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Por primera vez desde que tengo uso de razón, me despierto con una sonrisa en el rostro, con el perfume de Bea persistiendo a mi alrededor

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Por primera vez desde que tengo uso de razón, me despierto con una sonrisa en el rostro, con el perfume de Bea persistiendo a mi alrededor. No estaba seguro de qué esperar, pero no pensé que sería tan fácil hablar con ella. Realmente disfruté su compañía y la química entre nosotros... era irreal. Ninguno de los dos quería que la noche terminara y nos quedamos despiertos hasta tarde, bebiendo vino y jugando a verdad o reto, hasta que ya no pudimos mantener los ojos abiertos. La llevé a mi cama y le di un beso de buenas noches y, por primera vez en años, me quedé dormido junto a alguien.

Mis ojos se abren mientras alcanzo a Bea con el mayor cuidado posible, para no despertarla... solo para encontrar su lado de la cama frío y vacío. Me siento sorprendido, mi mirada recorre la habitación en busca de ella, solo para detenerme en la nota dejada en mi mesa de noche. Mi corazón se hunde cuando la levanto.

Sacudo la cabeza mientras llevo su nota a mis labios y cierro los ojos, incluso huele a ella

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Sacudo la cabeza mientras llevo su nota a mis labios y cierro los ojos, incluso huele a ella. Suspiro mientras me dejo caer sobre la almohada, y mis pensamientos se aceleran. Ella sabe quién soy y aun así se alejó. ¿Está tramando y jugando un juego elaborado en el que estoy cayendo? Muy pocas mujeres dejarían pasar la oportunidad de acercarse a mí y me sorprende que Bea lo hiciera.

Su verificación de antecedentes reveló cuán involucrada está en los proyectos de su papá, por lo que no hay forma de que no sepa en qué estado se encuentra su empresa. Seguramente se da cuenta de que yo podría ayudar. ¿Por qué se alejaría cuando está en una posición perfecta para usarme a su favor?

Veo fijamente el techo por unos momentos, sin saber qué hacer con ella. ¿Es todo esto una artimaña elaborada? Suspiro mientras tomo mi teléfono, con mi mente en Bea mientras me desplazo por mi lista de contactos hasta que encuentro a uno de mis amigas más cercanas.
Dudo por una fracción de segundo antes de hacer clic en el nombre de Leia Astor.

―¿Tae?

―Leia, cariño. Necesito un favor.

―No ―responde al instante.

―¿Ni siquiera vas a escucharme?

Ella se ríe, con el sonido de sus hijos jugando de fondo.

―Cada vez que me llamas pidiendo un favor, es algo raro.

LA PROMETIDA SECRETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora