D i e c i s i e t e

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Sin saber por qué Lucas lloró mientras leía toda la carta. Lloró toda la noche y en ningún momento paró de hacerlo.

Aún así ¿él qué podía hacer? Decidió que si aquella chica quería eso, él no era nada ni nadie para retenerla.

Pero estaba totalmente equivocado, ella esperaba con ansías que él lo hiciera.

Lo esperó los primeros días, aquellos en que sentía una leve mirada y sonreía a la nada, porque tenía la esperanza de que fuera él quien la estuviera mirando. Cuando de repente compraba galletas, aún esperaba que el saliera a quitárselas, y luego un solo abrazo los reconciliara. Lo esperó cuando tenía un buen chiste en mente, y buscaba a quien contárselo y reírse juntos, se encontró con él vacío. Cuando estaba leyendo un libro en una cómoda esquina siempre esperaba unos segundos más antes de voltear la página por si Lucas estaba leyendo con ella

Lo esperó aún cuando habían pasado meses y por error se cruzaban en el pasillo, se quedaba quieta unos momentos, esperando que una voz familiar la retuviera, para que luego sencillamente al voltearse encontrarse con su espalda.

Cuando sus interminables noches se hacían más oscuras de lo normal, todavía esperaba que Lucas viniera a limpiar y besar cada una de sus lágrimas.

Fue así como simplemente perdieron las esperanzas.

¿Cómo era posible que dos personas que se habían amado tanto, y que habían cumplido con el concepto de la palabra amor, ahora no eran nada en la vida una de la otra?

Tal vez no se habían amado lo suficiente. Tal vez Isabella no era tan importante para él como ella esperaba. ¿Por qué era la única persona a la que no recordaba?

Si tan solo él nunca hubiera sabido de sus sentimientos, ellos nunca hubieran llegado más lejos, y el no estaría así.

Fue entonces cuando ya no diferenciaba los días, todos los días para ella eran iguales, iguales de oscuros y tristes, no le importaba absolutamente nada. Siguió con su rutina, salió normal del colegio y solo se detuvo un instante para ver por última vez a Lucas por ese día. Estaba con sus amigos y se le veía tan feliz...

Dio media vuelta antes de empezar a llorar, pero sintió el agarre de una mano en su muñeca.

Volteó y se encontró con la cara de Lucas, que tenía un paquete de galletas en su mano y una gran sonrisa.

-Isa.- pero luego solo se apartó y sus ojos se abrieron de par en par, se tumbó en el suelo y empezó a llorar.

-¿Lucas? ¿Te sientes bien?- preguntó ella alarmada, pero Lucas cubría su cara con sus manos y cuando se puso calmar solo susurró otra vez:

-Isa.- ella lo ayudó a levantarse y lo sentó en una banquita a la salida del colegio.

Solo cuando se le fueron los escalofríos Lucas miró por primera vez a los ojos de Isabella, e hizo lo que ella estaba esperando por meses. La abrazó y la empezó a llenar de besos.

-Perdón, perdón.- susurraba con cada beso que le propinaba.

-¿Eres tú?- preguntó con nostalgia ella.

Lucas asintió y le ofreció otra gran sonrisa, tan grande como el mismo universo.

-¡Sí! ¡Soy yo!- alzó a Isabella por los aires y no dejaba de reír como loco.

-¿Qué? ¿Cómo? ¡Dios!

-Déjame decirte todo con detalle, pequeña ruda.- sus ojos brillantes, sus labios acompañados con una sonrisa, sus mejillas sonrojadas, todo volvía a ser el Lucas de antes.

-¿Recuerdas aquella espantosa carta que me enviaste? Bien, me dejó pensativo. No querías saber nada de mí (por lo menos eso creía) pero yo sí de ti. Isa en cada segundo te miraba, que hacías y las sonrisas que me regalabas, cuando te veía comer oreos sentía ese impulso de comerlas contigo, no robarlas.- los dos rieron.- Cada vez que te sentabas en aquella esquina, trataba de leer contigo. Cuando nos cruzábamos, siempre volteaba para verte pero tú ya te habías marchado. Cada vez que llorabas en el baño sentía ese impulso de limpiarte las lágrimas, de abrazarte, Dios, de besarte. Pero eso era lo que no entendía, ¿por qué sentía eso hacia ti? ¿Por qué me comporté así cuando Liam se te acercó? Lo lamento mucho, fue así como poco a poco, me volví a enamorar de ti. De la forma en que haces todo, de tu personalidad, hasta de como cantas cuando estas distraída. Lamento también estar escondido todo este tiempo, créeme que no quería hacerlo. Pero si lo sabías, tal vez me apartarías, y eso no aguantaría, estar lejos de ti. Fue así como hoy, justo hoy, te iba a invitar a salir, ¿y sabes cómo? Te iba a enviar unas oreo con una nota dentro. Te lo juro que no tenía ni idea, y cuando estaba a punto de entregártela... tuve ese recuerdo, no sé cómo decírtelo, como un déjá vu de cuando te invité a salir por primera vez ¿lo recuerdas? Y entonces fuiste apareciendo otra vez en mi vida, y recordé a la persona que más me interesaba recordar, y la que más me importa.

Sin saberlo Isa estaba llorando, se recostó sobre su pecho y los dos se abrazaron y se dieron su calor.

-Prométeme no volverás a olvidar nuestras risas, nuestras lágrimas, nuestros recuerdos, nuestras bromas... Prométeme que no me vas a olvidar nunca más.

-Ni siquiera cuando no esté en mi sano juicio lo haría. Prometo siempre escuchar esas melodiosas risas, pero también aquellos recuerdos tristes que nos hacen ser como somos ahora, reír y sonreír cuando recuerde de la nada un mal chiste que me hayas contado para alegrarme el día. Prometo siempre recordarte como mí oreo, así como también recordaré que yo siempre seré tu ladrón de galletas.

N/a: ¡El final! Gracias por todo. Los amo, por apoyarme en esta secuela y en Oreo.

Espero no haberlos desilusionado. Aún faltan los agradecimientos, estuve pensando mucho, y creo que es mejor dejarlo sin epílogo. Quise dejar un final a su imaginación. 

Momento de spam: Sé que no importa mucho, pero acabo de publicar una nueva historia, totalmente diferente a todo lo que he escrito, espero que se pasen por ella, se llama "Letras a muertos".

Y una vez más, mil y un gracias.


Ladrón de galletas ; 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora