53-Duele saberlo.

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CAPITULO 53.

Me levanté a las 8 de la mañana por una pesadilla que se era realidad. La imagen de Ainhoa y Jesús no desaparecía de mi mente.

-Has llorado esta noche varias veces mientras dormías. –dijo dándose la vuelta-.

+No me he dado cuenta. –mentí levantándome para cambiarme-.

-¿Estas segura de todo esto, Almu? –se puso delante de mí-.

+¿A que de todo esto te refieres?

-A irte. A dejar tu felicidad atrás. Joder Almu, que tu mirada tiene otro brillo cuando estás con Jesús y tu sonrisa es muchísimo más amplia. Y según Dani tu a Jesús le haces mucha falta. Él antes no era así. ¿Sabes?. Os complementáis. Sois como el yin y el yang. Dos fuerzas parcialmente opuestas que se necesitan para sobrevivir.

+Mery no estoy segura de nada –me senté en la cama con la mano apoyada en mi frente mirando hacia el suelo-. Necesito tiempo para asimilar todo esto. ¿Sabes?. Mery, yo estoy donde estoy por algo. ¿Recuerdas? ¿O te lo tengo que repetir? –negó con la cabeza-. Y esto a mi me rompe en pedazos.

-Te entiendo. Cariño escúchame-se agachó y entrelazó nuestras manos-. Dentro de unos días estaré en nuestra habitación 574 dando por culo. ¿Vale?. –asentí y la abracé con lágrimas en los ojos-.

Creo que ya todo esto estaba acabando. Y no se que es lo que siento dentro. Creo que es miedo. Miedo de estar delante de la puerta de Jesús y abrir con la carta en la mano.

Miedo de estar dejándosela diciendo a Dani que se callara con un susurro.

Miedo de depositarle el último beso de tantos que nos dimos en la comisura de sus labios.

+Hasta nunca, mi desastre. –le susurré con cuidado y me fui-.

Me fui al aeropuerto. Cogí mi billete en dirección a la depresión.

Allí estaba yo. Esperando a que dijeran por el megáfono que el embarque de mi vuelo estaba abierto. Pero nadie decía nada.

Siento una soledad inmensa en mi pecho que me esta ahogando y no veas como duele. Duele saber que ya no volveré a besarle ni acariciarle la nuca como a él tanto le gusta. Duele saber que ya no volveré a contar los lunares de su espalda y ya no volveré a calcular que en su espalda caben 345 besos y 145 arañazos. Quema saber que ya no volveré a sentir el roce de su piel contra la mía y ya no volveré a ponerme nerviosa y mis pelos ya no se pondrán de punta al sentir su respiración agitada contra mi cuello.

Duele saber que ya no seremos pero que fuimos.

"El embarque con dirección a Madrid ha abierto sus puertas. Por favor, vayan pasando"

-ALMU ESPERA. NO TE VAYAS. POR FAVOR. DEJAME EXPLICARME.

Me giré con los ojos húmedos porque esa voz me resultaba familiar. Venía corriendo y con los ojos rojos. De tanto llorar –dijo mi mente-.

+No puedo quedarme, Jesús. –susurré, me volví a girar y empecé a andar dirigiéndome a la embarcación-.

Salida: Ibiza.

Llegada: Tristeza.


Paciente [Jesús Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora