pero no pasaba de los comentarios.
Respetaba la presencia, y la ausencia de Karila como un todo.
Incluso viendo lo que hacían, a veces se quedaban juntas en ambientes restringidos, en los que parecían tener una complicidad íntima que dejaba claro el envolvimiento más allá del amoroso, ellos no expresaban una mínima opinión sobre algo. Hadd y Akil eran neutros mediante cualquier indicio de unión entre las mujeres por más sorprendente que pudiera parecer a la religión o los matices culturales.
El hombre se movió para cerrar la puerta de Lauren, y la historiadora se acomodó en el asiento de cuero, observando a los hombres moverse a los coches.
Hadd se sentó en el asiento trasero del coche al que Lauren estaba allí, mientras que Akil entró en la dirección del otro con la seguridad que solían hacer.
Cuando la puerta metálica del garaje subió lentamente Lauren tragó en seco, sintiendo el escalofrío en su nuca al ver los Corvettes ligándose y el estremecimiento la colocó repentinamente exultante, como si las mariposas se movían violentamente en su estómago.
Siempre fue una mujer con una vida tranquila, normal, no había nada en su vida que tuviera alguna extravagancia, sus padres siempre fueron humildemente batalladores para darle todo lo que había construido antes de su independencia financiera.
Al ver a los Corvettes negros abrir espacio para que el coche que Akil manejaba se dirigiera al frente a los demás, vio la manera como él aceleró y frenó, oscilando la dirección hacia la izquierda con agilidad dejando que su coche pasara, incluso el movimiento de emparejamiento en las posiciones que ellos hicieron, seguían todos los protocolos de seguridad aun no siendo Karila la que estaba en el coche.
Fue una orden estricta de la princesa.
Lauren podría experimentar un momento de lo que era estar en el lugar de Karila desde la mansión de manera segura a estar rodeada de coches.
Sus ojos fueron ansiosos por la ventana oscura, y observó que la velocidad del coche aumentaba velozmente, apenas oyendo el rugido de los Corvettes pasando la vuelta de ellos porque los cristales del blindado eran demasiado gruesos y aislaban cualquier ruido exterior con facilidad. Sabía que si contara aquello a sus padres ellos no creerían en toda la locura.
Su cuerpo se acomodó en el lado izquierdo del asiento trasero y ella sintió que sus ojos bajaban para mirar aquello de manera pensativa. Karila se sentaba de aquel lado, podía imaginársela perfectamente dentro de un coche con la princesa estaba sentada allí.
El recuerdo de aquella información la hizo sonreír imperceptiblemente, dejando que la sensación positiva le quitase el peso del nerviosismo al ver los coches convencionales en las calles abrir espacio para los Corvettes que la envolvía.
Era una locura.
Nada de eso era parecido a su vida, y sentir aquel gusto la hacía sentir muy halagada antes que amedrentada.
No tenía miedo en realizar aquella tarea para confundir la cabeza de quien quiera que sea, el honor llegó a estar en una posición que la hacía pensar en todas las cosas locas que estaban pasando.
Karila quería su presencia.
Se preguntaba si entendió indirectamente lo que significa eso...
Una mujer que la quería matar y ahora requeria de su presencia era mucho en que pensar, y alimentó su ego con dosis de de confianza y valor.
"La princesa que me odia, ahora me quiere cerca."
¿Qué tan irónico podría sonar?
¿Era favorecedor?
¿Era abrumante?
Sus manos sólo volvieron a moverse por su cuerpo en busca del hijab sobre sus muslos después de 35 minutos de los guardias corriendo por la ciudad. Hadd le pidió que cubriera su cara y poder entrar en el Hotel Four Seasons con la escolta armada porque sería llevada en helicóptero al edificio de Karila hace que estaba a 5 minutos de allí.
No bastaría la seguridad terrestre, experimentaría el paquete completo.
Tener a los hombres cerrar su camino.
Sentía el apoyo en su mano de Akil en la parte superior de la espalda de manera educada, pidiéndole que caminara rápido provocaba la sensación de que su corazón estaba en su boca, al parecer nunca tuvieron la oportunidad de hacer algo lo suficientemente audaz, sin ninguna duda.
La presión era inmensa en caminar sin tropezar hasta entrar en el hall del hotel y sentir tantos ojos curiosos en su cuerpo, aunque estuviera cubierta lo suficiente para que no la supieran identificar.
Los guardias la escoltaban ostentaban su armamento sin rodeos, tenía autorización para hacerlo, su postura autoritaria e intimidante les comunicaba a los huéspedes que no se metieran donde no debían, y ella dejó de ser el centro de atención al entrar en el ascensor.
-Ella tiene tanta razón en odiar a la gente, piensa en tener que hacer esto todos los días, es extremadamente agotador-.
Le habló a Hadd que asintió viéndola quitarse el hijab.
-Ustedes son muy buenos y minuciosos en lo que hacen-.
Elogió observando a Akil accionar el ascensor y entrar con dos de los guardias, ellos no mantenían contacto visual con Lauren, veían al piso todo el tiempo.
El plan era esperar unos minutos en el helipuerto, dejando la atención en la gran escolta que se encontraba en la puerta del hotel, llamaría la atención y dejarían la ruta para poder cambiar de coches e ir hacia donde Karila quería que fueran.
Un plan audaz.
Cuando salió del ascensor y miró al helicóptero esperando por ellos, la brisa del viento llevó sus cabellos en un soplo, haciendo que se abrazara y sostuviera el pañuelo con fuerza, observando el cielo de Egipto en el final de su tarde y su cuerpo se estremeció. Vería todo aquello desde arriba por algunos minutos.
-Cinco minutos-.
Akil avisó, su cuerpo se tensó al llevar su teléfono en el oído, alejándose del grupo, parecía un poco frustrado por algo viniendo de su teléfono, pero no respondió algo, esperaba desde lejos, con la mano izquierda cercana a la cintura con su arma.
Lauren seguía esperando para el paso de los minutos, se quería ir de inmediato.
No tardó en que Hadd la ayudara a subir en el helicóptero, sostenido su posición de seguridad para ella cuando Akil fue el último en entrar, observando el piso con cuidado antes de pedir por teléfono para que los guardias que quedaron en los Corvettes entraran al hotel.
Lauren se apretó en el cinturón y miró por la ventana del helicóptero, sintiendo el vértigo abrumador del paisaje más impresionante que podía ver.
La división perfecta de desierto y el paisaje único de las pirámides ocultando el sol, dividiendo el espacio con la inmensa ciudad de El Cairo, alucinante por encima con el tránsito loco principalmente en ese horario.

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⏰ Last updated: May 06 ⏰

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Hidden  (Camren Gip)Where stories live. Discover now