Capítulo 5

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Adriana

Amanecí al día siguiente con ganas de empezar un nuevo día, y a pesar que el beso de ayer fue fantástico, hoy tocaba terminar el trabajo, y si, hablo de matar a Harry, y no, no voy de coña.

Me dirigí a mi armario, agarré unos pantalones vaqueros negros, un top negro, una gabardina larga y negra, escondí mi pistola en la parte trasera del pantalón y me puse una chaqueta negra, planché mi pelo y lo até en una coleta dejando dos mechones sueltos, mis pies calzaban unas botas negras y cuando estuve lista baje los escalones sigilosamente, para que ni Jess, ni nadie, puedan despertarse.

Eran casi las siete y si no me daba prisa, Gabriel se despertaría, así que me dirigí a la cocina para agarrar una manzana.

Intenté hacer lo menos ruido posible entrando a la cocina hasta que hay lo vi, el mismo chico que me había besado con el, el mismo chico que me hace dudar si quiero casarme o no, ese chico se llama: Gabriel Jones.

Tenía un café en su mano derecha, estaba de espaldas a mí; miraba el paisaje de afuera y no llevaba nada puesto, salvo unos boxers negros, estaba descalzo, lo analicé de arriba a abajo con la mirada. ¡Joder, Está tan bueno!

Cuando intenté disimular que llevaba un arma, roce con Gabriel para coger mi taza del café, porque estaba parado en un lugar estrecho y era fácil rozarse.

Posó su taza, yo me puse muy nerviosa, intenté agarrar la leche de la nevera sin que se me notasen los nervios. Se pegó a mi por la espalda.

-¿Cómo as dormido, agresiva?- susurro en mi oreja colocando sus manos en mis caderas.

-¿Agresiva?- repliqué en voz baja, mientras llevaba la leche al microondas.

-Si, ¿Te gusta el mote?- preguntó liberando sus manos de mis caderas, para luego cruzarse de brazos y dejarme un poco de espacio personal.

-¿No sería mejor morena o rubia?- señalé mi pelo.

- Créeme que agresiva pega más - se dirigió a la nevera - además - abrió la nevera - Desde que me pegaste un puñetazo, no dejo de buscar un mote que marqué el día que me enamoré de mi agresiva favorita - exclamó ésto con un cartón de zumo, el cuál luego bebió del tapón al terminar la frase.

-¿Te tengo que recordar que me voy a casar?- reclamé, el poso el zumo sobre la encimera y se dirigió a mí: me abrazó por la espalda.

-¿Pero la vas a anular verdad?- pregunto aún abrazándome.

-¿Quién ha dicho que lo haga?- respondí girándome.

El dió un paso para atrás.

-¡No me jodas Adriana! ¡Después de lo que te hizo ese cabrón! ¡¿Lo vas a perdonar?!- grito alterado por mi respuesta.

-¡Gabriel es mi vida! ¡Tú no eres nadie para decir sobre mí!- respondí haciendo mímica con las manos.

- Que idiota soy, debí darme cuenta antes, tú eres como las demás, ¡ Te encanta zorrear! ¡Ir calentando a los hombres, apesar de que tienes a uno que te maltrata! Y te digo más ¡Tenía razón cuando te llamé perra, porque eso es lo que eres, UNA PUTA PERRA ADRIANA!- grito.

Le di una bofetada.

-Yo no soy una perra - susurré con voz baja y cortante.

-Te odio- respondió saliendo de la cocina.

-¡Gabriel!- grité, pero ya era tarde, mierda, creo que Gabriel tenía razón.

Salí de la cocina y me fue detrás de él, pero no estaba, me mire al nuevo espejo que había en la sala, me mire con desprecio y grite:

#2 Detrás De Tí [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora