Anexo 1 - Egoísta.

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Seguramente se preguntan que es eso de "Anexo"... Ok, tenia ganas de hacer esto hace mucho tiempo, les explicare.

Los "Anexos" son historias cortas, narradas por el protagonista de esta historia, sí, Hanamiya Makoto. Sencillamente será lo mismo que ya leyeron pero del punto de vista de este chico malo.

Quiero exponer ambos casos y que sean ustedes mismos, los lectores, quienes se hagan la idea de quien malo y quien no.

Si quieren leer, bienvenidos, si no, pues gracias igual por seguir la historia. Espero publicar pronto un capitulo nuevo.

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Desde la primera vez que la vi no pude apartar mi atención de esos cabellos dorados que se agitaban con el viento como pequeños rayos de sol, sus ojos celestes tenían un pequeño tono verdoso que se combinaba perfecto y parecía que Dios sacó un trozo del océano para ponerlo sobre los luceros de esa pequeña. Su piel era tan blanca que incluso podía notar las venas de sus manos, y sus labios pequeños formaban una tímida sonrisa. No entendía como aquello paso por mi mente a la edad de siete años pero sabía que no podría borrarlo jamás. No estaba acostumbrado a la presencia de otros niños en la casa pero si se trataba de ella no me incomodaba, al principio no hablábamos ya que ella no sabía japonés pero con el paso del tiempo ambos fuimos interactuando; mientras ella aprendía japonés yo conocía algo de Francia. Lo que más nos unió fue la música, amaba oír su suave y dulce voz entonando canciones francesas que hablaban de amor, lo hacía con tanta pasión y delicadeza como si las letras recorrieran sus venas llenando todo su pequeño cuerpo a los diez años. Ella era como un ángel, como esos niños que eran grabados en los cuadros de grandes pintores, con una sonrisa perfecta, ojos que mostraban dulzura y pureza, mientras que yo poco a poco me convertía en lo contrario.

Pero sobre todo éramos de mundos distintos, mientras yo recibía clases privadas de idiomas, ella estaba siendo instruida para ser una sirvienta más en la casa, comenzando con tareas simples para ella; el riego de las plantas, recoger el correo, alimentar a las mascotas, cosas simples que marcaban la diferencia entre ambos.

La disciplina y las comodidades que mis padres me brindaban rápidamente me fastidio, me escapaba de casa a menudo y los amigos que había encontrado frecuentaban bares y discos de mala muerte, y era eso tan diferente lo que me cautivaba, lo que llenaba mis venas con adrenalina y éxtasis. A los quince años ya había saboreado los labios de muchas féminas, probado los más costosos tragos y fumado tabaco de gran calidad, también había conocido a los que años después serían parte de Kirisaki Daiichi y con los cuales teníamos una pequeña banda de garaje, pero a pesar de todos esos cambios que experimenté había algo que latía constantemente y con el paso del tiempo se hacía más fuerte. Era imposible no voltear y mirar a esos ojos extranjeros, su cuerpo bien moldeado y una expresión avergonzada en su rostro, los jóvenes junto a mí también notaron esos atributos y boquiabiertos comenzaron a planificar movimientos para atraparla.

"- ¿Cómo se sentirá tocar esos senos?"

"- Quiero correrme dentro de ella"

Y miles de pensamientos obscenos llegaron a mis oídos. Fue entonces cuando la furia se apoderó de mí, no podía imaginar a Cherie en brazos de otro hombre, siendo besada, acariciada y amada por alguien más...

"-... ¿Eres virgen, no?"

El alcohol ya había llegado a mi cerebro y el razonamiento que tenía era nulo, ensimismado en la idea de que ella entregase su cuerpo a otro hombre, actúe sin dudar y en menos de un minuto estaba sobre su cuerpo acariciándola.

Cada pequeño contacto con la calidez de su piel enviaba una descarga eléctrica desde mis dedos hasta el pecho, haciendo que mi corazón latiera más a prisa con solo esos coqueteos. Mis labios se juntaron con los de ella de una forma muy tosca y fría, como si una piedra hubiese caído sobre ella y cerró los ojos con fuerza. Me aparte un poco, incluso yo mismo podía sentir el olor del alcohol en mis prendas y una vez más trate de besarla.

Aquel beso, su primer beso. Para mí, tal vez era el número cien, pero en todo el tiempo que había besado a otras chicas jamás tuve tantas ganas de que esa noche no terminara. No mentiré, era malo, como todo aquel primer beso; nervioso, inexperto y confuso pero para su suerte, tenía a Hanamiya Makoto con ella, y sí yo estaba bajo su cama, no saldría de allí sin experimentar todo lo que pudiese ofrecer.

Mientras intentaba poner mi propio ritmo a ese beso torpe, mis manos jugaron con las prendas de dormir de la joven, subiendo poco a poco la camiseta de esa tela suave por su espalda y deleitándome con su calor corporal. También mi propio calor se había incrementado y podía sentir mis mejillas acaloradas y su aliento tibio. Primero quité mi camiseta, pude notar el sonrojo que se formó en sus mejillas al contemplar mi torso desnudo, para que luego ese sonrojo se apoderará de toda su cara cuando en de un movimiento logre sacar su blusa de tiras y dejar a la vista los pechos blanquecidos que le habían otorgado. Los observé detenidamente, grabando cada parte de ellos en mi memoria fugaz y la vergüenza que mostraba su rostro era tan dulce como sus labios, seguí besándola mientras mis dedos jugaron con sus pechos, mi lengua recorrió cada parte de su boca y cuando la había examinado por completo, investigue nuevos sitios. Descubrí que el calor de mi aliento sobre su cuello la hacía temblar, besé esa piel delicada con lentitud, disfrutando de los espasmos de su cuerpo y la forma en la que trataba de juntar sus piernas, allí donde comenzaba su intimidad.

Mi lengua seguía probando esa blanca piel, bajando por su clavícula hasta llegar a esos montes cálidos, el sabor allí era diferente, una mezcla de sudor suave y el ácido del perfume que solía impregnarse en su ropa. Soltó un gemido cuando mi boca llego a su destino, su espalda se encorvaba levemente mientras que sus uñas de hundían en las blancas sabanas, sentía su lujuria bajo mi piel, ese placer que la llenaba, sus gemidos llegando a mis odios y saber que todo eso era producido por el roce de mis manos, era tan excitante que no tarde en quitar el resto de su ropa.

Abrí sus piernas y me puse en aquel espacio, la piel de su entrepierna estaba húmeda y aunque trataba de no mostrar su deseo sabía que la excitación se había apoderado de su cuerpo. Quite mis pantalones y con ello la ropa que cubría mi miembro ya erecto.

La claridad de la habitación era escasa así que ella no podía ver casi nada, aun así apoyo sus pequeñas manos en mi pecho con temor antes de que pudiese penetrarla, me acerque a su oído con una sonrisa pervertida y le susurré al oído.

-Esto dolerá un poco.

//////

Ya no éramos los mismos niños de siete años, nuestros pensamientos habían cambiado, nuestros cuerpos... nuestras amistades. Éramos tan diferentes Cherie y yo, pero no podía apartarla de mí, no después de hacerla mía, de besar sus labios, de tocar su piel. Porque a pesar de todo eso... la quería. No de la forma en la que un hombre lleva a pasear a su chica, no de la forma en la que salen juntos a cenar... No podía permitir que alguien más la mirase, que alguien siquiera pusiera sus dedos sobre ella; la quería solo para mí, para esas noches frías, que su voz solo fuese para mí, que toda su atención solo estuviese en mí. Sí, de esa manera tan egoísta.


Black Cherry [Hanamiya Makoto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora