Capítulo 46

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La última hora estuve fuera de la habitación del hospital. Tras el episodio que vivió Darek uno de los doctores que lleva su observación me pidió salir de la habitación para asegurarse de que la herida de la cirugía que tuvo estuviese bien, posterior a su llegada una enfermera se le unió y pasada una hora pude ingresar de vuelta al cuarto.

La enfermera bastante amable encargada de volver a tomar la vía de Darek y controlar el sangrado que no paraba de brotar de la muñeca del chico que ahora está sentado en el borde de la cama, mientras que con su par de pupilas le sigue los movimientos a la mujer que le indica llamar al personal médico ante cualquier inconveniente. Ella no tarda en posar sus bonitos ojos cafés en mí.

—Señorita, estaremos atentos a cualquier llamado —enfatiza.

Me limito a sonreírle de lado.

—Está bien. Muchas gracias.

Arrojando una última mirada a Darek, recoge los utensilios que ha estado utilizando para luego despedirse de nosotros con una ligera inclinación de cabeza, que respondo extendiendo los dedos para mover la mano de un lado a otro; Darek, en cambio, no dice ni hace nada. Tiene muchos minutos en absoluto silencio. Desde que entré de nuevo a la habitación no ha articulado ni una sola palabra.

La puerta se cierra detrás de la enfermera con un suave clic. La habitación entonces queda sumida en un silencio espeso, por poco tangible. Darek y yo estamos separados por una distancia apenas de metro y medio, ya que estoy ubicada al pie de la cama.

Sus ojos, esas lagunas bañadas en un ámbar precioso, se posan en mí y de forma inconsciente me cruzo de brazos, porque sí, su mirada sigue provocando que el corazón se me salte un latido.

—Lo que pasó... —empieza, aunque pronto debe hacer una pausa que concluye con una carraspeo —lo que pasó... sufro de pesadillas y...

No entiendo por qué cree que me debe una explicación. Es cierto que me asusté al verlo así, pero se nota que es un tema del que le cuesta demasiado hablar y yo jamás lo obligaría a hablar de algo de lo que no se siente preparado.

—No es necesario que lo expliques. —Mi respuesta provoca que la sorpresa se abra paso en su rostro, el ceño que ha mantenido fruncido por largo rato se suaviza y sus labios se entreabren sin emitir sonido. Algo dentro de mí me grita que rompa el hielo de alguna forma, una idea pronto se enciende en la profundidad de mi mente. Bajo los brazos a la vez que la boca se me curva en una pequeña sonrisa y agrego: —No quiero hablar de pesadillas cuando vas vestido con el último grito de la moda hospitalaria.

La bata verde pálida que lleva puesta le confiere un aire de vulnerabilidad inusual, pero eso no es lo que más me llama la atención, lo que lo hace es el hecho de que gran parte de su cicatriz queda al desnudo y él parece cómodo, esto me hace pensar que de a poco va confiando en mí.

Él levanta una ceja, intentando impregnar en su expresión la indignación que no le llega a tocar la mirada.

—¿Te estás burlando de mí?

—No, claro que no —la voz me danza entre la diversión y la ironía.

—Sí lo estás haciendo.

Me pongo a caminar a su dirección y cuando me planto justo frente a él contengo la risa que me pica en la garganta.

—Sabes, Gris, creo que a nadie se le vería esa bata como a ti.

Observo la lucha que tiene consigo mismo para no echarse a reír. Para disimular la mueca en sus labios, agacha la cabeza y se mira la bata. Sin embargo, cuando sus ojos vuelven a chocar con los míos, distingo una sombra de algo diferente en mirada, algo que no consigo reconocer a la primera, pero me basta con oír las palabras que se deslizan de sus labios para quedarme pasmada en el sitio.

No acercarse a DarekWhere stories live. Discover now