18. i like the way you kiss me

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Juanjo no se lo pensó mucho antes de tirar de la cintura de Martin para acercarlo y poder estampar sus labios contra los de él. No se hubiera podido contener ni un segundo más después de escuchar la manera en la que se lo había pedido, casi en una plegaria.

No intentó ser precavido de ninguna manera, porque se moría de ganas por descubrir a que sabía esa boca y la necesidad de probar a Martin eran mucho más pesada que cualquier otra cosa. Era tanta la sensación qué noto como las manos comenzaban a temblarle, ansiosas por adentrarse bajo la tela de aquella sudadera, teniendo que agarrar con algo más de fuerza la cintura de Martin para intentar controlarse. Y que el vasco se pusiera de puntillas para enredar los dedos en las hebras de su cabello no lo hizo para nada más fácil.

Lo besó con todas las ganas que había estado reteniendo esos años, sin saber que eran tantas. Y Martin pareció responderle con la misma intensidad, como si incluso en ese momento estuvieran disputando por quien tenía el orgullo más grande.

El pequeño suspiró, derritiéndose en sus brazos, y Juanjo tuvo que apretar su agarre para que no se cayese hacia el suelo. Se permitió pasear las manos por la zona de su espalda baja, teniendo cuidado de no tocar directamente su piel, porque solo dios sabía en donde se quedaría todo su autocontrol si eso sucediera. Luego las movió para acariciarle los muslos, acabando por subirlas de nuevo hacia arriba, posando una sobre su cintura y otra sobre su nuca, apretándolo más contra él de ser posible.

Martin suspiró encantado, y Juanjo aprovechó para adentrar la lengua en la boca del contrario. Sabía a vino y a otra cosa que le resultó dulce, una combinación que prometía desquiciarle por completo. Porque no podía ser real que estuvieran besándose, y desde luego tampoco que el vasco supiera hacerlo tan bien. Se iba a volver loco y solo habría una persona a quien culpar. El puto mejor amigo de su hermana pequeña.

Martin paseó una mano sobre su cuello y la otra sobre su pecho, gimiendo contra su boca cuando Juanjo le apretó la cintura en señal de advertencia. Nunca había escuchado un sonido tan perfecto como ese. Pero desde luego, lo que más le estaba preocupando al mayor no era los ruidos que el chico pudiera estar emitiendo contra él, era si no como sus dedos comenzaron a juguetear por su cuerpo, acercándose de manera peligrosa al botón de sus vaqueros.

Juanjo tuvo que separarse cuando juró notar como Martin había tenido la poca vergüenza de intentar desabrocharlo, pero más que enfadarle, acabó por alterar algo en la química de su cerebro. Porque no le hubiera importado que lo hubiera hecho, y me daba igual que estuvieran en medio de un callejón a la vista de cualquiera.

Cuando abrió los ojos se encontró a Martin más cerca de lo que había recordado tenerlo nunca. Tenía los labios brillantes, y respiraba tan agitadamente que Juanjo se preocupó de que sufriera algún tipo de ataque al corazón. Quiso echárselo en cara, pero no podía hablar. Él estaba mucho peor.

No pudo mirar a nada más que no fuese el vasco, y por un momento se lamentó por no haber hecho eso antes con él. ¿Como es que se había estado perdiendo esa sensación? No volvería a ser capaz de pegar ojo nunca, no sin pensar en los labios de Martin antes.

"Bésame más." le suplicó en un suspiro, hablando bajito y con miedo. Podría haber parecido que le rezaba a Dios. "Bésame más, por favor."

Y Juanjo, que no era nada fuerte, tiró de él a través de la cinturilla de su pantalón para darles la vuelta y estampar su espalda contra una de las puertas del coche, atacando sus labios de nuevo sin cuidado ninguno. ¿Quién era él para negarle algo a Martin Urrutia? No se veía capaz de decirle que no a algo como eso, no cuando él también se moría por besarlo hasta desgastarse entero.

Esta vez se aseguró de mantener sus manos traviesas a una distancia de seguridad que fuera prudente, por lo que pudiera volver a intentar, así que lo tomó por las muñecas para aprisionarlas a los lados de su cuerpo.

Guilty as Sin?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora