O c h o

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Isabella no pudo volver a ver a Lucas en mucho tiempo.

No se le permitían visitas, tal vez estuviera mejorando, eso era lo que le decía su madre y lo que quiera creer.

Se encerró en sí misma. Ya no salía, ni sonreía.

La culpa de todo esto la tenía su metida hermana.

¡Claro! Si ella nunca le hubiera dado las notas, ellos nunca hubieran salido, y nunca le hubiera pasado eso.

Su depresión era tan intensa que dejó de comer, y todo lo que pasaba por su boca, a las pocas horas era devuelto.

Ya no escribía ¿A quién? Si su única inspiración estaba postrado en una cama como un vegetal.

Su única alegría fue cuando le dijeron que podría verlo, ya que había despertado.

Luego de semanas y meses sin poder verlo era como si le volviera el alma al cuerpo.

¿Debería arreglarse? ¿Tendría que traerle oreos? Solo salió rápidamente al hospital y esperó durante horas sentada en la sala de espera.

-Puedes entrar, chica- le dijo una muchacha muy amable y le indicó la puerta.

Ella tomó aire, y tan pronto pasó la puerta pudo vislumbrar los claros ojos verdes de Lucas.

Sonrió, como no lo había hecho en meses, y lo envolvió en un gran cálido abrazo.

Pero noto que él no hacía lo mismo, es más... estaba rígido.

Ella lo soltó con la intención de reprocharle.

Pero él sólo la miró con miedo y dijo dos palabras que le rompieron el corazón al instante.

-¿Quién eres?


Ladrón de galletas ; 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora