8 - Nuevo sabor.

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Un gesto retorcido se formó en su rostro y dejó salir una carcajada hipócrita, echándose el pelo hacia atrás y mostrando esos ojos burlescos que tontamente amé hace unos años.

–Ese anillo vale más que tu cuerpo –soltó burlándose.

–Si eso es lo que vienes a buscar –extendí mi mano, algo molesta por su comentario, y deje el objeto entre ambos, tan silenciosamente que incluso el movimiento de la cama rechino en las paredes.

Hanamiya tomo el cilindro dorado y lo miro con disgusto, recogía mi ropa esparcida al rededor cuando él inesperadamente tiro mi cabellera negra con fuerza, quedando con ella en sus manos. Aunque fuese solo una peluca aquello me dolió bastante, dejando libre mis cabellos rubios, y entonces volvió a arremeter en mi contra. Sostenía mi cabeza con furia y sus ojos penetrantes me eran totalmente desconocidos.

–Suéltame –dije entre dientes y sin darle en el gusto de mostrar el dolor en mi rostro.

– ¿Cómo pudiste aceptar este trabajo? –gruño con fuerza sobre mi cara. –Ningún hombre puede tenerte, eres solo mía.

–No soy de tu propiedad –respondí con fastidio y golpee el brazo con el que me agarraba.

Con su mano libre pudo detener mis débiles toques, forcejeamos varios minutos y logro ponerme bajo su control, con su cuerpo como una roca inmensa cargada sobre mí. Sus manos tocaron mi cuerpo con dureza y desesperación, provocando nada más que dolor en cada parte de mí ser, grité en reiteradas ocasiones pero era débil ante sus brazos y pecho amplio.

Se quitó la ropa tras luchar con mis piernas, sentí un frío recorrer mi cuerpo y un temor inmenso, mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa diabólica. En un segundo en que mi atacante bajo la intensidad de sus caricias, aproveché para golpear directo en su pecho con las rodillas, haciendo que cayera de espaldas bajo la cama. Me levanté de un salto y corrí hasta la puerta, pero antes de lograr mi huida, la figura de Hanamiya se formó en el umbral.

– ¿Aún no lo entiendes? Jamás podrás escapar de mí. –su voz fue dominante y brusca.

Di un paso atrás tratando de alejarme pero otra vez sus dedos se cerraron en mis muñecas, atrapándome. Seguí luchando, buscando cualquier oportunidad para escapar de esa habitación, pero la fuerza de Makoto era descomunal y sus intentos lujuriosos para hacerme suya estaban desatados. Cada lugar donde su boca se detenía era como aceite caliente, una mezcla entre dolor y rechazo; su olor me repulsaba, sus manos ásperas eran como rastrillos rasgando mi piel, y el olor a alcohol que salía de su boca de producía arcadas.

– ¡Suéltame, me das asco!

Hanamiya me miró fijamente con el ceño fruncido, levantó su mano sobre mi cabeza y la dejo caer con fuerza sobre mi rostro, golpeando de lleno mi mejilla con la palma abierta y dejándome confundida sobre el piso.

Por suerte pude frenar la caída con mis manos, agaché la cabeza y el cabello rubio cayo por los costados, sentí como mi boca se llenaba y un sabor familiar se adhería a mis papilas gustativas. Escupí el exceso de fluidos y el color rojo se mezcló con la oscura alfombra. Ahora el miedo me paralizaba y solo pude contemplar mi sangre en el piso.

El líder de Kirisaki tomo nuevamente mi cabello, levantando mi rostro para mirarme de frente, la sangre cayó por mi mentón y él sonrió, movió su mano libre pero fui cobarde y cerré los ojos con fuerza, cuando de pronto la puerta de abrió de golpe y las manos de Hanamiya dejaron de sostenerme.

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[Tres años antes]

Black Cherry [Hanamiya Makoto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora