¡Lo hice por amor, soy inocente!

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— Srita. Collins, Srita Collins, Srita Collins — repitió tres veces el juez con una incesante ruda voz grave, el mismo usaba su típico traje negro largo, mientras yo estaba toda perdida entre tantos recuerdos, pero aun así lograba escucharlo, aunque un poco lejos, algo así como ondas de sonido que rebotan contra una alejada pared de concreto creando así un eco.

— Quiero que me llame Srita. Winston, aún estoy casada —le respondí firmemente mientras lo miraba a sus ojos negros llenos de ira.

Todas las personas que colmaban la gran sala empezaron a murmurar haciendo que todo estremeciera, el juez tomó su martillo y lo golpeó dos veces seguido de dos fuertes —Silencio en la sala, Silencio en la sala. Se quitó sus gafas bruscamente y seguido dijo mientras me apuntaba con su dedo índice amenazador — Usted es la Srita. Collins, no la Srita. Winston; respete al menos el dolor que le ha provocado a la familia del difunto. ¡Mire, mire a la Sra. Winston como llora la pérdida de su hijo!, espero que al menos eso le remueva un poco su podrida conciencia.

Mire a la Sra.Winston madre del difunto James Winston, el hombre que me había hecho volverme completamente loca y olvidarme de todo, hasta tal punto de no saber diferenciar entre el amor y la obsesión; Mi felicidad o la suya; el miedo o la paz. Sus lágrimas mojaban todo su vestido negro de algodón, y aunque trataba de secar su rostro con un pañuelo rojo que le había dado su guardaespaldas, era totalmente inevitable que humedeciera su hermoso vestido de corte alto hasta el cuello que impedía la vista al mismo. Ella se veía tan imponente, tan elegante y tan de clase alta, ahí sentada junto a su guardia de seguridad y al lado de sus dos abogados, que hasta envidia llegué a sentir en algún punto del juicio.

—Srita. Collins, una última pregunta, ¿Cómo se declara usted?

— Inocente señoría. Lo hice por amor, soy inocente.

Una vez más la gran sala se estremece debido a los murmullos de la multitud. La madre de James no para a de mirarme con una cara totalmente llena de odio y con un gran afán de venganza. El juez volvió a golpear su martilló y volvió a ordenar silenció y tranquilidad.

Alguien que estaba a la izquierda del juez pidió que todos fuéramos puestos en pie, acto seguido el juez dijo:

— Este tribunal ya ha tomado una decisión, según las pruebas presentadas, y una vez escuchadas todos los testimonios de los testigos del hecho cometido el pasado veintitrés de septiembre del año mil novecientos setenta y cuatro, y una vez escuchada la versión de los hechos de la acusada la cual ha confesado ser la única responsable de lo ocurrido; el tribunal de Rousseff Town condena a la Srita. Martha Collins a dieciocho años en prisión por el delito de crimen pasional cometido el asesinato en primer grado — golpea fuertemente el mazo.

Si dijera que estoy sorprendida, estaría siendo una perra mentirosa, y podré ser muchas cosas, pero jamás, jamás miento. Al final el veredicto el juez, vinieron a por mí donde estaba sentada dos policías, me esposaron y me sacaron de la sala por una puerta que quedaba a la izquierda del estrado, todos estaban de pie, mire por última vez rápidamente y una vez más lo único que pude ver fue odió y desaprecio hacia mí, hacia la chica que olvidó su identidad por poner a alguien más en primer lugar, a la chica que terminó vuelta loca por un hombre, hasta tal punto que lo terminó matando. Y aunque todo lo hice por amor, esta sociedad no está preparada para eso. Podía notar como mis pies y todo mi cuerpo se congelaba del frío literalmente, septiembre suele ser un mes un poco frío aquí en Rousseff Town, y más que lo podía sentir debido a que todo ese viento frio entraba por todos los oxidados agujeros que tenía la furgoneta Ford azul y blanca, sin duda era un Ford, lo supe desde el primer momento; algo que aprendí con James fue sobre coches, él los amó hasta el final de sus días. En la furgoneta que estaba siendo trasladada a la penitenciaria del condado, estaba totalmente helada, y empezaba a temblar mientras que podía notar cómo mis labios se tornaban de morado, ni siquiera los dos policías que me acompañaban en la parte trasera lograban calentar un poco esta chatarra con ruedas. Cuando por fin llegamos a la prisión; pues esta vez sí que me sorprendió todo, era aún peor de lo que había imaginado. Un edificio realmente enorme, conformado por otros tres más pequeños a su alrededor, pintados de gris con algunas tonalidades de un azul oscuro casi negro provocado por la degradación y la mugre de la pintura, grandes y robustos barrotes de hierro conforman parte de la estética de la fachada de los edificios, y es como si una nube oscura siempre estuviera anclada sobre el recinto. Cuando me bajaron de la furgoneta el olor del asfalto mojado me hacía recordar mi último verano, los dos policías me tomaron cada uno por un brazo bruscamente y caminamos hasta el interior del edificio principal mientras una delicada llovizna mojaba levemente mi vestido amarillo y un brusco viento atormentaba mi cabello.

Pecado Original Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin