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Robert observa a los niños salir corriendo del jardín para infantes, cada uno de los pequeñitos apresurando su paso para llegar con la persona que viene a recogerlos.

Robert se enteró hace una semana que, de hecho, si tiene un alma gemela. Solo no recibió su marca años atrás porque la mitad de su alma todavía no había nacido. 

Se excusó de sus deberes de niñera diciendo estar bastante enfermo. Pasó horas acurrucado en su cama sumido en su propia miseria, sintiéndose un monstruo horrible al estar vinculado con un niño.

Se sentía culpable porque una parte suya estaba eufórica por descubrir a su alma, que mejor que alguien que parecía encajar muy bien con él. Sin embargo...

Robert se sobresalta cuando uno de los niños choca contra él, rodeándolo para llegar a alguien más. Robert suspira, mirando entre el montón de cabecitas hasta encontrar a quien quiere.

Pablo camina con la mirada en el suelo, su carita enojada con pequeñas lágrimas en las esquinas de sus ojos. Niega con la cabeza, Pablo hizo un berrinche enorme cuando tuvo que venir aquí, no le sorprende que siga tan malhumorado.

—¡Conejito! 

Pablo levanta la vista al instante, sus ojos abriéndose al tiempo que una gran sonrisa adorna su cara. Corre con toda la fuerza que tienen sus piernitas hasta los brazos abiertos de Robert.

Robert se ríe una vez que lo tiene seguro entre sus brazos. Se siente como si algo hubiera encajado en su lugar, cómo respirar aire fresco después de estar mucho tiempo sumergido bajo el agua.

Hace la culpa a un lado. No es el momento ni el lugar para atormentar su cabeza con los múltiples motivos por los que es una mala persona.

Deja a Pablo en el suelo, arrodillándose para secar sus lágrimas y acariciar sus mejillas. Le da la mano para caminar juntos, Pablo hablando rápidamente sobre su día y las cosas que se perdió durante la semana que no se vieron. 

Robert lo escucha con atención, sonriendo ante sus palabras llenas de emoción, aunque puede detectar la amargura de estar separados. Están cerca de llegar cuando Robert se detiene para cargar a Pablo, dejándolo rodear su cuello con sus bracitos y ocultar su rostro.

—¿Estás bien?

—Si, conejito. Lamento haberme separado, no quería contagiarte. 

Pablo asiente, recargando su mejilla sobre su hombro. Robert lo deja en casa, asegurándole que saldrán el fin de semana pero Robert sigue estando un poco enfermo, por lo que necesita ir a descansar.

Pablo lo deja ir, entrando a casa con un ceño fruncido y corriendo hasta su habitación. Robert suspira, caminando hasta su casa.

Una vez seguro bajo las paredes de su habitación, se permite dejarse abrumar por la culpa y el asco. Entierra su rostro en su almohada, sintiendo las lágrimas bajar y humedecer sus mejillas.

No puede alejarse de Pablo.

No puede dejar ir a su alma gemela ahora que lo encontró, ahora que por fin está a su lado.

Es egoísta, querer mantenerse a su lado. Y se siente terrible por eso, porque sabe que sería mejor si se aleja por completo de Pablo, quien nunca debe enterarse de que el hombre que lo cuidó por un tiempo es su alma gemela.

Pero no puede hacer eso. Pensó en ello por mucho tiempo y simplemente no puede alejarse de su pequeño.

Seguirá a su lado, como un amigo y un cuidador. Cuando Pablo sea mayor de edad, Robert le contará que son almas gemelas, así Pablo podrá buscar estar con alguien que también tenga un vínculo platónico.

Son algo raros, pero existen. Eso es lo que Robert quiere, de esa manera no arruinará la vida de su pequeño, crecerá feliz y cuando él quiera, podrá salir al mundo a buscar a la persona indicada. 

Espera que Pablo pueda perdonarlo por ocultar la verdad durante tanto tiempo. Su pequeño puede guardar rencor, pero seguro entenderá sus motivos una vez que sea mayor.

Eso espera.

Robert pasa la noche entre sueños que le reprochan su egoísmo, que le recuerdan que Pablo es solo un niño y él es muchísimo mayor. 

Despierta sintiéndose tan cansado como cuando se fue a dormir. Debería alejarse de Pablo, pero...

Escucha el sonido de la puerta al abrirse, así que se da la vuelta y se cubre con las mantas, esperando que quién haya entrado entienda la indirecta y se vaya. Suspira al escuchar la puerta al cerrarse, pero siente el rebote del colchón cuando alguien se sube a su cama.

Ese alguien levanta las mantas que lo cubren, metiéndose junto a él. Su corazón se salta un latido al ver a Pablo, mirándolo con los ojitos llenos de preocupación.

—Robert. ¿Enfermo?

Asiente, está enfermo de culpa. Pero también de cariño, quiere tanto a Pablo que sabiendo que es mejor irse, elije quedarse no solo por lo mucho que lo aprecia, también porque es su alma gemela.

Es horrible, el peor tipo de persona que puede existir.

Pablo extiende su manita para tocarle una mejilla, Robert no quiere volver a verlo tan preocupado nunca, cierra los ojos y se deja consolar por su suave toque.

Mantiene los ojos cerrados al sentir el movimiento, Pablo se acerca más a él. Se quedan en silencio durante algunos minutos, Robert disfrutando la presencia de su alma gemela tan cerca, el asco a sí mismo fluyendo por su cuerpo al mismo tiempo.

Siente un par de labios suaves contra su mejilla, se queda muy quieto hasta que Pablo se aleja, abre los ojos, mirando su rostro ponerse de un tono rosado.

—Para que mejores. 

Se traga un sollozo, atrayendo más cerca a su pequeño para abrazarlo. Pablo se lo permite, decidiendo ignorar el temblor en el cuerpo de Robert.

—Gracias, conejito. 

Susurra contra su cabello, besando su cabeza con suavidad. Todavía se siente horrible, pero tener a su alma consigo lo hace sentir muchísimo mejor.

Su decisión está tomada.

Se quedará con Pablo, y cuando sea mayor le dirá la verdad, asegurándole que serán un vínculo platónico para que pueda buscar su felicidad.

—¿Qué te parece si te llevo por un helado? 

—¡Si!

Robert se ríe, viendo a Pablo luchar con las mantas para levantarse de su cama y mirarlo con emoción. Robert se levanta para arreglarse para el día, disfrutando de la gran sonrisa de su pequeño.

Quizás es una persona horrible.

Pero cuando Pablo lo mira con estrellas en su ojos, no le importa.

BunnyWhere stories live. Discover now