Capítulo 10

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Narra Miguel.

[Noche] [Ocho de Abril] [08:07p.m.]

Tomé mi móvil y divisé la hora, eran las ocho, teníamos unas dos horas, pues a las diez debía llevar a Rubius a su casa.
Miré de reojo hacia mi castaño amigo, estaba nervioso, tonteaba con su vestido, y miraba a la gente con timidez, algunos chicos se lo iban a devorar con los ojos.

Tomé su mano descuidadamente, el me echó una sonrisa encantadora y entrelazó nuestros dedos, parecía que mi corazón se derretía.

—¡Eh! —sentí como Rubius tiraba de mi mano con brusquedad, lo miré a espera de saber qué había ocurrido, él se volteo toscamente hacia atrás. Apretujó mi mano y echó un suspiro de aberración—. Un tío me acabó de tocar el trasero —me miró frunciendo el ceño— ¡Qué cretino! —bufó inflándosele los cachetes.

Quería reír ante su graciosa cara de enojo, pero vale, alguien había tocado descaradamente, y eso me cabreó, de seguro mi cara era de total imposibilidad queriendo reír pero estando enojado a la vez.

Entramos por la puerta principal de la gran casa, había demasiada gente, al entrar choqué hombros y codos con algunas personas.

—Eso es por lo que tienen que pasar las tías buenas, ahora lo sabes —seguí caminando mirando hacia adelante, esquivando cuerpos y asegurando de que Rubén no se me quedara muy atrás.

—Pues los tíos son unos malditos... Unos pervertidos, idiotas, malcriados... —sonreí ante su comentario, estaba realmente cabreado, de seguro era la primera vez que le faltaban el respeto.

Pero joder, hasta yo le apretujaría el culo buenazo que tenía, se lo estrujaría entre mis dedos, sostendría completamente esa deliciosa carne.

Me preguntaba el por qué de muchas cosas, el por qué de esta apuesta, el por qué de estar tomándolo en serio, Rubius aceptó vestirse de tía, ¿Por qué?, Rubius dejó que le pintara las uñas, ¿Por qué?, Rubius es un chico, un chico heterosexual, me parecía extraño que hiciera esas cosas y que no se enojara o se negara ni por un segundo, cualquiera se pondría rabioso, hasta yo, yo que me gustan los tíos detestaría vestirme así.

Lo guíe hasta el patio trasero de la casa, donde de seguro estaba la tarima con el dj, y habría más espacio, pues donde estábamos ahora era jodidamente apretado y caluroso, se percibía perfectamente el alcohol, el humo a tabaco y otras cosas que quien sabe, tal vez era marihuana.

Llegando hasta el patio trasero, mis oídos casi reventaron, la música ahora sí que estaba putamente intensa. Había un enorme jolgorio, gritos, gente bailando, saltando, otras en una esquina haciendo de las suyas, otros en el suelo, en el césped lleno de bebida alcohólica y basura, hasta condones podía distinguir así estuviera de noche, exhaustos, sudados, casi dormidos.

—¡Hola, Mangel! —un muchacho achinado corrió hasta nosotros, casi tropezando con el pie de alguien que estaba tumbado en el suelo, quien sabe si muerto o desmayado.

—Willy... —susurró Rubius, casi temblandole las piernas.

—¡¿Nos conocemos?! —tuve que gritar, era tremendo el bullicio que ni así se me escuchaba bien, además en mi vida había visto a ese tal Willy.

—¡No, pero me alegra que hayas venido a mi fiesta! —sonrió abrazándome. Lo separé de mi con un pequeño empuje, que no se notase—. ¡¿Y ella?! —miró a Rubius con ciertos ojos de pocos amigos.

—¡Es... Una amiga que...! —Antes de seguir hablando sentí como alguien me embestía  desde atrás, dándome un atroz golpe en la espalda con todo su peso, casi me caía hacia delante y me daba tremenda hostia.

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelWhere stories live. Discover now