Miedo

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Un ventarrón de sentimientos inundaba el hogar de uno de los ejecutivos más poderoso de la Port Mafia, el huracán tenía como nombre Ryunosuke Akutagawa.

Después de la reunión Chuuya se ofreció a llevar al pálido a su mansión para invitarle algo de beber, Akutagawa dudo un poco, pero al final accedió a la petición de Chuuya ahora ambos se encontraban en la sala del pelirrojo con sus respectivas bebidas.

Akutagawa bebía un jugo natural de piña, mientras que el mayor una copa de vino el ambiente se encontraba tranquilo, pero eso no quitaba el hecho de que Chuuya estaba aún preocupado sobre todo después de curar las heridas del menor, ya que se negó que sea llevado a la agencia y caiga en manos de la doctora Yosano.

Las fracturas aún estaban presentes, las quemaduras de igual manera y más heridas que fueron tratadas por Mori y Chuuya.

—Akutagawa, ¿cómo te encuentras ahora? ¿Todo bien? —preguntó Chuuya, su voz resonando con una nota de cuidado fraternal.

Akutagawa asintió, aunque su expresión seguía siendo sombría el pálido pensó si era buen momento de hablar, ya que si no lo hacía ese dolor en el pecho lo iba a consumir poco a poco al punto de volverlo loco o quizá agresivo ya que acumulaba mucha frustración.

Quién estaba frente a él era la persona más poderosa de toda Yokohama, para los ojos de muchos Chuuya era un monstruo despiadado y sin corazón, pero para el pálido era la persona más cálida del mundo que sin su ayuda no hubiera podido superar la ausencia de Dazai, entones tomó otro riesgo del cual no se va a arrepentir nunca.

—Sí, todo salió como se esperaba. Pero... —vaciló un momento, sin estar seguro de cómo expresar sus sentimientos.

—Hubo algunos contratiempos.

Chuuya frunció el ceño, notando la tensión en los hombros de Akutagawa.

—¿Qué ocurrió, Akutagawa? Si algo te preocupa, puedes confiar en mí —dijo Chuuya con tono suave, colocando una mano reconfortante en el hombro del más joven.

Akutagawa desvió la mirada por un instante antes de reunir el valor para hablar.

—Fue... complicado. Tuve un encuentro con Jinko en la azotea del hotel. Las cosas se pusieron... intensas. —confesó, sintiendo el peso de sus palabras mientras las decía en voz alta.

Chuuya arqueó una ceja, interesado en lo que Akutagawa estaba insinuando.

—¿Intensas de qué manera, Akutagawa? ¿Acaso hubo algún problema entre tú y el tigre ese? —preguntó Chuuya con curiosidad, pero también con una nota de precaución en su voz.

El pálido se quedó callado por un determinado tiempo, mientras Chuuya seguía mirándolo sin entender nada notando como poco a poco el menor se iba sonrojado.

Chuuya negó rápidamente al saber de que se trataba, estaba furioso tanto que a su alrededor los objetos estaba levitando y el piso se agrietaba.

Akutagawa no mostró miedo sabía la forma en la que su mentor llegaba a enojarse, sin embargo en toda su ira, Chuuya no era de las personas que lastimaba a otros.

El pálido retrocedió dándole tiempo al pelirrojo, el gran poder del manipulador de la gravedad se evidenció por unos segundos.

—Akutagawa, necesito que me des más detalles. ¿Qué pasó exactamente entre tú y ese pulgoso en la azotea del hotel? — preguntó Chuuya, apretando el puño y con un tono de voz ahora más serio y directo.

Akutagawa suspiró, sintiéndose incómodo bajo la mirada inquisitiva de Chuuya, pero sabiendo que no podía evadir la pregunta.

—Nos besamos. Pero luego... me alejé. No fue correcto. No puedo permitirme tener ese tipo de... distracciones. — confesó Akutagawa, su voz llena de auto recriminación.

Calmaré tus pesadillas (Shin Soukoku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora