El río de colores

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"Libre, cómodo, sin lastimar a nadie" Alex lo repitió para sí mismo mientras se ataba una corbata negra con las franjas del arcoiris justo en el centro.

Libre, cómodo, sin lastimar a nadie.

Libre, cómodo.

Libre.

Cómodo.

Sonaba sencillo, ¿no?

—Te quedan bien los colores —Dio estaba instalado en la orilla de la cama. Le mostró los pulgares en alto y sonrió.

—¿Vienes? —preguntó Alex.

—Claro —Dio respondió en tono de obviedad—, es una fiesta.

Cuando Alex abandonó su cuarto, Juan Pablo ya estaba vestido y preparaba un morral. También llevaba una corbata arcoiris y Alex no pudo evitar sonreír.

—¿Qué llevas?

—Agua, bloqueador solar, algo de dinero para emergencias, gorras...ese tipo de cosas que debes llevar por si acaso. Y banderas. ¿Quieres una?

Agitó una mano hacia un grupo de banderas de diferentes tamaños que había colocado a un lado para elegir cuál llevar. Alex se fijó en los colores y acabó eligiendo una enorme de arcoiris con el segundo diseño, el que también tenía franjas diagonales. Era lo bastante grande para que pudiese envolverse con ella.

Juan Pablo la metió en el morral para dársela al llegar y agregó una idéntica pero más pequeña y una bandera trans. Se llevó una bandera bi en la mano.

Abajo de las escaleras los estaba esperando una emocionada Islande que no paraba de dar saltitos alrededor de Brayan y Manuel. Parecía que Brayan le estaba recordando a Manuel cómo pintarse los labios.

—¡Me dieron permiso! —Manuel lo saludó diciendo esto con una mano en alto y una sonrisa, a pesar del regaño que le dio Brayan por no concentrarse.

Juan Pablo le pasó la bandera que no guardó a Islande, que la metió en su propio bolso de inmediato y le agradeció por habérsela conseguido. Alex no prestó mucha atención a su plática, estaba un poco ocupado viendo a Manuel hacer muecas por el labial, hasta que escuchó a Dio decir "qué bueno que sabes que se te nota mucho porque sí se nota mucho".

Alex se sonrojó, saludó y prácticamente se escondió detrás de su abuelo cuando salieron para tomar un táxi. Sólo elles cuatro se marcharon. Alguien más iba a buscar a Brayan cuando se hubiese "arreglado".

Iba tan tenso que su abuelo le dio una palmadita en la rodilla y una mirada de "¿pasa algo?". Alex se apresuró a negar y probablemente sólo fue más obvio por la forma en que lo hizo.

Acabó hundiéndose en el asiento.

Alex no tenía ni idea de cómo eran los eventos queers. Sus adres jamás lo hubiesen dejado ir a uno, Paula apenas pudo empezar a ir después de cumplir los dieciocho. Además sólo conocía a las otras tres personas en el auto y la verdad es que tenía miedo de hablar. Si alguien reconocía su acento en medio del evento y lo odiaba por eso en un espacio así, sentía que no iba a querer dejar el apartamento de Juan Pablo por el resto de su vida. Sabía que esto le había pasado a mucha gente queer de Venezuela cuando intentaban acceder a espacios de ese tipo en otro país.

Cuando el taxi se detuvo, Islande lo invitó a bajarse primero y le sujetó la mano (luego de pedirle permiso), quizás porque también se había dado cuenta de lo rígido que estaba. Le dio un ligero apretón.

Alex sólo había visto tal cantidad de personas en marchas políticas y no tenía buenos recuerdos de ninguna. Distinguió a un grupo de militares patrullando cerca y volvió a hacer eso de esconderse, pero ahora detrás de Islande. Ella cambió su agarre, le puso la mano en la espalda, y en lugar de forzarlo a ponerse al frente o al lado, le acarició la espalda trazando círculos con la mano.

NaguaraWhere stories live. Discover now