Capítulo 42

5.3K 674 412
                                    

◇◆◇◆◇◆◇◆◇

ADVERTENCIA IMPORTANTE: La actualización de hoy ha sido doble, así que si por alguna razón primero caíste en este capítulo te invito a leer el anterior, si no no vas a entender nada. Gracias.

◇◆◇◆◇◆◇◆◇


Tengo muchos miedos, aunque es de admitir que uno me aterra más que todos los demás. Descubrir quién soy. Ese ha sido mi más grande miedo.

Y hoy tengo que enfrentarme a él con uñas y dientes, teniendo claro que muy seguramente en esa ardua batalla una parte de mí se quedará pendiendo de un hilo, incluso temo que toda mi vida perderá algo de sentido.

«Entra», me protesta la conciencia.

Sosteniendo la caja que encontré en la habitación de mamá, siento que ella pesa toneladas cuando en realidad no lo hace, supongo que es lo pesado que tengo el cuerpo gracias a la tensión que lo arropa, que no me permite despegar los pies del piso. Inflo el pecho y sin darle más dilatación al tiempo, alargo una mano a la manija de la puerta de la oficina en la que vive encerrada mamá y tiro de ella, para luego no titubear al cruzar el umbral.

Adentro todo se halla sumido en penumbras, la cortina de la ventana apenas deja pasar la luz del exterior, siendo alumbrada por la débil y amarillenta claridad del foco. No soy recibida por un afectuoso saludo por parte de la mujer detrás del escritorio, lo que me da la bienvenida es el olor a alcohol que se encapsula en las paredes y por un corto instante me hace desconfiar de seguir caminando, mas sin embargo, no me detengo.

Los pies me pesan como plomo, pero aun así consigo llegar frente al escritorio y poner la caja frente a ella. Ya sin la caja en las manos, me lleno de valor y por primera vez desde que entre, muevo los ojos hasta los de mamá. Ella apenas reacciona, parpadeando varias veces, como si luchara por enfocar la mirada en el objeto que tiene frente a ella.

—Quiero respuestas —digo, decidida.

Observo sus rasgos, ahora distorsionados por las horas que lleva bebiendo, aun así lo puedo vislumbrar. Ella reconoce la caja, lo sé por como la sorpresa y el miedo contraen cada músculo de su cara mientras la contempla.

—Mer...

Los ojos se le abren de forma abrupta al mismo tiempo que se intenta poner de pie, este intento es contenido por los efectos que causa el alcohol, así que se sostiene del filo del escritorio y agacha la cabeza. Da la impresión de estar recuperando la estabilidad.

Tengo que cerrar las manos en puños para no lanzarme a ayudarla.

—Por favor, dame respuestas —exijo.

Noto como la respiración se le vuelve más densa, llegando al punto de casi obligarse a arrastrar aire a los pulmones. Pasado unos segundos alza la cara y en cuanto me mira comprendo que lo que esconde esa caja no solo es un secreto. Son cientos.

—¿De dónde la sacaste? —sisea.

—Eso no importa.

Niega, casi como si se estuviese diciendo a ella misma que no, que esto no está ocurriendo.

—¿La abriste? —pregunta de repente.

Sabe que sí. Ya no tiene el candado.

—Sí.

Los ojos se le van cubriendo de lágrimas.

—Lo siento —es lo que dice.

Eso no me dice nada. Movida por la necesidad de saber más, doy un paso más cerca.

No acercarse a DarekWhere stories live. Discover now