Capitulo 11

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Se fueron besando hasta llegar a los cubículos de los baños, Enid no podía disimular más la erección entre sus piernas y la morena trataba de acomodarse lo mejor que podía sus pantalones para que no se le notara aquel bulto que volvía loca a la rubia. Los besos fueron descendiendo por el cuello, tan suaves como feroces al mismo tiempo, un camino de humedad fue dejando la rubia por todo el cuello de la chica, bajando un poco más para luego tocar con brusquedad sus senos, apretándolos con fuerza y moviendo sus caderas sobre el bulto de la chica.

— Voy a demostrarte que cada palabra que te digo es cierta.—susurra la rubia sobre sus oreja mordiéndola suavemente, bajo sus manos hasta la cremallera de su pantalón, liberando su erección y frotándose sobre la de la morena, masajeo un poco su miembro antes de empezar a bajar los pantalones de la chica.

— ¿Qué pasa?—pregunta la morena al darse cuenta que la rubia se ha detenido abruptamente— Si es la misma pregunta de siempre, ya sabes la respuesta.

— Se que puedo venirme dentro de ti las veces que yo quiera.—Enid baja por completo el pantalón de la chica pero cuando esta está a punto de voltearse la rubia la detiene, la morena la mira confundida mientras la rubia se aleja un poco para deshacerse de toda su ropa inferior, cuando esta completamente desnuda y Merlina piensa que por fin va a tomarla, va a llenarla y hacerla suya; Enid se sienta sobre la taza cerrada de uno de los inodoros.

— Quiero que lo hagas tú.—dice suavemente, casi teniendo la respuesta de la morena, quien se queda unos segundos quieta mirando el miembro erecto de la chica, en la perspectiva de verla sentada se veía mucho más grande— Quiero que te sientes sobre mi polla y te folles a ti misma.

— No creo tener suficiente fuerza de voluntad.—dice casi arrastrando sus palabras, estaba acostumbrada a que la rubia se sumergiera en su culo sin importarle muy bien cómo reaccionaría este, pero esta vez era distinto, ella tenía que abrirse ante la rubia y eso, aunque no pudiese, le daba mucho más miedo.

— Solo siéntate, te iré guiando.—la morena miró a los ojos a la chica y asintió después de unos segundos, bajando completamente su ropa y tomando su miembro para sacudirlo un poco más sobre su mano, había bajado un poco su potencia, quizá por el miedo o los nervios, masajeó un poco más hasta sentir la valentía de empezar a sentarse sobre el miembro de la rubia.

Pudo sentir la cabeza del miembro de la rubia en su agujero apretado, pudo sentirse así misma reaccionar y cerrar cualquier entrada, pero luego suspiró, y con toda la fuerza del mundo fue hundiéndose poco a poco, tuvo que detenerse a la mitad, cuando Enid tomó su cintura y mordió uno de sus hombros mientras toda una descarga de semen se liberaba en su interior.

Enid quiso follarla con fuerza en ese momento pero se contuvo una vez más, quería que la morena saltara sobre ella, que empiece a amar su polla, a pedirla a gritos, esto era recién el principio.

La ayudó un poco empujando sus caderas para colar todo su miembro en el agujero de la chica, quien luego nerviosa empezó a moverse sobre el palo de la chica, suavemente, metiendo y sacando la polla de su culo, no se sentía igual a que cuando Enid la follaba, esta vez se sentía más vulnerable, más expuesta.

Las zancadas siguieron ocurriendo, pronto la morena estaba saltando sobre la chica, rebotando su culo en la polla de la rubia mientras está volvía a librarse dentro de la morena, nunca se había movido tan rápido en busca de placer, de hecho nunca había sentido tanto, cogio el miembro de la morena y empezó a bombearlo cuando se dio cuenta que las dos estaban a punto de alcanzarlo, estremecidas y una de ellas sin la certeza de que volvería a sentarse en la vida, así continuaron hasta que la morena tuvo tanto semen en su agujero que tuvo que empujar a Enid fuera del inodoro para ocuparlo ella, la rubia se quedó a su costado a pesar de que la morena la botara, limpió todo el desastre que había ocasionado en la chica, subió sus pantalones y luego la acompañó a casa, de la mano, de la cintura, sin siquiera atreverse a perder el contacto que emanaba de sus cuerpos.

Sol - wenclair GIPWhere stories live. Discover now