Nuestra segunda cita

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A la mañana siguiente me levanté temprano como de costumbre para ir al trabajo y mientras desayunaba mis tostadas con huevos revueltos, jamón y el tazón de café, fui interrumpida por el incesante sonido del timbre de la puerta.

— Buenos días, ¿Es usted la Sta. Martha Collins? — me pregunto mientras miraba el nombre en el talonario

— Si, ¿Por qué? — le respondí en un tono asustado mientras tragaba un pedazo de tostada que tenía en mi boca aún.

— Tenga estas son para usted — sacó de un carrito un ramo de rosas que tenían una tarjeta blanca en medio.

— ¿Son para mí? — le pregunté muy sorprendida mientras las tomaba en mis manos.

— Si señorita, ahora si fuese tan amable de firmarme aquí — dijo señalando un espacio en el talonario, lo firmo y continúa diciendo — Que tenga un buen día.

Estaba más que convencida de que las había envido James, pero aun así me sorprendí mucho debido a que nunca me habían regalado flores antes, siempre que había tenido flores en mis manos era por un motivo de luto, cuando murieron mis padres y luego cuando murió mi abuela. Saqué la tarjeta que decía [Querida Martha, espero que esté bien el día de hoy, tal y como lo prometí la noche anterior te estoy haciendo saber que pasaré a por ti esta noche a las diez, atentamente James] Una vez más había roto mis esquemas de intriga y se había salido con la suya.

— ¿Y esas flores? — preguntó Madison entre bostezos mañaneros

— James me las ha enviado — le respondí poniéndolas en un jarrón con agua sobre la mesa.

— Este chico va en serio — abre la nevera.

— Todo parece indicar que si — suspiro

Tome una ducha como cada mañana, me vestí y baje a por el bus que siempre cojo para ir al trabajo.

— Martha, que bueno que llegaste, Marco está como loco, ya sabes hoy empieza el campeonato de golf — dijo Jhordan mi compañera de trabajo mientras se cambiaba de zapatos muy de prisa.

— ¿Es hoy? — le pregunté dejando mi bolso en el armario.

— Sí, creo que hoy es el día que más personas he visto en este maldito lugar — me dijo mientras se iba rápidamente, cierra la puerta.

Me cambié de ropa muy deprisa y salí a trabajar, y mierda, cuanta razón tenía Jhordan, todo el club estaba repleto de personas, desde la recepción hasta la última extraía en el campo, demasiadas personas para mi gusto, pero aun así tenía que estar como si amara lo que hacía con una gran sonrisa en mi cara. Mi vista se perdía entre la multitud tratando de ver si podría encontrar a James, pero nunca logré verle a pesar de que estuve todo el tiempo tratando de encontrarle. Se me había hecho demasiado raro que James no hubiese venido a jugar, ya que los chicos que estuvieron con él la primera vez que lo vi aquí.

— Mierda, lo siento mucho — dije debido a que un cliente me había derramado una copa de champán encima.

— ¿Quizás si no hubieses estado en medio no te hubiera chocado, verdad? — replicó el cliente, mismo que se veía muy enfadado, su cara totalmente roja y ambas orejas parecían que le habían prendido fuego.

— No seas desagradable con la chica, fuiste tú quien la chocó por estar peleando conmigo, mierda Connor, nosotros no tenemos la culpa que seas tan malo jugando al golf — le decía su esposa caminando rápido detrás de él por todo el bar del restaurante.

— Sabes muy bien que Kenssintong hizo trampa, todos en esta mierda lo saben — le gritaba a su esposa dándose la vuelta mientras caminaba de espaldas.

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