Guilty as Sin?

27. celoso

A Martin le costó abrir los ojos cuando el ruido de un teléfono sonando retumbó entre las paredes de la habitación. Lo primero que identificó en cuanto su cerebro comenzó a activarse fue la baba que se le caía a Paul por la comisura de la boca, y como en realidad no fue algo agradable de ver, prefirió darse la vuelta y enfrentarse con la situación de metro ochenta y cinco que tenía justo detrás. Los músculos le dolieron en cuanto hizo el amago de moverse, habiendo estado completamente en tensión durante las pocas horas que había dormido.

La luz se filtraba a través de las cortinas blancas de manera dolorosa, y a penas fue capaz de habituarse a la misma antes de distinguir la figura de Juanjo aún dándole la espalda removiéndose entre las sábanas. Martin no sabía como se estaba sintiendo, había dormido mal y el dolor de cabeza le era casi insoportable. Aún estaba confundido por las cosas que habían pasado la noche anterior, y ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido un sueño o no. Por la forma en la que el más grande no intentó ni mirarle de reojo supuso que si que había sido real, y eso solo le recordó por qué había estado tan cabreado el día de antes.

Le frustraba mucho que hubiera desaparecido toda la noche con una chica y que encima después hubiera actuado como si no le conociese. Ni siquiera sentía dolor por su supuesto rechazo. Sabía que no se había atrevido a aceptar que sentían lo mismo y eso solo le enfadaba más. No entendía por qué, pero le jodía que el mayor no hubiera sido lo suficientemente valiente como para arriesgarse por él. Daba igual si Martin estaba actuando como un niñato o no, sabía que todo lo que habían vivido no había sido solo producto de su imaginación. Quería que Juanjo lo aceptase, que le consintiera como siempre hacía y que le dijese que él también le gustaba. No hacía ni dos días cuando le había estado diciendo que era un tonto por él, ¿le había estado mintiendo acaso? Le daba la sensación de que si, de que llevaba meses jugando con su mente.

Álvaro consiguió espabilarse por fin y acabó por cortar ese sonido infernal que salía de su teléfono. Respondió la llamada con la voz propia de una persona que acababa de despertarse, pero Martin no alcanzó a entender ni una sola palabra. Los laterales de la cabeza le pesaban demasiado como para entender algo de todo aquello. Se sintió incluso peor cuando al mirar la hora descubrió que tan solo eran a penas las doce, que no había dormido ni cinco horas seguidas.

Paul fue el primero en ponerse de pie, sorprendentemente. Desapareció en el baño y al volver lo primero que hizo fue buscar entre la ropa de su maleta por una chaqueta extra que lo protegiera del frío que hacía esa mañana. Martin pareció contagiarse y sintió la necesidad de cubrirse con alguna sudadera más en cuanto el calor que había desprendido el cuerpo de su mejor amigo desapareció de su lado en la cama.

Comenzar a moverse, siendo aquel el mayor esfuerzo físico que había tenido que hacer en mucho tiempo, andando hasta donde tenía sus cosas para buscar también unos calcetines gruesos que le cubrieran los pies descalzos. Entonces se sentó en su lado de la cama, concentrado en mirar lo que hacía y nada más. Sabía que Juanjo se había girado para quedar boca arriba, aun terminando de despertarse, y no le gustaba un pelo la poca distancia que separaban sus camas. No importaba que la noche anterior hubiera pensado completamente diferente, ahora no le apetecía tenerlo tan cerca.

Sobre todo cuando el mayor se incorporó para quedar sentado también en su borde de la cama. Las rodillas de los dos chicos rozaron ante la proximidad de sus cuerpos, y Martin notó el corazón latirle a toda velocidad al tenerlo prácticamente cara a cara de nuevo. De todas formas Juanjo seguía sin mirarle cuando él levantó de reojo la vista. El mayor tenía las manos entrelazadas en el regazo, y buscaba su contacto de manera intencionada, estaba seguro, pero no hacía nada por que sus ojos se encontrasen.

Martin se levantó como un resorte, no queriendo saber nada de aquella situación. Ignoró el suspiro que escuchó a sus espaldas, se había propuesto ignorarle y haría todo lo posible por conseguirlo, al menos por su propio bien.