Capítulo 37

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Dan las 5 con 40 y yo salgo a toda prisa del salón. La tira de mi bolso se me resbala del hombro, hago lo mejor que puedo por volverla ajustar y apretando el paso aún más, deambulo por los pasillos de la preparatoria, con un solo objetivo: encontrar a Darek. El océano de estudiantes no tarda en abarrotar cada rincón de las instalaciones, provocando que conseguir a Darek sea casi imposible.

Esquivo a varias personas, mientras que recibo uno que otro empujón a lo largo de la impaciente caminata que hago. A través de la multitud que me sobrepasa, continúo deslizando la mirada de un lado a otro sin chocar en ningún momento con los ojos de Darek.

En medio del alboroto de todos a mi alrededor, freno el andar de mis pies, con la boca entreabierta soltando jadeos silenciosos y una pesada incertidumbre cayendo sobre mis hombros, voy comprendiendo que no encontraré a Darek, que seguramente se lo han llevado a la comisaría o... directamente a la cárcel.

Escucho una respiración agitada a mi lado y al volverme veo que Éber se ha plantado a mi par. Se lleva una mano al pecho al intentar recuperar el aliento.

—Mierda... Mer, no sabía que corrieras tanto.

Abril, que nos alcanza a mi otro costado, me agarra del brazo para luego encorvarse, su pecho sube y baja muy rápido.

—Mer... es muy tarde para correr de esta forma —jadea sin soltarme. Se toma un minuto para recobrar la postura de su cuerpo y entonces noto que clava sus ojos en mi perfil —. ¿Estás bien?

He salido disparada del salón, incluso lo hice tan de prisa que olvidé esperar por ellos. Mi único pensamiento durante los últimos minutos ha sido poder asegurarme de que Darek no estuviera en problemas.

Aprieto los dientes al tiempo que lleno mis pulmones con un buen soplo de aire.

—Darek —hago una pausa —, no está por ningún lado.

De refilón advierto que Éber se pasa una mano por el pelo antes de ponerse bien el bolso.

—¿Y qué con eso?

Me vuelvo para verlo, siento la cara encendida por la incredulidad.

—Es mi amigo, Éber, me preocupo por él.

Por el tono en que lo digo, él capta que si hace un nuevo comentario como el anterior me llenaré de rabia, y no quiere verme molesta. Es por esto que se limita a afirmar con la cabeza.

—Es raro que lo hayan sacado de clase de esa forma —comenta. Se hace a un lado para permitir que un estudiante pase, tras un segundo habla de nuevo —. ¿Qué creen que pudo haber hecho?

—No lo sé, pero seguro es algo grave. La directora nunca antes había hecho algo así —acierta a decir Abril.

Eso es verdad, la directora Beatriz suele ser una mujer muy cuidadosa en todo lo que respecta a los estudiantes, así que, tuvo que haber pasado algo realmente grave para que Darek hubiera sido sacado del salón de esa manera.

El corazón me vibra con violencia, como avisando que nada está bien, como si un peligro latente estuviera por acorralarme. Peleo con todo lo que estoy sintiendo y en mi cabeza parece avivar una idea que me da un ápice de esperanza.

Voy moviendo las manos hasta que sujeto a mis dos amigos.

—Afuera, ¡seguro está afuera!

—¿Qu...?

No permito que Éber termine la pregunta cuando ya los arrastro conmigo por lo que me resta de pasillo. Abril va pidiendo disculpas a cada rato, a diferencia de Éber que va repartiendo insultos a cada persona que lo toca.

No acercarse a DarekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora