jugando a ser fuerte

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Julián

No me está mirando. Ni siquiera sabe que no estoy cantando la letra. No puedo. Lo escuché tocar esta canción decenas de veces en su balcón, pero hasta ahora nunca le había encontrado emoción ni sentido.

El hecho de que ni siquiera pueda mirarme hace que la canción sea más íntima. Como si de alguna manera se hubiera convertido en una canción para mí. Le doy la vuelta al cuaderno, porque no quiero volver a leer la letra. Esta canción es, sencillamente, otra de esas cosas que tampoco debería haber pasado, aunque estoy seguro de que ya se convirtió en mi preferida.

Yo: crees que sebastián pueda hacer una primera versión de esta? me gustaría escucharla

Le doy un golpecito con el pie después de enviar el mensaje y después, cuando me mira, le señalo el teléfono con la barbilla. Lo toma para leer el mensaje y asiente. Sin embargo, no contesta ni me mira. Bajo la mirada hacia mi teléfono cuando el silencio se impone en la habitación ante la ausencia del sonido de su guitarra. No me gusta lo incómodo que se volvió de repente la situación, así que intento charlar de lo que sea para llenar el vacío. Me acuesto de espaldas y, aunque sólo sea para romper la calma tensa que nos rodea, tecleo una pregunta a la que ya hace algún tiempo que le doy vueltas.

Yo: por qué ya no practicas más en el balcón? como antes?

Esa pregunta provoca que me mire de inmediato, pero por poco tiempo. Deja resbalar la mirada por mi rostro y luego por mi cuerpo hasta concentrarse de nuevo en el teléfono.

Enzo: para qué?

si vos ya no vas a estar ahí afuera

Y así, sin más, su sincera respuesta derriba mis murallas y manda lejos toda mi fuerza de voluntad. Nervioso, empiezo a mordisquearme el labio inferior y después, muy despacio, levanto la mirada hacia él. Me está mirando como si deseara ser alguien como Agustín, que sólo se preocupa por sí mismo.

Y no es el único que lo desea.

Ahora mismo, mi deseo de ser como Lucas es tan intenso que casi me resulta doloroso. Quiero ser igual que él y, durante unos minutos, no respetarme a mí mismo ni respetar a Valentina. Sólo el tiempo suficiente para que Enzo pueda hacer todo lo que la letra de su canción manifiesta que quiere hacer.

Me mira los labios y se me seca la boca.

Deja resbalar la mirada hacia mi pecho y mi respiración se vuelve aún más irregular que antes.

Continúa bajando hacia mis piernas y tengo que cruzarlas, porque la forma en que su mirada penetra en mi cuerpo me hace pensar que puede ver a través del short que tengo puesto.

Cierra los ojos con fuerza, y saber el efecto que provoco en él hace que deduzca que lo que dice su letra es mucho más cierto de lo que a él le gustaría.

Me hace pensar que quiero ser el único hombre al que desees mirar.

De repente, se pone de pie, tira el teléfono sobre la cama, entra al baño y cierra de un portazo. Lo escucho correr la cortina de la ducha y abrir la canilla.

Me dejo caer de espaldas en la cama y suelto todo el aliento que estuve conteniendo. Me siento aturdido, confundido y enojado. No me gusta la situación que nosotros mismos creamos. Y sé muy bien que, por mucho que hayamos conseguido controlarnos, nada de todo esto es inocente.

Me siento y después me pongo rápidamente en pie. Tengo que salir de esta habitación antes de que me asfixie por completo. Justo cuando me alejo de la cama, el teléfono de Enzo vibra sobre ella. Lo miro.

tal vez mañana | julián x enzoWhere stories live. Discover now