Capitulo 10

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Parte 2: El Lobo y El Fantasma

En la penumbra del interior de una camioneta, donde el olor a cuero viejo se mezclaba con el de un par de bolsas de color negro que se encontraban junto a una pala, Hazel abrió los ojos, desorientado y confundido. No recordaba cómo había terminado allí. Su cabeza le dolía y los recuerdos sobre lo ocurrido se abrieron paso entre la niebla que ocupaba su mente.
Recordaba al hombre lobo.

Intentó moverse y al hacerlo se dio cuenta de que el espacio era limitado. Sus manos buscaron apoyo y encontraron la fría manija de la puerta. Al tirar de ella, la humedad y el frío de la noche invadieron su refugio temporal.
Pasó una mano por sus ojos y entonces vio a Tara parada frente a él, con una expresión de expectativa en su rostro.

-Por fin despiertas-, le dijo ella. -Por un momento llegué a creer que te tendría que sacar de la camioneta en un ataúd. Por cierto, he llamado a tu mamá y a mis padres. Les he dicho que estamos en el club de teatro aún, apoyando con unas cosas.

Hazel, confundido, logró salir de la camioneta y se estiró, sintiendo el dolor en su cuerpo. Intentó sacudirse el desconcierto. Ninguna película o libro sobre hombres lobos le había advertido sobre las dolorosas secuelas de enfrentarse a uno.

-¿Eh? ¿Dónde estamos?-, preguntó Hazel, explorando con la vista el entorno desconocido.
Se encontraban en la entrada de una cochera, y el área inmediata era una pequeña casa de una sola planta.

Tara le pasó una botella de agua, la cual Hazel aceptó agradecido.
-Es la casa de Patrick-, explicó ella, señalando la vivienda con un pequeño jardín enfrente.

-¿Qué ha pasado con la chica y Collin? Creo que se llama-, preguntó Hazel.

-Ah, ellos. Chloe llevó a Collin al hospital. Parecía estar herido, pero no gravemente, solo uno que otro rasguño. Pero está bien-, respondió Tara. - Como sea, te he dicho que Patrick tiene información sobre el libro. ¿Cómo fue que lo llamó antes? Ah, el Necronomicón.

Hazel casi se atraganta con el agua al escuchar esa última palabra. Después de todo, ese libro rodeado de misterios era el responsable de la aparición de los monstruos y espectros con los que se había topado.

-¿Dónde está él?-, preguntó Hazel.

-Dentro. Creo que encontró algo grande-, respondió Tara.

En ese momento, la puerta principal de la casa fue abierta, dejando ver el pálido rostro de Patrick, el cual reflejaba una mezcla de preocupación y seriedad.
-Oigan, creo que deberían entrar-, los recibió, dejando espacio para que entraran.

Cruzaron el recibidor, el cual se encontraba sumido en la oscuridad.
Con un dedo clavado en sus labios, Patrick les indicó que guardaran silencio y luego les hizo señas para que bajaran al sótano. Pero fue el mínimo ruido de las tablas del piso lo que atrajo la atención de un hombre, quien encendió las luces revelando su apariencia. Era un hombre de cabello canoso y un gran bigote también canoso.

-Mijo-, saludó a Patrick con un perfecto español, luego le dio un beso en la frente. -Bendición-, respondió Patrick también en español, poniendo los ojos en blanco.
-Y ¿quiénes son ellos?-, preguntó el señor mirando a los otros dos. -No me digas, son tus amigos. ¡Eso es!

-Sí, somos compañeros de la escuela-, contestó Tara con amabilidad. -Vinimos a terminar un proyecto de ciencias, ¿cierto?-, y para hacer énfasis en sus palabras, golpeó con el codo las costillas de Hazel, quien inmediatamente apoyó la idea.

-Sí, es cierto-, añadió Hazel.

-Oh, entiendo. Mijo- esta vez el hombre le habló a Patrick -, no sabía que te habías vuelto tan bueno haciendo amigos. ¿Qué les parece si les preparo unas arepas o un arroz con pollo?
-No, no papá. Estamos bien si- se adelantó Patrick- Tenemos que terminar este proyecto.

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