10

93 9 4
                                    

SIENNA

Francesco estaba más pegajoso que nunca. No se separaba de mí en los entrenamientos, se quedaba conmigo en la cafetería, se presentó a mis amigas y me acompaña al edificio femenino, subía a mi habitación y me dejaba en la puerta con un beso en los labios. Él no lo sabía pero luego me lavaba los dientes y la boca porque me daban arcadas de solo pensar que los labios de mi mejor amiga habían pasado por su boca. Hablando de ella, no volvimos a ponernos en contacto. Francesco me lo preguntó una vez, teniendo en cuenta que ya llevaba aquí cinco días. Al día siguiente sería la misión, debía estar concentrada en los últimos entrenamientos.

Pero no podía. La indiferencia de Killian después de nuestra última conversación en el centro de entrenamiento médico de combate me dejaba la boca seca. Desde ese momento no me dijo absolutamente nada, solo me hablaba por trabajo, pero nada más.

En ese momento me encontraba con Fiorella y Bianca en el campo exterior de entrenamiento. Nuestros capitanes estaban en el centro, mirando hacia nosotras y las tropas que venían a nuestras espaldas.

—¿Vólkov está un poco tenso, no? —Preguntó Bianca haciendo que girase ligeramente la cabeza hacia él. Efectivamente, miraba a la tropa muy quieto—. ¿Ha pasado algo?

Negué con la cabeza encogiéndome de hombros.

—No. La verdad es que no nos llevamos muy bien. Y que Francesco haya venido solo empeora las cosas. —Aclaré sin dejar de correr.

—¿Qué cosas? —Preguntó Fiorella entrecerrando los ojos en mi dirección.

Me había ido de la lengua en menos de dos segundos. O me callaba la boca o lo arreglaba con otra mentira. En realidad, lo que dije no fue mentira. Solo había ocultado información innecesaria, y con eso me refería a lo que había pasado en el gimnasio. Y como era una estupida, decidí abrir la boca y contar la mentira que le había dicho a Francesco.

—Francesco se ha picado. —Comencé a explicar, temiendo que descubrieran la verdad de lo que había pasado con Killian—. El capitán Vólkov me dejó una camiseta en los gimnasios y lleva así de pesado desde entonces.

Un silencio me hizo girarme hacia mis dos amigas. Ambas se miraban con una sonrisa traviesa, lo que hizo que mi cara se volviera un tomate al instante.

—¿Así que en el gimnasio, eh? —Preguntó Fiorella. Bianca soltó una carcajada. Me di la vuelta hacia la tropa para comprobar que estaban lo suficientemente lejos como para no escuchar nada—. ¿Puedes explicarnos cómo saliste de ahí con la camiseta del capitán?

Tragué saliva, nerviosa.

—Andando.

—Oh, señor... —Exclamó Bianca con un gesto dramático, haciendo como que no se creía lo que decía.

Fiorella comenzó a reírse bastante fuerte, haciendo que Killian nos mirase con muy mala cara.

—¡Lombardo! —Espetó mi capitán—. ¡Si te hace tanta gracia vas a estar media hora más corriendo tú sola!

—¡No le hagas ni caso, Fiorella!

Vi como el capitán de Fiorella, Blake Moore, la defendía al instante. La miré con una ceja en algo mientras ella se ponía roja como un tomate.

—¿Algo que debas contarnos? —Pregunté.

Ella carraspeó girando la cabeza hacia otro lado mientras Bianca soltaba una carcajada. Terminamos las vueltas que nos habían mandado, acercándonos con la tropa detrás. Nos mandaron ir a nuestras respectivas habitaciones para darnos una ducha antes de ir a la sala de reuniones. El coronel nos había citado para recordar, de nuevo, la misión desde el principio. Francesco quiso acompañarme, tirando de mi brazo para ponerme a su lado y marcar su territorio. Tiré de él, soltándome de su agarre y mirándole con mala cara.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 26 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

SIENNA CARUSO ©Where stories live. Discover now