El apartamento del brujo

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Alex no estaba seguro de cómo sacar el tema después de la tercera vez que Juan Pablo le pedía quedarse en el cuarto un rato porque tenía una "consulta".

Normalmente él daría por hecho que la palabra "consulta" se refería a que su abuelo era una especie de doctor, pero no encontraba equipo médico por ninguna parte del apartamento y Juan Pablo tampoco parecía el tipo de persona que se dedicaba a recetar un acetaminofén cada ocho horas. Algo le decía que se trataba de otra forma de "consulta".

Les "consultantes" también eran demasiado diferentes entre sí para que Alex les atribuyese el mismo motivo de consulta a cada une. Una mañana fue una señora de más de cincuenta años, bien vestida con un traje de dos piezas que tenía una falda tubo y hasta sombrero. Ese mismo día por la tarde vio entrar desde la puerta del cuarto a un par de chicas adolescentes que iban bien agarradas del brazo, y por los gestos de una hacia la otra, supuso que sólo una era la consultante y la segunda la acompañaba por un sentido de apoyo moral.

Otro día fue un hombre que debía estar alrededor de los treinta años con el rostro demacrado y la ropa un poco más sucia de lo que se consideraba apropiado.

También estaban esos susurros que lo hacían dudar.

Cuando tenía que regresar a la tienda.

—Ese viejo brujo...

—El veneco que hace consultas...

Cuando sacaba la basura.

—Allá en la misma casa de los que no saben hablar y la bruja negra...

—Pues quién sabe qué harán...

Incluso cuando se asomaba desde la gran ventana de la sala-cocina.

—...se sabe que todos los venezolanos son negros, más bien ese no es tan negro como otros negros...habrá hecho una brujería para eso también...

A ese par del último comentario Alex les soltó un escupitajo antes de esconderse tras la cortina.

No entendía cómo esta gente no se daba cuenta del nivel de ridiculez en lo que decían.

Sin embargo, aunque él sabía bien que cualquier cosa era buena excusa para hablar de forma despectiva sobre elles, lo dejaba pensando que muchos comentarios apuntasen hacia el tipo de consultas que Juan Pablo realizaba.

Al quinto día de haberse ido con él, Alex se encontraba sentado en el sillón de cuero de la sala viendo con mucha atención a su abuelo mientras este preparaba cachapas y se quejaba de algo acerca del maíz con que tuvo que hacer la mezcla.

Realmente no notaba nada tan inusual en él. ¿Tal vez no tenía muchas arrugas? Su madre siempre decía que las personas blancas se arrugaban más rápido o con mayor facilidad que personas racializadas. Esto podía atribuirse a que tenía la piel morena oscura y no que le robaba la juventud a la gente como había oído de un par de niñes que jugaban a "la bruja y el caballero".

Era un hombre de baja estatura y fornido, muy peludo, desde el cabello afro canoso y la barba hasta los brazos y la parte del pecho que sobresalía de la camisa. Supuso que sólo era su nivel de vello. Eso también podía pasar. La gente así existía.

Quizás tenía gestos algo toscos, aunque le hacía gracia verlo pararse y quejarse, como en ese momento haciendo como si regañase a la cachapa, porque se ponía una mano en la cadera, apoyaba el peso sobre un pie más que el otro y ladeaba un poco la cabeza. Alex la había nombrado "la pose con estilo de Juan Pablo".

No podía ver lo que fuese que inspiraba ese tono de precaución, temor o desagrado.

Puede que fuese pura xenofobia. Eso siempre era una posibilidad tratándose de un venezolano aquí.

NaguaraWhere stories live. Discover now