Capítulo 30

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Está en mi sangre

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Está en mi sangre

"No puedo volver al río de sangre, no puedo volver a mis raíces..."

Es un desastre. Lexie vigila que Kylie no tenga un colapso cuando entran en la mansión, la escena es tan grotesca, cuerpos mutilados, desmembrados, hay vísceras y sangre por todos lados, más de un tiene que vomitar. Ni siquiera saben quién es quién. Un auto llega derrapando y todos se giran para mirar de quién se trata, Isidoro, llega acompañado de la Directora del Hospital, Clara Castro. El auto tiene varios disparos y sangre, la ropa de Isidoro está igual, tiene un vendaje en el hombre y otro en el vientre. Se acerca dando pasos rápidos y se va directo a Conway y le suelta un golpe en la mandíbula.

— ¡Cálmate! Eso no resolverá las cosas – dijo Castro.

— ¡Él te lo dijo! – gritó. – Y aquí ya no eres mi puto jefe, somos el mismo nivel, rata de mierda.

— ¿Qué pasó? – dijo Kylie.

— Lo seguí – dijo Isidoro. – Tres autos me cortaron el camino, me dispararon y pude seguir de no ser por la falta de sangre.

— Le dieron dos tiros, uno en el hombro, sin salida y otro en el costado – dijo Castro. – ¿Por qué no me contaron la situación antes?

— ¡Tenemos a Gordon! – grito Bradford. – Tiene pulso, pero es débil.

Kylie y Lexie se llevaron las manos a la boca cuando vieron cómo lo sacaron.

— Subanlo a mi auto – dijo Isidoro.

— Me haré cargo de esto – dijo Castro. – Ustedes vienen conmigo, ya.

Castro le dio indicaciones a Lexie y Kylie, mientras que Isidoro era el qué conducía.

— No voy a llegar – jadeo Gordon.

— No hables, ya casi llegamos – dijo Castro.

— Vivi estuvo ahí – dijo con la voz casi en un susurró. – Me tomaron antes de entrar con él, me golpearon con todo lo qué tuvieran a la mano. Le inyectaron un líquido rojo a Gustabo.

— ¿Qué? – dijo Castro. – ¿En una jeringa de metal?

— Sí.

Isidoro y Castro compartieron miradas.

— Gustabo se levantó y no sé qué pasó, él los mató a todos – sus ojos se empezaron a cerrar. – Pero se lo llevaron. Trate...

— ¡James! – Kylie lo movió. – ¡James no te mueras!

— ¡Más rápido Isidoro! – grito Lexie.

— Está muerto – dijo Castro.

Un silencio se formó en el auto, Isidoro golpeó el volante con fuerza, Kylie apretó la mano de James y Lexie apartó las lágrimas de sus ojos. Sabían qué no era el momento para su duelo, había cosas más importantes.

Pólvora y SangreWhere stories live. Discover now