Capítulo nueve

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—Mi reina. —murmuró Alicent haciendo una leve reverencia.

—Mamá. —ambas niñas tenían trece inviernos. —¿Cómo te sientes?

—Alicent, Rhaenyra, me siento mejor mi niña. —sonrió la mayor. —¿Cómo les ha ido está calurosa mañana? Rhaenyra. ¿Fuiste a tus clases?

—Rhaenyra rodó los ojos. —posiblemente.

—Rhaenyra.

—Sí mamá, sí fui, no te preocupes, pregúntale a mi Septa.

—Confío en ti. —sonrió la reina, haciéndose viento.

—¿Mi hermano está pronto a nacer? —murmuró Rhaenyra mirando el vientre abultado de su madre.

—Faltan lunas todavía cariño.

—¿Cuántas?

—Posiblemente cinco o cuatro.

—Sí es niña, tiene que llamarse Visenya.

—¿Y sí es niño?

—No lo sé, no he pensado en ello. —dijo la peliblanca y su madre rió.

—¿A ti qué nombre te gustaría, Alicent?

—¿De niña? Helaena.

—¿Y de niño?

—Aegon, Aemond o Daeron.

—Veo que ya has planificado tu vida Alicent. —sonrió la reina. —ambas se casaran con un buen hombre, exceptuandote a ti, Rhaenyra.

—¿Qué? ¿Y por qué yo no?

—Tú quieres ser guerrera, traer la victoria a los lomos de un caballo. ¿Lo olvidas?

—Es mi juramento, un Targaryen jamás olvida un juramento.

—Evyson rió. —esos son los Stark mi niña.

—Los Stark me robaron la palabra.

—¿Te gusta un Stark?

—¿Qué? ¡No! —río Rhaenyra. —es sólo que siempre lo he pensado, los Targaryen no deberíamos olvidar nuestro juramento.

—Nadie cielo.

—Sí pero nosotros somos la realeza, nuestros súbditos deben saber que no olvidamos y menos una traición.

Evyson sonrió mirando a su hija, pero la inquietud de Alicent la hizo notarla a ella también.

Miraba al suelo como sí fuese su mayor reconocimiento y lastimaba sus dedos.

—Alicent, dame tu mano. —ordenó la reina y Alicent le obedeció, la reina colocó una suave pomada sobre sus dedos lastimados. —no tendría que dolerte de ahora en adelante, no dudes en pedirme más sí te duele.

—Gracias mi reina. —sonrió la menor. —me han ordenado traerle un té. —Alicent se marchó y al volver, entregó la copa. —para que sus labores sean más fáciles.

—Gracias pequeña. —sonrió la mayor.

Evyson no quería admitirlo, sabía que su amiga de cuando más joven estaba muerta y lo único que quedaba de ella eran Gwayne y Alicent, más Alicent que Gwayne, pareciéndose mucho a ella. Su cabello rizado no estaba tan ordenado como el de Lynesse casi siempre estaba, tenía vestidos flojos y colores pasteles, a diferencia de Rhaenyra quién tenía vestidos ligeramente ajustados y colores más oscuros, como el de los Targaryen y Arryn.

—Mamá. Debo irme, llego tarde al Consejo. —Rhaenyra besó la mejilla de su madre y se alejó de ella, con Alicent siguiéndole los talones, la reina le sonrió hasta que ambas salieron, para después transformar su sonrisa en una mueca, no le agradaba qué Rhaenyra estuviese cerca del Consejo Privado, cerca de Otto, los gemelos Lannister, el Gran Maestre Mellos, exceptuando a Lyman, Lyonel y a Daemon, Otto era la Mano del Rey, el consejero de la moneda era Daemon y Lyman Beesbury, los edictos eran Daemon, Lyonel Strong y Jasper Wylde, rumores Larys Strong, naval Tyland Lannister, los Gran Maestre Runciter, Mellos y Orwyle y el lord Comandante de la Guardia Real, Ser Ryam Redwyne y Ser Harold Westerling. Lo único que le alegraba era que Rhaenyra era su consejera mientras ella estaba encinta.

𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍 ─ 𝐕𝗂𝗌𝖾𝗋𝗒𝗌 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣 Where stories live. Discover now