El Amor De Mi Vida | Ferran Torres x Pedri

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒔𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒖𝒏𝒐

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Capítulo sesenta y uno: Distinto.

Caminaban por la tienda, Ferran llevaba en mano el carrito de compras, mirando y pensando si faltaba algo más. Habían aprovechado sus horas libres para salir, además de que el día estaba despejado.

—¿Qué falta?— preguntó con curiosidad mirando a su lado, frenando de golpe al no verlo a su lado. Miró a su alrededor, dando vuelta para buscarlo en los pasillos.

Se detuvo lentamente al verlo en la sección infantil, su mirada puesta sobre la ropa que estaba ahí. El valenciano alzó las cejas, para luego sonreír y acercarse, dando pasos suaves para no sacarlo de su mundo. Se paró a su lado, apuntando su atención hacia donde miraba.

—Está bonito, ¿no?— soltó Ferran, animándose a tomarlo entre sus manos, atento a ello—. ¿Te gusta?

Pedri no respondió, Ferran sonrió acariciando su cintura para luego meterlo dentro del carro, dándole un corto beso en los labios.

—Aún estamos jóvenes— murmuró sobre sus labios, notando como entrecerraba los ojos. Con esa única expresión sabía que lo había hecho enfadar.

Suspiró al verlo tomar el carrito de compras y avanzar sin responderle. Sin estresarse, simplemente sonrió pasando la mano por su rostro. Sabía que Pedri era difícil, pero no era algo que le molestaba, al contrario, le gustaba quererlo así.

Fue detrás de él, viendo su espalda, su andar. Abrió la palma de su mano y le pegó una nalgada, seguido a ello darle un abrazo por la espalda, sintiendo como se paraba y se pegaba al instante. Lo vió tirar la cabeza hacia atrás, deslizando sus labios por su mandíbula.

Se movió para besarlo, pero Pedri mordió su mentón con fuerza, sacándole un quejido. Lo soltó, viendo como seguía caminando sin mirarlo.

Una vez que terminaron de comprar fueron al estacionamiento. Ferran soltaba una que otra frase, intentando sacarle un tema de conversación, pero nada lo hacía hablar, ni siquiera lo veía. Trataba de darle su espacio, pero le gustaba hablarle y ver su reacción, porque aunque no le respondía, escuchaba todo lo que le decía. "Tierno", pensó Ferran.

Cuando subieron al vehículo luego de guardar las compras, Ferran le acercó la bolsa de sus galletas favoritas, abierta, agitándola para que sacara. Sonrió cuando Pedri metió la mano y comió una.

Sacó una también y la puso entre sus dientes, acercándose a González, llamando su atención. Este lo miró a los ojos, llevando su mirada a su boca, subiendo su mano a su mejilla.

Con sus dientes agarró la galleta, pegando sus labios para robarle un beso, seguido a ello mordió su labio inferior, separándose para mirar al frente sin decirle nada.

—Te amo— dijo Ferran con una sonrisa, arrancando el vehículo.

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El valenciano estaba sentado en el sofá de la sala mirando la televisión, tenía su ropa de dormir puesta, dentro de poco pensaba irse a dormir. Miró el plato que se puso sobre la mesa, para luego desplazar su mirada por el brazo, llegando a sus ojos, lo vió poner sus manos detrás de su espalda.

—Perdón— su voz en un tono suave sonó.

—¿Por qué?— lo notó tenso, con una mirada preocupada.

—Por como te traté hoy— respondió con nerviosísmo—. No era mi intención tratarte así. Perdón, amor.

Ferran no respondió al instante, se quedó callado. Lo había tomado por sorpresa, no esperaba que se disculpara, al menos no de esa manera.