XI

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— ¿No me vas a dejar pasar?

Abriendo la puerta por completo, el Dr. Roosevelt se hizo a un lado con mala cara.

Los dos individuos se miraron mutuamente, Sandra tenía una gran sonrisa plasmada en la cara, pero por su parte el Doctor se encontraba totalmente serio.

—Cuanto tiempo sin vernos.

—Y preferiría que siga así. — Susurró.

— ¿Ah?

— ¿Qué es lo que quieres Sandra?

—Nada más allá de lo que tú sabes. — Sandra dio la vuelta y lo miró. — ¿Dónde están?

El doctor Roosevelt la miró fríamente y tensó la mandíbula: —Vete de aquí.

— No, no, no, Javed, pero que inhospitalidad —, Sandra empezó a caminar por el pasillo y se dirigió hacia la cocina, cogió una taza y se sirvió café, el Dr. Roosevelt la siguió: —Mira, Javed, que te hayas incomunicado conmigo, que me parece una total falta de respeto por cierto, no significa que esté fuera de eso. Empezaste conmigo y lo vas a terminar conmigo, ¿de acuerdo? — Sorbió un poco de café y dejó la taza encima de la mesa: — ¿Dónde están?

—Sandra, por favor, vete.

—No Javed, estoy hablando enserio, no voy a aguantar más tus estupideces.

El Dr. Roosevelt se restregó la cara enojado.

—Ay, por favor, voy a tener que buscarlos yo.

El Dr. Roosevelt no dijo nada, solo la siguió, enojado, sabía que si decía algo iba a explotar.

Sandra se dirigió hacia la oficina del doctor, ahí, se sentó en la silla de cuero del mismo y esperó a que éste entre.

Cuando el Dr. Roosevelt ya se encontraba en la oficina, frente a frente con Sandra, ésta miró los ordenadores, y empezó a teclear. Mientras revisa el contenido, el Dr. Roosevelt la observaba con los dientes apretados.

Pasaron varios minutos hasta que Sandra despegó sus ojos de las pantallas para mirar al doctor: — ¿Diez muertos? ¿Es enserio? Javed, tú mismo dijiste que no querías tantos muertos.

Sandra levantó una ceja, mientras el Dr. Roosevelt la miraba con desdén.

— ¿Todavía tienes espacio en la morgue o los tiraste a la basura?

El Dr. Roosevelt se negaba a responder. Sandra se levantó de la silla.

—Vamos a tener que empezar de nuevo.

— ¿Estás drogada?

— El único drogado aquí creo que eres tú, cariño. —Sandra sacó una jeringuilla usada del bote de basura.

Experimento FOBIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora