Capítulo 13

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Me quedé echado en el suelo por un rato, pensando, pensando más de la cuenta, rosándome los labios con la yema de mis dedos recordando, acelerándoseme el pulso... Suspiré pesadamente mientras tomaba fuerzas para levantarme.

Antes de irme le di una ojeada al armario, para mi ese lugar era especial, mi lugar especial.

Salí de la habitación con rapidez y bajé hasta la sala. Allí estaban todos, disfrutando... Mangel estaba serio, bebiendo mientras se revolvía los cabellos, parecía frustrado.
Seguían jugando a la botella, sin decir ni hacer nada más di la espalda y caminé hasta la puerta de entrada de la casa.

Abrí, salí y cerré a mis espaldas sin mirar. Saqué mi móvil mientras buscaba unas mentas en uno de mis bolsillos delanteros de mis jeans, al topar uno lo saqué de éstos.

Eran casi las diez y yo debía estar en casa a esa hora. Guardé mi móvil y eché a correr a por un taxi.

En el taxi me comí tres mentas para no apestar a alcohol, Alexby me dijo que funcionaba, y bueno, la verdad era un poco efectivo, además de que no tomé mucho.

Llegué a casa, mi madre peguntó por Miguel, sólo le dije que estaba en la fiesta todavía y me dirigí a mi habitación. Quería bañarme e ir a la cama. Por alguna razón me sentía cansado, como una piedra y con mucho sueño.

Aquella noche, en mi cama, con las luces apagadas y las cortinas abiertas para darme algo de luz, me puse a dar vueltas mientras abrasaba una almohada, queriendo gritar de la emoción. No podía conciliar el sueño, los recuerdos de esa noche en el armario con Mangel me fastidiaban, me ponían colorado y feliz haciéndome revolotear el corazón con fuerza.

Estaba entusiasmado, no tenía idea del por qué, o al menos no del todo... Besé a Mangel pero... Era una especie de confusión, un beso a causa de el alcohol o un beso a causa de... ¿De gusto?... A mí Mangel me encantaba, me encanta, pero yo, yo no creía encantarle de la misma forma. En momentos me hacía pensar que yo le gustaba y en otros que no, me confundía demasiado, me tenía clavado pensando, pensando, pensando, pensando y pensando.

Esa noche y todas las noches futuras yo sólo podía pensar en él, y en cada cosa, por más mínima que fuese, que me demostrara que yo le atraía, que yo le gustaba y que me lo ocultaba.

Ahora.... Ahora me lo había dejado claro.

"No me gustas."

Gracias por ser sincero, Mangel.

—¿Estáis bien? —supe que era Luzu. Alcé la mirada hacia la puerta y tomé atención, dejando a un lado mis pensamientos—. Vale, ya, sacadlos de ahí, no van a hacer nada de todas formas.

—¿Pero y tu qué?, esto es para que se le pase la mariconada a Willy, venga, ¡tener a un marica cerca me pone de los nervios, tío!  —y ese era Vegetta.

Apreté los puños, sus palabras no eran para mi, claro que no, pero me irritaba, ese tío siempre era así...

—¡Vete a la mierda, Vegetta!, ¡Ni en un millón de putos siglos me liaría contigo!, ¡El echo de que me gusten los tíos no quiere decir que me vaya a gustar todo aquel que tenga rabo! —Willy se puso de pie de un salto y hecho una furia pateó la puerta del armario haciéndola estremecer con brutalidad.

—Willy... —dije, esperando su puteada, era obvio que me gritaría— Willy cálmate...

—¿¡Y tu qué cojones!?, ¡Menuda puta, ni quiero que me dirijas la palabra! —lo miré con los ojos en blanco. Su entrecejo estaba tan arrugado por la ira, sus dientes rechinaban y sus ojos estaban que ardían en llamas.

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelWhere stories live. Discover now