Capítulo 7

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Me acostumbré.

A la vida caótica que llevaba, me acostumbré al silencio de mi madre, a la Victoria cruel y altanera como también a la dulce y coqueta.

Me volví un hombre de negocios reconocido por su físico y por no dejar caer los hoteles de mi difunto suegro.

Era un hombre ejemplar según las noticias.

Dentro de casa era un sumiso con la vida controlada, no habia demasiado que hacer, con la mafia a un lado y Victoria en el otro. Mamá y yo seguíamos siendo presos de estás personas.

Una tarde al llegar a casa de imprevisto, me llamo la atención que mi madre no estuviera en el jardín, así que entre a la mansión y la risa de las mujeres que conocía como amigas de mi esposa resonaban en el lugar junto a la música ambientada y el tintineo de las copas, quería pasar de ellas sabía que me mirarian y luego tendría a victoria como una leona furiosa encima de mi cuando estas se fueran. Sin embargo las palabras de una de ellas me hizo frenar en seco.

— ¿Qué tienen esas mujerzuelas coreanas? Incluso los hombres pueden ser terriblemente femeninos y eso es belleza para ellos, es decir mira a tu suegra no es para tanto.

Mis manos se apretaron con aquellas palabras y antes de cordinar ya mis pies se dirigían a la cuerda de víboras.

Lo peor de todo fue ver a mi mamá en ese sillón mientras ellas se reían de su aspecto y hablaban en su idioma como si mi madre no pudiera entenderlas.

Mi sangre se calentó.

Acercándome a pasos rápido tome la mano de mi madre sacándola del sofá, tome su cara y besé su frente pidiéndole que fuera a su habitación.

Las mujeres hicieron silencio mientras me miraban y yo no estaba dispuesto a permitir que mi madre fuera humillada nunca más.

Una vez ella se fue del lugar tome la actitud que debia tomar, sin importar nada ni nadie.

— Las quiero fuera de mi casa ¡AHORA MISMO CUERDA DE PERRAS!

La impresión tomó lugar en sus caras y yo no podía estar más enojado, necesitaba tomar el control y defender a mi madre de esas mujerzuelas.

Cómo ratas recogieron sus cosas y corriendo salieron del lugar, sabía que mi problema estaba ahí sentada mirándome seriamente y realmente no me importaba.

— No te quieras pasar de listo, lo que hiciste estuvo fatal.

— ¿Cómo te atreves a exponer a mi madre de esa manera Victoria? ¿Que clase de mierda es esa?

Ella deja su taza a un lado y se levanta resonando sus tacones, sus vestidos floreados y conjuntos de algodón han pasado a la historia, Victoria ahora viste diferente y se ve diferente.

— Soy esa clase de mierda ¿Qué harás para prohibir que me meta con tu mamita?

No controlo mis impulsos y la tomo del cuello, siento mi enojo recorrer mis venas, aprieto mi mandíbula y ¡Joder! Acabaría con ella en este instante. Pero ella sonríe y pasa la lengua por sus labios.

— Vamos cariño una follada a mi manera podría hacerme cambiar de opinión.

No puedo acceder a sus chantajes, estoy decidido a dejarla revolverse en su mierda.

— Sería una lastima que te toque verla muerta en vez de sana y salva por negarme esto.

El cariño que alguna vez sentí por ella, esa atracción, ese magnetismo se transformó en un profundo odio que crecía conforme tenía a esta versión de ella.

Sin importarme nada la estampe de la pared, la folle con tanta ira que ni siquiera me importo sus gritos. Su gemidos no causaban nada en mi, su rostro ya no me parecía lo más hermoso que mis ojos habían visto. Esa Victoria que me gustaba murió y yo con ella.

Y nunca deje de cuidarme, jamás le dejaría una parte de mi, jamás condenaría a un niño mío a tener una madre como ella.

Lamento cualquier error.

Mi amante Italiano +21 [KM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora