Reflexiones

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Todo era tan inverosímil. El detective se había acercado uniendo sus labios con los del castaño en algo poco más que un simple beso. Cualquiera que pudiera apreciar la situación desde afuera, notaría la atmósfera de enamorados en la que estaban atrapados ese par; sin embargo, dentro de ella, era otra historia.

Aún con los labios del pelinegro sobre los suyos propios, Light optó por abrir los ojos. Definitivamente no se esperaba aquello. El chico lucía totalmente irreal, sus mejillas ligeramente sonrojadas le daban un aura de inocencia y candidez que nunca había visto en alguna otra persona. Observar aquel rostro solo provocó que una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo y se detuviera en el corazón.

Para cuando el beso terminó, ambos chicos estaban pasando por un bombardeo interno de emociones. Ninguno de los dos pudo pronunciar palabra alguna. El silencio que había surgido luego de aquel beso era interrumpido, solo, por el tic tac de reloj. Parecía que el alma de ambos hombres había dejado de lado su cuerpo terrenal para alcanzar algo muy cercano al séptimo cielo.

El primero en reaccionar, fue el castaño. No es que nunca hubiese besado en su vida, habiendo tenido de novia a Misa podía asegurar que había experimentado muchas más cosas de las que quisiera aceptar.

-Eso fue intenso- bromeó el shinigami desde un lado de la habitación.

Por pura costumbre, el castaño lo ignoró olímpicamente y centró toda su atención en el pelinegro que aún continuaba en la posición en que lo había dejado, es decir, con los ojos abiertos de incredulidad, las mejillas sonrosadas y una mano sobre sus labios cubriéndolos tímidamente.

Al menor movimiento realizado por el castaño, el detective despertó de su ensoñación y lo miró totalmente asustado.

No podía creer aquello que acaba de hacer, la mente de Ryusaki era todo un lío en ese mismo instante. Nunca se había preocupado por tener que lidiar con emociones, las emociones no eran, normalmente, parte de su mente, ni algo a lo que le diera mucha importancia; sin embargo, ahora estaba tratando de encontrarle una respuesta lógica a todas aquellas ideas extrañas que se formaban en su mente.

Justo ahora, a su mente se le había dado la grandiosa idea de tornarse irracional y mandar un impulso a todo su cuerpo indicando que debía besar a Light Yagami, aquel chico que había conocido no hace más de doce horas y que, dramáticamente, acababa de terminar con su novia por su culpa.

Ryusaki se maldijo internamente. Si alguien que lo conociera hubiese visto esa muestra de afecto de su parte, definitivamente, lo hubiesen encerrado en algún lugar alegando que estaba enfermo o por último, le hubieran hecho pisar un hospital psiquiátrico temiendo por la poca cordura que le quedaba al detective.

Light se quedó observando fijamente al pelinegro, parecía que este estaba enfrascado en una muy importante batalla mental y él no quería ser el causante de que terminara antes de tiempo. Por otro lado, el también debía pensar en que iba a hacer ante cualquiera de las reacciones que pudiera tener el detective.

No solo había besado a un chico, chico que había conocido la noche pasada encontrándolo en un evidente estado de ebriedad, si no que había terminado con su "novia", aquella que le brindaría la ventaja dentro del juego que nosotros conocemos como vida.

El moreno soltó un suspiro llamando, así, la atención del castaño que hacía segundos acababa de besar. Ambos muchachos se observaron fijamente, ninguno era lo suficientemente valiente como para romper el hechizo de silencio del que habían caído presos.

-¿No piensas hacer nada?- la voz del shinigami fue la encargada de sacar a Light de aquel encantamiento.

El castaño tragó inconscientemente y justo cuando abría la boca para decir algo, un sonido lo interrumpió.

Amándonos en la oscuridadWhere stories live. Discover now