Epílogo (de temporada)

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29 de agosto

18:32 p.m

Barcelona, España

Carla

–Sigo pensando que esto no es una buena idea.– dijo David, intentando darse la vuelta por octava vez. Le agarré de la muñeca y tiré de él hacia delante para seguir caminando.

–No me seas marica.–bufé.

–Está muy feo el insultarme basandote en los gustos sexuales de las personas, ser marica no es malo, solo es ser diferente.– dijo él, hablando muy rápido, evitando mi mirada y fijandose en los árboles que crecían a lo largo de la acera.– Deberíamos habernos quedado un ratito más en el hotel, ya sabes, para familiarizarnos y acostumbrarnos al jet lag y estrenar la piscina y eso. No solo dejar las maletas y salir pitando, porque estoy en una ciudad desconocida y no. No es plan. Necesito adaptarme.

–David, por favor, relájate ya. Va a salir todo bien.

–¡Cómo va a salir todo bien si estoy sudando como un puto pollo!– gritó, aireandose el cuello de la camiseta.

–Es normal, y deja de hablar tan rápido, me pones nerviosa a mí.

–Deberías apoyarme en estos casos. Lo nuestro jamás podrá funcionar si no me sabes calmar en momentos así.

–Por tu culpa casi se cae el avión. No puedo apoyarte en esto.

–¡No fue culpa mía! ¡Yo no sabía que usar el internet del móvil en un avión puede causar interferencias!– se defendió, frenando en seco su paso.

Hacía apenas dos horas acabábamos de aterrizar en el aeropuerto El Prat de Barcelona, dejando atrás todo nuestro verano en Londres. Y tenía que tirar de David para cualquier mínimo movimiento que debíamos hacer. Llevaba hiperactivo desde que se había despedido de los chicos en Londres, y su gran agileza mental había desactivado el modo avión en medio del vuelo, causando las turbulencias más desagradables que jamás había experimentado.

–Lo mismo es una señal para advertirnos de que no deberíamos estar aquí.– dijo David, alzando las cejas, como si acabase de tener la idea de su vida.

–Calla.– dije, dándole una colleja, y centré mi vista en el gps que llevaba en el móvil.– Además, estamos ya a solo un par de calles. ¿No te irás a rajar ahora, no?

–Me rajé antes de salir de Londres.– confesó él, dejandose llevar por mí y mi pésimo sentido de la orientación.

–David, por favor, no es para tanto.

–¡No, las turbulencias del avión no son para tanto, esto sí!

–¡Fue idea tuya!

 –Una muy mala idea por mi parte.

Solté un suspiro y giré por la tercera calle a la derecha. Miré hacia atrás y luego al gps, espero que mi derecha y su derecha fueran la misma.

 –Ya verás como cuando la veas se te quita el miedo.–dije intentando sonar tranquilizadora, pero sin apartar la vista del móvil.

 –Tengo miedo. Seguro que no se acuerda de mí, y voy a quedar como un gilipollas, y me voy a ir con las manos vacías y...

Le solté la muñeca, y con la mano que le tenía sujeto, le acaricié la mejilla mientras él cerraba los ojos e intentaba respirar hondo para tranquilizarse. Me alcé de puntillas y le di un casto beso en los labios.

–No va a pasar eso, David, confía en mí.

Dejamos de hablar bastante tiempo mientras investigábamos varias calles a las que me sacaba el gps, pero que luego siempre me hacían ir en círculo y volver a donde estábamos en un principio. Así que le dieron por culo y usé mi derecha como su izquierda, y el chisme nos sacó a una calle llena de urbanizaciones; cuatro en total, cada una ocupaba una manzana entera y todas eran tan iguales que me rayé mucho la mente. Miré los papeles de María. Tendría que ser la número tres, bien, eso espero.

Total disaster. /\- SDE3 ~ David (Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora