I

9.8K 608 200
                                    


»Cuando las luces se vuelven a apagar, en su grandeza, el silencio cobra vida en las salas de cada uno de los presentes, te preocupa que hayas perdido el sentido del oído, sin embargo, ante el sonido repentino del absurdo aparato que titila en un ...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

»Cuando las luces se vuelven a apagar, en su grandeza, el silencio cobra vida en las salas de cada uno de los presentes, te preocupa que hayas perdido el sentido del oído, sin embargo, ante el sonido repentino del absurdo aparato que titila en un nivel bajo que puedes llegar a identificar. Te están llamando, con curiosidad te arrastras hasta poder llegar al causante del sonido y con un atisbo de vacilo contestas, pero te arrepientes totalmente, no sabes lo que es, sin embargo es horrible. Luego empiezan los gritos desgarradores que hace que te asustes más. Los gritos no cesan y te desesperas, no sabes que hacer, has perdido el control de tus actos. Tu tímpano está colmado, duele, y cuando piensas que éste va a terminar por sangrar, los gritos terminan con un agonizante murmullo, te has dado cuenta de que sea quien sea el que sufría ha muerto por culpa de algo que no podrías distinguir. Pero no ha sido natural.

»Recuerdas cuanta repugnancia le tienes hacia los muertos y también el miedo que se te presenta cuando ves uno aunque sea en una patética película de terror de los años cincuenta. Y luego por un momento, también recuerdas el cementerio donde han enterrado a uno de tus parientes, aquel al que te han hecho despedirte con un abrazo de prolongado tiempo, con tus brazos rodeados en su inerte y frío cuerpo, ¿por qué lo han hecho? Y, aunque te lo preguntes siempre, nunca llegarás a tener una respuesta clara de lo que quisiste hacer. Has empezado a tener náuseas y las arcadas no demoran en llegar, y aunque trates de no inmortalizar más, las imágenes de múltiples cuerpos sin vida empiezan a invadir tu cabeza, en un acto desesperado, cierras los ojos y empiezas a escuchar los gritos que se habían presentado momentos antes de tus visiones. Las imágenes se hacen cada vez más presentes, y tus gritos empiezan a resonar como los de otra persona. Ya no puedes respirar y tu garganta adolorida, ya no puede más. Te duele el cuerpo totalmente y ya no resistes; pero tus ojos se abren sin haber avisado, y ante ti se muestra el oscuro lugar donde las almas sin descanso vagan durante la noche en busca de venganza. Las lágrimas se han apoderado de tus secos ojos y han empezado a salir sin consentimiento alguno. No puedes respirar con tranquilidad, y tu corazón palpita desesperado, con rapidez, bombeando sangre; tú lo necesitas, ya no tienes valor ni control alguno de tu cuerpo, el cual, está abatido e inmóvil.

»Por segundos piensas en todo lo que estás metida, este evento ha sucedido ya antes, y pensando que ha sido un sueño, cierras tus ojos rápidamente, los aprietas tan fuertemente que empiezas a sentir como tus párpado palpitan, te repites como para convencerte de que todo aquello no es real, pides ayuda, pero sabes que nadie podrá hacerlo. Lloras insaciablemente y estás cansada, parece que esta tortura ha durado una eternidad, pero no te das cuenta de que no ha sido así, porque esto todavía no comienza del todo.

»Quieres saber que sucedió, pero no recuerdas nada, tu mente está completamente bloqueada, y en lo único que piensas es que todo esto no es real y saldrás pronto.

»Cuando te tranquilizas, cuando tu respiración y tu corazón han tomado nuevamente un ritmo normal, y sientes debajo de tu cuerpo un cálido y blando sitio, piensas que todo ha acabado, así que abres los ojos despacio, y no distingues nada. Has regresado a la profunda oscuridad en la que estabas, pero eso no ayuda a calmarte, te has puesto alerta de nuevo. Tu respiración se vuelve pesada y cansina cuando sientes algo tocando tu pierna, un dedo delinea tu muslo y va subiendo hasta tu cintura y se detiene ahí, luego empieza a trazar círculos en el área en la que se detuvo y hacer pequeños toques. Te quieres mover pero tienes miedo de quién pueda ser. Piensas que alguien abusará de ti. Prefieres estar en la tortura en la que estabas, no quieres que nada te pase. Aquella mano empieza a subir hasta la curva de tu tronco y empieza a apretar, primero con apretones suaves, delicados. Cuando la presión empieza a hacerse más dolorosa, te quejas ante ello, y sin pensarlo, atrapas la mano que te toca; sus dedos están clavados en tu piel. Cuando tocas sus huesudas manos, te asustas aún más, empiezas a sentir el mismo miedo que sentiste cuando los muertos atacaban tu mente.

