Fue una total mierda para Jungwon, que su jefe, fuera su ex novio de la universidad, del cual, los únicos recuerdos eran malos.
● Historia de mi autoria, no se permiten copias o adaptaciones
● m-preg
● Jaywon
● No se busca asumir o plantear nada co...
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Su rostro junto a sus brazos se dejaron caer sobre el duro volante, ocasionando un fuerte golpe al objeto, suspiró con frustración. Las luces neón no eran tan altas, pero si lo suficiente para ser percibidas a pesar de estar al otro lado de la calle. Quito las llaves una vez levanto su rostro, debía ser valiente.
La alarma anunció que el auto color rojo estaba cerrado, por el reflejo de las ventanas miró por milésima vez su cabello, esta bien, el peinado un poco rebelde y suelto lucia bien. El sol apenas se había ocultado, no había una sola persona en la fila de entrada, así que paso sin problema alguno. Dentro del lugar era casi igual, vacío.
Sus ojos color miel se giraron en todas direcciones, buscando aquella cabellera pelinegra, cuando llegaron a la barra de bebidas, se detuvieron.
Camino de manera lenta hasta llegar a ella, aquel chico de hebras negras estaba de espalda, agradecía eso, ya que le causaba un poco de vergüenza, no sabía la razón exacta del porque.
Lograba distinguir el movimiento de sus manos, al parecer limpiaba y acomodaba algunos vasos sobre el estante.
— Un mojito, por favor — su voz fue suave, demasiado, llegando a sonar dulce.
— Enseguida — Aquel pelinegro ni siquiera se giró para verlo, no recuerda que su voz fuera tan rasposa.
— ¿puede ir acompañado de algo en especial? — Nuevamente no obtuvo una mirada, solo un asentimiento — ¿puedo tener tu número con el?.
Aquellas palabras desconcertaron a aquel barista, logrando, esta vez, una mirada.
— ¡Hey! — Una gran sonrisa — creí que no volvería a verte. . .
Una leve risa fue soltada por el pelirrojo — una parte mía también lo creyó.
— Diría que me alegra verte, pero, que estés aquí no son buenas noticias — el chico de cabello negro poso ambos codos sobre la barra, planteando su mirada sobre el contrario. — ¿que pasó?
— Se van a casar. . .
— Oh. . .lo siento — el de cabello rojo alzo los hombros, fingiendo no importarle.
— Duele. . .mucho, pero — suspiro — tal vez tienes razón, y él no era para mí.
— Encontrarás a alguien que lo sea.
— Sunoo — Extendió su mano.
— ¿eh?
— Me dijiste que la próxima vez querías saber mi nombre — Sonrió, tan sencillo, pero a la vez, tan hermoso — Mi nombre es Kim Sunoo.
