Beso

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Con la noche envolviéndolos en su manto de misterio y la brisa fresca acariciando sus rostros, Atsushi y Akutagawa se encontraban en la azotea del hotel, a solas bajo la luz de la luna.

Ambos miraban hacia los edificios de Londres recordando la ciudad de Yokohama y vaya que si la extrañaban aún así les encantó la ciudad del Reino Unido, claro a excepción de su enfrentamiento con el Soñador.

—¡Dazai-san esta muy orgullo de nosotros! — Expresó Atsushi muy feliz.

Akutagawa frunció el ceño, pero dejó su mal genio de lado y aceptó el hecho de que Atsushi tenía razón. El pálido si le creyó que Dazai-san pudiera sentir orgullo de él a pesar de acabar con cientos de vidas humanas.

—¡No te lleves todo el crédito Jinko!

Atsushi sonrió ante el evidente cambio de humor de su compañero, por lo menos ya no intentaba matarlo con Rashomun.

—Akutagawa, ¿te gustaría quedarte un rato más aquí fuera? — Preguntó con miedo.

Atsushi estaba perdido en el momento, aún recordaba el baile y sobre todo las copas de vino ingeridas le dieron valor para expresar lo que sentía.

— No veo por qué no. La vista desde aquí es bastante impresionante.

—Sí, es hermosa... Pero eso no es lo único que me gusta de esta noche.— Dijo acercándose peligrosamente al pálido quien tenía los latidos del corazón acelerados.

—¿A qué te refieres, Jinko? — La espalda de Akutagawa fue a chocar en la baranda del balcón.

Akutagawa tenía miedo de los pasos de Atsushi, sin embargo aceptó todo lo que el tigre blanco quería hacer con él esa noche.

El pálido perteneciente a la port mafia podía sentir la tensión palpable de Jinko haciendo que una corriente eléctrica invadiera su delgado cuerpo y lo acercará más y más al tigre blanco.

Primero las manos de Atsushi fueron a las  caderas de Akutagawa pegando más sus cuerpos, el pálido tiró la cabeza hacia atrás dejando paso a que los colmillos del tigre blanco exploraran su cuello.

Cada toque compartido era como un paso más hacia el abismo de la atracción que sentían el uno por el otro. Sus miradas se volvían más intensas cargadas de deseo y curiosidad.

Las manos de Akutagawa rápidamente rodearon  los hombros del tigre blanco quien emitía uno que otro gruñido. Ambos se acercaban lentamente, como si fueran imanes destinados a encontrarse.

— ¡Jinko! — Exclamó excitado Akutagawa al sentir la lengua áspera de Atsushi lamer su cuello.

Sus respiraciones se entrelazaban, cada vez más cerca, como si estuvieran a punto de descubrir un nuevo mundo juntos. Y entonces, en un momento de valentía y complicidad, sus labios finalmente se encontraron en un beso apasionado. El calor de sus cuerpos se fundió en unos toques ardiente, mientras se dejaban llevar por la intensidad del momento.

La fuerza que ejercía Atsushi en las caderas de Akutagawa eran tan placenteras para el pelinegro que dejo escapar un gemido al sentir como estas bajaban hacia su trasero.

El beso siguió y sintió la leguna del Albino invadió su cavidad bucal. En ese instante, todo lo demás desapareció. Solo existían ellos dos, perdidos en un mar de sensaciones y emociones que los llevaba a un lugar desconocido pero maravilloso.

Así, entre la magia de la noche, la fuerza del deseo y unas copas de vino Atsushi y Akutagawa se acercaron aún más. Con manos temblorosas, Atsushi exploró el cuerpo de Akutagawa, sintiendo la electricidad que se desataba con cada caricia.

Calmaré tus pesadillas (Shin Soukoku) Where stories live. Discover now