XXXVII

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2 de diciembre, 2009.


He conocido a alguien: a mí. 

Qué amarga sorpresa fue toparme con tanto desastre por dentro. Aún late en mí esa niña que jugaba a ser princesa, pero que el dragón quemó, la he visto con muchas cicatrices en todo su cuerpo, con quemaduras por haber jugado con fuego, pero aún sonreía. Aún sonreía, joder. 

Yo aún tengo todo lo anterior: las cicatrices, las quemaduras, excepto la sonrisa fija. A veces sonrío porque estoy feliz, las otras veces son porque me estoy hundiendo.

Creo que estoy empezando a entender que de eso va la vida: de no parar de sonreír, independientemente de cuán cansado estés.

Ya no queda ni un gramo de la que fui, a lo mejor es porque de pequeña era tan ingenua que no me daba cuenta de lo que en verdad pasaba: la vida te la pintan de colores, pero con el tiempo se tornan opacos.

El Diario de AnnalisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora