Capítulo 15

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Narra Miguel.

Rubius cargaba una cara de pánico que hasta me preocupaba, no era para tanto.

—Tus padres... —dijo empujándome.

—... —no, no se iba a librar.

Levanté más mi cuerpo, y vi a Cheeto salir del coche a toda prisa. ¿Qué cojones quería?

—Mangel por favor...

—No te preocupes, no son mis padres —me acerqué nuevamente a sus labios.

—Eh, no... ¿Entonces quién es? —y me empujó, frunciendo el ceño.

—Cheeto —le resté importancia, la verdad no quería perderme esta oportunidad, mucho menos por culpa de mi primo.

—¿Y qué esperas? —me señaló la puerta, la cual miré de reojo.

—Venga, puede espera-

El sonido del timbre nunca fue tan molesto, Cheeto lo presionaba cada dos por tres, haciendo que me rabiara en un segundo, y vale, más era por interrumpir en el momento menos oportuno, estuve a punto de tener sexo con Rubius y al cabrón se le ocurrió venir a joderme la noche.

—Joder... —me levanté como pude, tenía una muy dolorosa erección debajo de mis vaqueros— Ya vengo... Tú quédate donde estás —lo señalé y él sonrió mientras asentía cubriéndose con las sábanas.

Cerré la puerta suavemente y como si fuera una maratón corrí escalera abajo saltando en el proceso, fui hacia la puerta de entrada y la abrí de golpe.

Estaba fatigado por el ejercicio, pero Cheeto se veía peor, mucho peor.
Tenía el cabello despeinado, sudaba a chorros, respiraba agitadamente por la boca jadeando, las manos le temblaban, su camiseta estaba cubierta de sangre al igual que sus palmas y parte de su rostro.
Fruncí el seño y pestañee repetidas veces, estaba flipándolo, para qué mentir.

—¿Pero qué cojones...?

—¿Mis tíos están en casa? —pasó de largo, mirando para todas partes.

—No —dije a penas.

—Mangel... Joder... —parecía a punto de llorar, estaba histérico, moviéndose de un lado para el otro— Vale, vale... —Intentó calmarse por voluntad—. Mangel, debemos irnos... En serio, no me preguntes por qué...

—¿Por qué? ¿Cometiste homicidio? —me crucé de brazos mirándolo fijamente, persiguiendo su angustia.

—¡No! ¡Claro que no, joder! ¡Lo que ha pasado es...! ¡Es...! —la voz se le quebró, y se agarró sus cabellos rizos tirando de ellos—. Le han disparado a Alex... —agachó la mirada, llorando, apretando los dientes.

—Eh, pero no está muerto, ¿O sí? —sólo negó con la cabeza. Era un llorón... Caminé hasta él y lo abracé— ¿Está en el hospital?

—En... En el coche...

—Joder... ¿Por qué no lo has llevado al hospital y por qué cojones le han disparado?

—¡Oh, joder, el maldito hospital! ¡Venga, hay que ir-! —dio un paso fuera de casa y por las mismas se regresó. Detrás venían todos, Lana y Willy cargaban a Alexby por los hombros corriendo y gritando.

—¡Entrad, entrad! —Luzu llegó primero y me miró con total espanto— ¡Mangel hay que salir pirados de aquí, esos mamones allá vienen!

—¿A qué te refieres...? —miré por encima de su hombro... Tres tipos armados, vestidos totalmente de negro, de sus treinta y tantos años, fortachones, venían hacia donde estábamos.
No me percaté quién, pero alguien cerró la puerta y otro me empujó hacia el patio trasero de la casa.

—¿¡Pero en qué mierda os habéis metido pedazos de subnormales!? —le grité a Willy, este me fulminó y me gritó de igual manera.

—¡Pregúntale a tu querido primo!

—¡Alto, alto! —recordé en un flash, abriendo los ojos como plato... ¡Rubius estaba arriba, y tras eso desnudo!Me quedé en media sala, todos me miraban con cara de "¡eres tonto, hay que salir cagando hostias de aquí!"— ¡Rubius está arriba!

—¿¡Qué!? ¡Pues tráelo! —Lana me pateó las piernas haciendo esfuerzo por no soltar a Alex, quien al segundo fue cargado por Cheeto en brazos.

—¡Corred, para arriba, rápido! —de un momento a otro Cheeto subió a prisa desenfrenada por las escaleras.

Esos tres tipos habían logrado entrar tumbando la puerta ya despedazada de los golpes que le habían dado. Corrí al igual que el resto hacia arriba, de golpe salté dentro de mi habitación, ¡Rubius estaba tal y como lo dejé! ¡Mierda!

—¡Rubius! —grité.

—¡Rubius levanta! —Luzu lo zarandeó, hasta ponerlo de pie.

 — ¡Rubius, levanta ya!  —dijo Willy desesperado, casi suplicando. Rubius estaba perplejo, sin entender ni una mierda lo que pasaba, agarró con fuerza la sábana que lo cubría y fue corriendo hasta mi.

—¿Qué hacéis vosotros aquí? ¡Cheeto! ¿¡Eso es sangre!? ¿¡Qué le ha pasado a Alex!? —empezó a gritar, mientras sostenía la cabeza de Alex con una mano, joder se le veía fatal, con un disparo en el hombro, otro cerca de las costillas y otro más peligrosamente cerca del corazón, estaba desmayado, empapado de su propia sangre, estaba claro que moriría de hemorragia si no lo llevábamos rápido a urgencias.

—¡Mierda! ¿¡Ahora qué!? —un golpe extremadamente ruidoso hizo tambalear la puerta de mi habitación, sobresaltándonos a todos. Nos quedamos helados, observando cómo aquellos tipos intentaban tumbarla.

—¡Abrid malditos mocosos! ¡Nos debéis vuestras putas cabezas! ¡Abrid! —ronco, intimidante, una voz estremecedora.

Me trepé en la cama, quedando frente a mi ventana, la cual abrí, y miré hacia abajo, el auto viejo de mi padre seguía ahí, como siempre. Miré a Luzu y lo llamé haciéndole con la mano, una vez que se puso a mi lado le señalé.

—Hay que saltar, venga, rápido —miré a los demás y estos miraron hacia la puerta que seguía siendo golpeada.

—No hay opción... —Cheeto se trepó a la cama con Alexby en manos. La altura no era demasiada, pero un mal salto y cualquier fractura era capaz de ocurrir.

Se trepó en el marco de la ventana y saltó, sin aviso y en silencio, sólo se pudo escuchar el impactó de su cuerpo sobre el coche y la alarma, joder, me había olvidado de la puta alarma.

—¡Rápido, rápido, saltad ahora, ya! —fui hasta ellos, empujándolos con brusquedad. Luzu saltó, Lana le siguió echando un grito que se escuchó hasta en la último esquina de la ciudad, luego Willy quien se quejó al caer, no me jodas con que se había fracturado algo.

—Rubius, ven... —lo agarré de la mano, ya cargaba sus jeans puestos y su sudadera en manos, menos mal...

La puerta se abrió, sólo había un sujeto, de seguro los otros dos estaban abajo o en camino hacia el patio.
—¡Mierda! —tomé a Rubius de donde sea que lo haya tomado, y lo empujé para que saltase, acercándolo a la ventana, la cual trepó, vi cómo le temblaban las piernas y tomó aire antes de pegar el salto, lo visualicé, cayó casi de rodillas y rápidamente de giró y me miró, asustado, indicándome que saltara también con la mano.

Antes de que pudiera hacer algo, aquel tipo me agarró por detrás, colocándome el arma debajo de la cien.

—¡No! ¡Mangel! —lo oí gritar— ¡Mangel!

—¡Corre, vete! ¡Vete ya! —solté con todas mis fuerzas, Luzu lo agarró del brazo y lo bajó del techo del coche, haciéndolo caer en el suelo de nalga.

—¡Luzu Mangel está...! —volvió su mirada hacia mi, aterrado, angustiado, llorando.

—¡Llévatelo, Luzu! —solté, antes de ser arrastrado lejos de la ventana y retirado de la cama, escuché claramente gritos por parte de Rubius, gritos desgarradores, pidiendo que no me dejaran y que lo soltaran.

Nota: Aunque no lo crean, ya falta demasiado poco para el final xD Nos leemos mañana :'3

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelWhere stories live. Discover now