Capítulo 8

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Mi mejor amigo de toda la vida estaba sentado,en el sofá del living de mi casa, los dos solos, mi mano en su pierna, y su mano en la mía. Mi mejor amigo de toda la vida estaba vestido de tía, de los pies a la cabeza. Mi mejor amigo de toda la vida había jadeado y gemido ante el apretón que le hice en su muslo. Mi mejor amigo de toda la vida estaba completamente indefenso, frente a mi, solos, nadie vendría a ayudarlo, podía taparle la boca, podía amarrarle las manos, podía tocarlo, besarlo, follármelo, obligarlo... Pero, mi mejor amigo de toda la vida me odiaría, si le hacía algo así, obviamente me odiaría.

Respiré hondo, intentando calmarme, intentando no descontrolar mi mano y arrancar su interior de un tirón, intentando no besarlo y saborearlo, intentado simplemente respetarlo.

Bajé mi mano lentamente hasta topar su rodilla, e hice lo mismo con su otra rodilla, una vez así, separé sus piernas y me dejé espacio para entrar entre ellas. Triste, sin poder hacer nada, me dejé caer en su regazo, dejando mi cabeza en una de sus piernas, mirando hacia un lado de la casa, hacia la pared.

¿Qué se suponía que debía hacer?, ¿Quedarme tendido y aguantarme las ganas?... No podía soportarlo más, deseaba besarlo, al menos besarlo.

—¿Vas a dormir aquí? —sentí su cálida mano peinar mis cabellos hacia atrás, con una impresionante delicadeza que me hacía cosquillear el cuerpo.

—Tus piernas son... Cómodas —suspiré.

—Duerme si quieres... —pude sentir claramente su aliento en mi oreja, rozando mi nuca con la peluca que cargaba.

—Rubius... —alcé mi rostro hasta topar el suyo, abrió los ojos como platos ante la peligrosa cercanía, se alejó de mi, retrocediendo todo su cuerpo hasta topar su espalda con el mueble, estando prácticamente sin salida. Prácticamente me lancé sobre él como una bestia, mi maldito impulso, mis malditas ganas, mi maldito deseo me superó y... Tomé su rostro apegando sus labios hasta los míos, hasta besarnos, hasta sentir su brillo labial, hasta poder oler su perfume con más claridad, sólo un pico, un miserable pico fue lo único que pude conseguir, pues antes de que pudiera profundizar nuestro contacto me empujó separándome de él unos escasos centímetros.

—No... Basta... —mantenía la mirada hacía abajo, su mandíbula y sus labios temblaban agresivamente, como si de frío se estuviera muriendo, su respiración era agitada, estaba sudando, estaba empujándome por los hombros para alejarme pero no se lo permitía.

—¿Estás bien? —alcé su barbilla, él desvío la mirada con los ojos aguados, mierda Miguel Rogel... La habías liado, ahora te tenía más que asco.

Asintió levemente, frunciendo los labios, ¿Por qué?, ¿Por qué no decía nada?, ¿Tan asqueado se sentía?, mierda...

Agaché la cabeza observando sus piernas, y dándome cuenta de lo gilipollas que había sido, besarlo estuvo mal, estuvo jodidamente mal.

—Creo que... Debemos irnos... —dije, soltando sus rodillas y poniéndome de pie— Lo siento —mi voz por primera vez en muchos años tuvo un toque de expresividad, arrepentimiento.

—N...No importa, sé que... Fue por que me parezco a una tía... Y entonces tu... Y... Por eso... Hace rato... Yo lo siento... —la voz le sonaba nerviosa, como hilos de voz— Tal vez perdí la apuesta. -Sonrió forzadamente.

—Sí, es que te pareces tanto a una tía, toda plana... Pero una tía —casi con amargura, me dirigí a la puerta. Es que Rubius era tonto, tontísimo, ¿Por que dijo "—Yo lo siento..."?, no parecía entender nada, es decir, cualquier tío estaría enojado en que otro tío lo besara, pero tan ingenuo, sin saber que si alguien te toca así y te besa es una falta, una falta muy grave si a ti no te gusta, no son novios o algo parecido...

—V-Vale... —me siguió desde atrás.

Salimos de casa y nos dirigimos a una fiesta en la cual habían invitado a Rubius pero cualquiera podía ir de todas formas, pues seria el lugar perfecto para poner en marcha nuestra apuesta... Así que agarramos taxi, y nos dirigimos hacia la casa de un tal Guillermo o como él le apoda: Willy.

Me recosté en el asiento trasero del taxi, junto a Rubius, quien mantenía las piernas bien juntas y el filo de su vestido bien apretado entre sus dedos.

—¿Estás nerviosa? —lo miré por el rabillo del ojo.

—S...Sí —pronunció muy despacio.

Tranquila, nadie se enterará de que eres tú.

Asintió.

Me pasé una mano por el pelo, algo incómodo. Tal vez estaba así por que hace rato le había besado. Joder, joder, joder, joder...

—Pare, es aquí —dijo Rubius asomándose por la ventana.

—Yo pago, tranqui... Tranquila —dije dándole un billete al chofer.

—Vale —abrió la puerta del coche y bajó, colocándose bien el vestido.

También salí y me paré detrás suya. Acerqué mi boca a su oído, sosteniendo sus caderas levemente, o bueno, sus pequeñas pero provocativas caderas.

—Recuerda que ahora eres ella —susurré. Él asintió levemente—, y no te alejes de mi, ¿Vale? —nuevamente asintió. Me separé de él, y observé el jolgorio, desde fuera ya se escuchaba el fuerte sonido de la música a todo volumen, la gente gritando, corriendo, bailando, riendo, otros recién ingresando—. ¿Ya entramos, Ruby? —le dije mirándolo por un segundo.

—Vale, estoy listo —respiró hondo. Se le notaba cómo tenía los nervios a flor de piel.

Nota: ¡Primer capítulo que escribo en mi celular! Fue algo complicado, ya que no me inspiro tanto como en la compu 7u7 pero bueh...
Gracias por sus lindos comentarios, en el próximo capítulo quien comente primero tendrá un capítulo dedicado, con todo mi pervertido corazón de shipper ;3 sin más, les extrañé un montón a todas. Chao, guapos<3 Hasta el próximo Lunes.

Malos pensamientos #1. ➝RubelangelWhere stories live. Discover now