El claro

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La visión se le nubló a Crismaylin. No dudaba de las habilidades de Turey, pero temía las artimañas que Gabriel podría utilizar a su favor. Imaginó a Gabriel gritando a los guardias, ordenándoles que hirieran a Turey con sus lanzas. La imagen provocó que su estómago se encogiera de terror. Miró a su alrededor, aterrada y consciente de que esa escena ya la había vivido antes, hace veinte años, cuando regresó a su tiempo con Gabriel, pero sin Turey.

—Todo esto es tu culpa —le reprochó Federica con voz áspera—. Harás que mis hijos se maten entre sí. Necesito asistencia y cuidados, y ambos, en vez de priorizarme, comienzan a luchar por ti.

—¡Maldita vieja bruja! ¿Cómo se atreve? —replicó Crismaylin, indignada.

Una carcajada grave y seca fue la respuesta de Federica.

—No te hagas la damisela conmigo. ¿Quieres que me crea que están luchando por el amor de su madre? —Federica la miró con desdén—. Pelean por las piernas de una cualquiera.

La intensidad de la mirada de Federica golpeó a Crismaylin como un puñetazo en el estómago.

—¿Cómo puedes ser tan insensible? —La voz de Crismaylin se hizo más fuerte con cada palabra, hasta que terminó gritando—: Solo te preocupa cuál de los dos servirá para cumplir tus deseos y caprichos. Te importa un bledo cuál de los dos vive.

Federica dejó caer la mandíbula, impactada por la blasfemia.

—Para tu información, coloco a Gabriel por encima de Turey. —Una mueca de desprecio deformó el rostro de Federica—. Turey no está destinado a vivir más allá de este tiempo. Incluso si logras llevarlo al futuro, allá no encontrará su lugar. Su destino es extinguirse con su gente. No entiendo por qué te cuesta tanto entenderlo. En cambio, Gabriel tiene el porte de un líder, es ambicioso, un estratega natural. Irradia poder, como yo. Mira todo lo que ha logrado y lo que hará en el futuro me llena de orgullo.

El miedo de Crismaylin se transformaba lentamente en indignación ante la arrogancia de Federica.

—Sí, claro. Entonces, ¿debo suponer que Gabriel nació para cambiar la historia y enorgullecer a su madre? —La voz de Crismaylin se llenó de sarcasmo—. Tu hijo no ha hecho nada extraordinario, solo ha dejado una estela de destrucción y dolor. Y por lo que deduzco, no le costará deshacerse de usted si llegara a pensar que interfiere con sus planes.

Federica volvió la cabeza lentamente, su expresión se endureció.

—¿Y por qué piensas eso? —preguntó ella con voz helada.

Por la expresión de Federica, Crismaylin comprendió que había dado en el clavo.

—¿Por qué dices esa tontería? Gabriel nunca haría nada para dañarme.

—Eso mismo dijo Xiomara y fue devorada por una sombra que llaman Erebo por culpa de Gabriel —respondió Crismaylin con sorna.

—Esa tipeja no era nada importante. —Federica frunció el ceño, murmurando para sí—: Tengo que salir de aquí cuanto antes.

Crismaylin sintió un músculo marcarse en su mandíbula.

—Relevante o no, varias personas han muerto por las maquinaciones de su hijo, y no voy a permitir que dañe al hombre que amo —dijo la viajera, mientras agarraba firmemente a Federica por el codo—. Le guste o no, me va a ayudar a impedir que la escoria de su hijo dañe a Turey.

Federica intentó zafarse, pero la firmeza de Crismaylin era inquebrantable.

—Mejor, colabore —advirtió Crismaylin—, porque estoy dispuesta a todo por proteger a Turey.

Atrapada en el tiempo : Ecos de amor taínoTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon