El criminal de sesenta y ocho años

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—...naguara, pero qué susto me dio, casi me mata del susto —se quejaba Alex de regreso en la sala con la mano todavía sobre el pecho—. Pensé que era un choro. O un acosador. O...

Por la mirada fija de su padre sobre él, era todavía peor.

—Es su-

—Abuelo —El hombre mayor hizo un gesto de saludo con una mano, caminó por la sala como si fuese su casa para robarse una de las fresas del plato en el comedor y le arrojó otra a Alex.

Él casi la dejó caer por la impresión.

—No es el abuelo —argumentó Paula, desde uno de los sillones viejos, que podía reconocer perfectamente al padre de su madre porque la dejaban con él y la abuela cuando era pequeña.

—Es el...es...el papá de él —respondió su madre, sentada en el sofá de dos plazas, sin quitarle los ojos de encima al hombre que se robaba otra fresa.

—Un placer —El hombre cabeceó hacia Paula, pasó la mirada por Alex y se fijó en Daniela, que estaba escondida detrás de su hermano—. Tú te pareces mucho a tu mamá, ¿quieres también una de...?

Sólo había tomado una fresa para ofrecérsela. Daniela apenas comenzaba a dar un paso hacia él cuando su padre les dijo que no se le acercasen.

—¿Por qué no sabíamos que teníamos otro abuelo? —preguntó Alex, extrañado. Estaba seguro de haberle oído que su abuelo estaba muerto.

—¿Por qué estaba en el closet? —siguió Paula.

—Alguien me selló la puerta principal, así que tenía que usar otra puerta para entrar. Apunté al baño, pero estaba ocupado y hay que respetar la privacidad de la gente, en cambio, el cuarto estaba vacío cuando llegué a su armario —El hombre le respondió primero a Paula y después chasqueó los dedos y le sonrió a Alex—. Esa es una gran pregunta. El desgraciado de mi hijo quiere hacer como que no existo.

—Saca a Daniela —le dijo el padre de Alex a su esposa. Sólo cuando la niña no estaba en la sala, aclaró:—. No sabían porque un día se le ocurrió que era una maravillosa idea balear a un grupo de personas y salir de Venezuela.

El hombre, que al parecer además de su abuelo era un criminal, continuaba robándose fresas.

—Ya uno no puede dispararle a dos o tres personas porque te lo siguen recordando veinte años después. Ni la policía está tan obsesionada con eso...

—¿Cómo que le disparaste a unas personas? —Paula estaba horrorizada.

—Se lo merecían y yo les había advertido —El hombre mayor le contestó mientras masticaba la fruta—. Guerra avisada no mata a soldado, a menos que sea pendejo y no haga caso.

—¿Qué haces aquí? —Su padre interrumpió lo que Paula iba a decir en respuesta.

—Mi nieto cumple años —Él señaló a Alex.

Que le dijese "nieto" se le hizo incluso más sorprendente que el hecho de que hubiese salido del armario.

—Tú no tienes "nieto" —escupió el otro.

—Estoy muy seguro de que tengo dos nietas y un nieto. A Paulita no la veo desde que estaba toda arrugada y te vomitaba encima a cada rato. Eso era divertido, ahora parece una amargada, pero con ese papá suyo...

Paula soltó un quejido y él se rió.

—A Danielita no la conocía y me pareció buena idea ver a Alex justo ahora.

—Nadie te invitó.

—Ni que estuviese pidiendo permiso —se burló el mayor, dándose la vuelta para dejarlo hablando solo.

NaguaraWhere stories live. Discover now