»No tienes luz, no puedes ver nada, lo único que puedes hacer es quitarte la presión que está en tu tronco y detener al causante del dolor, la presión se hace cada vez más fuerte y no puedes evitar quejarte. Las lágrimas han empezado a descender por tu cara nuevamente. No sabes que hacer. Sientes que no hay esperanza y esperas que lo peor pase rápido. Cierras los ojos tratando de aguantar el dolor punzante que concibes y tus sollozos se hacen audibles. La presión es cada vez más fuerte, sientes como sus dedos pueden tocar lo que está dentro de ti y abres los ojos instantáneamente, y sorprendentemente una pequeña luz, tu única esperanza de salir ilesa de esto se hace presente sea donde estés, así que, sin más empiezas a removerte como lo haría alguien desesperado, creando disgusto a tu atacante que hace que el dolor que sientes se intensifique. ¿Qué harás ahora? Y antes de preguntártelo, la luz se hace más intensa y en un momento de ceguedad miras a tu atacante, pero no hay cuerpo alguno, solo la mano esquelética que alguna vez perteneció a algún cuerpo.

»De tu garganta no sale más que un grito ensordecedor que llega a dañar a tus sensibles oídos más de lo que ya están. Las visiones vuelven y te sientes petrificada, más que antes, no sabes que hacer. Y en un movimiento rápido tratas de zafar la mano que te ata al suelo, y como si fuese una cadena no te deja ir. No tiene pulsaciones, aquella mano desgastada descarga toda su ira en ti, y no sabes que has hecho para merecerlo.

»Y sin más, cuando estabas a punto de rendirte, la mano se suelta y cae al piso, tú la sigues con la mirada y te fijas en qué estás parada; aquel cálido lugar, era sin duda tu cuerpo antes de morir. Ya no puedes gritar, así que solo te quedas ahí, con la perplejidad en tu cara sin saber cómo actuar...

»Respiras rápidamente y tus pies empiezan a arder, has corrido sin rumbo fijo y ya no sabes nada, no puedes seguir, no sabes de dónde sacas las fuerzas ni las lágrimas pero están ahí, presentes ante todo, pero después de correr te has cansado. Y te derrumbas en el piso sin más, con la cara pegada en el piso y con la respiración agitada, ya no piensas en nada, y de un momento a otro, ya no estás ahí. Sientes de nuevo presión, pero ahora, en tu espalda, algo está encima de ti, y no deja que te muevas y tampoco lo tratas, sin embargo estás con desesperación espontánea. Y sin pensarlo, te empiezas a resistir ante todo, pero algo te detiene, algo interno que no deja que te liberes. Ya ni siquiera sabes si llorar te servirá de algo, sin embargo lo sigues haciendo.

»Dejas de moverte, y por un minuto sientes más peso sobre ti, ya no quieres saber nada. Cuando desistes, te levantan un par de brazos, cierras los ojos fuertemente, no quieres saber qué es lo que te lleva y tampoco quieres saber a dónde. Así que te dejas llevar. Sientes manos por tus piernas y por tus brazos, una te sostiene la cabeza. Sientes ese olor penetrante a putrefacción que todos odian y sabes que no podrás llegar más allá de ahí, abres lo ojos sin querer hacerlo y ahí están cadavéricos cuerpos, con sus horribles orificios en donde deberían estar sus ojos, con sus putrefactas encías y podridos dientes. No son zombis, ellos están muertos y tú lo sabes, ellos no te están cargando, ellos te están atrapando como en aquel abrazo que tu atrapaste alguno de ellos.

»Estás con miedo, nunca habías sentido algo tan profundo, ya no quieres vivir, y te dejas llevar por sus garras, te asfixias, ya nada te importa, la tortura se ha prolongado más de lo que podrías llegar a soportar y ahí es cuando recuerdas: "No dejes que el miedo te controle", pero ya es demasiado tarde, el miedo se ha apoderado de ti y ya no puedes salir más. Perdiste tu oportunidad.

Cuando los niveles cardiacos de E01 terminan, el Dr. Roosevelt se siente decepcionado, apaga todo y trata de olvidar. Ha perdido uno, tendrá que revisar a los demás.

Se levanta de su asiento, toma su taza y bebe el contenido, mientras que en voz alta dice: —Siempre me he preguntado cómo se sentirá besar a un muerto.

]2'



Experimento FOBIA ©Where stories live. Discover now